Archive for mayo 2009
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.GALATAS 6: 1
El apóstol Pablo dice que los cristianos pueden tener la triste experiencia de encontrar a algún hermano cometiendo una falta. Es una experiencia desalentadora, especialmente si la falta es de aquellos pecados que más nos escandalizan. Una vez, en la época cuando el cine todavía era el único lugar donde podían verse películas malas, unos hermanos descubrieron que el anciano de la iglesia salió del lugar donde habían exhibido una película "solo para adultos".¿Qué debe hacer un cristiano cuando se encuentra en una situación así? ¿Correr a avisar al pastor? ¿Pensar en la disciplina de la iglesia? ¿Reunir la junta? ¿Señalarlo con el dedo? El apóstol aconseja: «Vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado». El amor, que debe presidir todos los actos de los cristianos, impulsa siempre a restaurar, sanar y salvar. La propia disciplina de la iglesia no es vindicación de principios, no es restauración de agravios, no es impulso de mantener pura a la iglesia, sino deseo profundo de restauración del pecador.Nuestro Señor aconsejó: «Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele, estando tú y él solos; si te oyere, has salvado a tu hermano». Es el texto de la disciplina eclesiástica. Pero es restauración por amor. No porque peque contra ti, en el sentido de que te ofendió, sino porque peque contra Dios y lo ofenda. Lo que hay que hacer es restaurarlo. Ve y hablale de corazón a corazón. Convéncelo de que está en peligro. Convéncelo de que está «exponiendo a vituperio a tu Señor». Si te oye, si pide perdón, si deja lo malo que estaba haciendo, «has salvado a tu hermano». Has hecho disciplina. Todo queda entre los dos. No conviene divulgar los errores de los siervos de Dios, porque exponemos a la vergüenza a nuestro Señor. Decirlo a dos o tres testigos, para que ayuden, tiene el mismo propósito: Acumular amor, acumular súplica, para que se arrepienta, acumular peso para que se dé cuenta de su error. Si se arrepiente, amén. No hay delito que perseguir. Lo que se proponía, que era restaurar, se ha logrado. La disciplina de borrar de los libros es extrema. Tiene sentido cuando la falta haya causado escándalo entre los incrédulos, porque los miembros de la iglesia nunca deben escandalizarse «si alguno fuere sorprendido en alguna falta». A los cristianos los errores de sus hermanos no los escandalizan; los hieren, lo mismo que a Cristo.Si sorprendes a alguien en alguna falta, piensa en ti mismo, «no sea que tú también seas tentado».
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.APOCALIPSIS 3: 5
Estas cuatro palabras, «¡Hasta la victoria, siempre!», me impresionaron y me hicieron pensar mucho. Las vi cuando el autobús en que viajaba se detuvo frente a un semáforo en el centro de gobierno de la República de Cuba. Esas palabras hicieron vibrar de emoción a millares, quizá millones, de personas cuando el ejército revolucionario entro victorioso en las calles de La Habana. Y quizá deberían vibrar en la vida de los cristianos cuando consideramos nuestra vida espiritual.La Palabra de Dios contiene muchos pasajes donde encontramos ánimo para nuestros momentos de lucha. Algunos de ellos son: «Prosigo a la meta» (Fil. 3:14). «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2 Tim. 4: 7). «Porque por gracias sois salvos por medio de la fe» (Efe. 2: 8). Todos estos versículos se refieren a las luchas que experimentamos a diario, y nos exhortan a seguir adelante, ¡hasta la victoria, siempre!, con nuestros ojos puestos en Cristo Jesús.Con frecuencia sentimos que el letargo espiritual amenaza nuestra vida cristiana. Seguramente tú también has sentido en algún momento la tentación de abandonar la batalla de la fe. A veces la batalla es demasiado grande. Muchas veces sentimos que no tenemos la fuerza para mantenernos de pie en la lucha de la vida cristiana. Pero la Palabra de Dios nos ordena luchar. Debemos luchar, no para vencer, sino para que nadie nos pueda separar de Jesús. Recuerda que la victoria ya está asegurada. Nuestra lucha hoy bebe ser con nosotros mismos y nuestros pensamientos.Quizá el enemigo trate de convencerte con palabras como estas: «Ni te molestes en luchar. Si caíste ayer en esa tentación, probablemente caigas hoy también». «Con ese pecado que cometiste hoy, quizá tu Comandante, Jesús, te condene al fusilamiento». Estas acusaciones tienen el propósito de incitarte a que abandones el campo de batalla. Pero recuerda que nuestro General, Jesús, ha prometido pelear nuestras batallas. El ya venció a Satanás y al mundo. Tú ya eres victorioso en Cristo Jesús. La batalla de la fe consiste en la lucha para que nada ni nadie nos separe de Jesús. Cree hoy que, por la gracia de Jesús, tu vida comienza hoy de nuevo. Hoy tienes el potencial de escribir tu vida espiritual de nuevo y exclamar, junto con todo el pueblo de Dios, basándote en los méritos de Jesús, «¡Vencimos!»
No améis al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.1 JUAN 2: 15
En otra parte dice: «¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? El que quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios» (Sant. 4: 4). No puede existir coexistencia pacífica entre el cristiano y las cosas del mundo. Amar el mundo, ir tras sus placeres, deleites, pasatiempos, es ir en contra de Dios. Por otra parte, seguir fielmente a Dios es, de modo inevitable, ir contra el mundo y hacerse enemigo de él.Esa es una de las grandes pruebas, especialmente para los jóvenes cristianos.—¿Por qué siempre tiene que ser así? —explotó Juanita—. «¡No hagas esto! ¡No hagas aquello! ¡No puedes estar aquí! ¡No puedes ir allá!» La religión es solamente «No, no» y «No puedes, no puedes». ¡Estoy harta de todo esto!—Pero Juanita —dijo una amiga de un poco más de edad, tratando de apaciguarla—, ¿te parece realmente que las cosas son así? Yo leo en la Biblia que cada uno tiene que hacer lo que quiera. En efecto, Dios ha hecho provisión para que cada cual haga como le dé la gana.Juanita se aplacó un poco ante esta réplica tan inesperada.—Tal vez tú hayas oído algo que yo no he escuchado —continuó, mientras le saltaban chispas de los ojos—. Todo lo que siempre estoy oyendo acerca de la religión es «No, no y no». Y estoy comenzando a odiarla.Juanita no era la primera adolescente que se quejaba de las estrictas normas de conducta cristianas. Pero conviene aclarar dos cosas. En primer lugar, Dios da discernimiento para comprender cómo vivir de acuerdo a su voluntad en un mundo donde no siempre se perciben todos los matices de forma diáfana. Donde hay imprecisión, Dios da colirio espiritual para los ojos para ver lo que conviene y lo que no conviene. En segundo lugar, queda claro que no puede el cristiano vivir en paz y sin conflictos. El mundo siempre será una tentación, y el joven cristiano tendrá que luchar para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Siempre será necesario negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús, dominando los impulsos y los deseos juveniles. La senda cristiana siempre será ascendente, escabrosa y difícil. El camino que entra por las puertas de la ciudad de Dios es angosto y difícil. Por eso pocos hallan la puerta.Por esa razón, únicamente aquellos que saben por qué luchan y qué es lo que buscan dan la espalda al mundo y se hacen amigos de Dios.
Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.LUCAS 22: 54
Pedro empezó mal por seguir a Jesús de lejos. A Jesús siempre debemos seguirlo de cerca. Lejos de Jesús las cosas no marcharán bien. Más bien, irán de mal en peor. Pedro se distanció de Jesús y se acercó a los enemigos de su Maestro. «Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos» (Lúe. 22: 55). Con esta actitud Pedro dio un paso hacia la negación de su Maestro. Más cerca de Jesús, más lejos de los enemigos; más lejos de Jesús, más cerca de los enemigos. Esta es la gran lección que aprendemos de la triste decisión de Pedro.Alejarse de la comunión y el compañerismo con el Señor es el fundamento de todo retroceso espiritual. Lo seguía, pero de lejos. Su corazón estaba repartido: la mitad con el Maestro, y la otra mitad con el mundo. ¿A qué distancia sigues tú a Jesús? Muchas personas, como Pedro; van a la iglesia. Sí, están allí; pero siguen al Señor a la distancia. Estos son los que casi siempre ocupan el último banco, y suelen ser los primeros en salir. Durante las reuniones los domingos, los miércoles y los sábados, no cantan. Cuando pasa el platillo de las ofrendas, mantienen sus manos dentro de los bolsillos. No desean comprometerse con ninguno de los programas de la iglesia. No comparten su fe; no dan estudios bíblicos. Su corazón está dividido. Solo dan lo mínimo al Señor.Es triste cuando el cristiano llega a ese punto. Pierde todo lo que la iglesia podría ser para él y lo que él podría ser para la iglesia. Sigue a Jesús; pero lo hace de lejos.Al igual que mi esposa, quizá tú también disfrutes del fascinante programa televisivo Mundo animal. Si es así, seguramente también habrás observado que, del grupo de cebras, la que perece en las garras de la leona es la que se aleja del grupo. Cuando se aleja es vulnerable. Se vuelve una presa fácil.Solamente junto a Jesús somos fuertes, vencedores y triunfadores. Que hoy vuelva a ser nuestra la experiencia expresada en el himno:
Ando con Cristo, somos amigos, y mantenemos fiel comunión; ya de su lado nunca me aparto; ¡cuánto me alienta su comprensión!
Ando con Cristo, somos amigos, todas mis cuitas las llevo a él. Ando con Cristo, marcho a su lado, oigo la suave voz de Emanuel.Himnario adventista, n° 400.
Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces».MATEO 26: 34
Pedro negó a Jesús exactamente como el Señor lo había predicho. A pesar de la advertencia, Pedro no percibió que sus pasos lo llevarían al fracaso. Debemos estudiar cuidadosamente su experiencia, porque resulta muy fácil dar esos mismos pasos si no nos cuidamos.¿Qué pasos condujeron a Pedro hacia la caída? ¿Qué pasos debemos evitar en nuestra propia carrera espiritual? Pedro tuvo exceso de confianza propia. Afirmó: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré» (Mat. 26: 33). En otras palabras, decía: «Cualquiera de mis compañeros te pueden negar, pero yo jamás lo haré; nunca te traicionaré». ¿Por qué habló de esa manera el apóstol? Porque quería demostrar su amor por Jesús, quien hacía unos instantes había dicho que uno de los doce lo traicionaría. Su exceso de confianza fue el primer paso que lo condujo a negar al Señor Jesús tres veces.Puede que te sientas orgulloso de tu amor por Jesús, pero es mejor que te sientas orgulloso de lo mucho que él te ama a ti. He oído a muchas personas decir que aman mucho al Señor, y eso es bueno; pero es preferible estar orgulloso de su gran amor hacia nosotros. Nuestro amor por él es frágil, inconstante y, muchas veces, circunstancial. En cambio, el amor del Salvador hacia nosotros es permanente, constante, inexplicable, invariable. Nos amó cuando estábamos muertos en delitos y pecados. En nosotros no hay nada bueno, pero nos ama; pecamos, y sigue llamándonos sus hijos. Su amor no disminuye por mi desobediencia, ni aumenta por mi obediencia. Este es el amor que debemos alabar; este es el amor que debemos publicar.Es interesante la manera en que el apóstol Juan se describe a sí mismo en su Evangelio: «El discípulo a quien Jesús amaba» (Juan 13: 23). Puede que haya alguien que critique a Juan por decir tal cosa. Eso no significa que Jesús lo amase a él más que a los demás, sino que Juan experimentó su amor de modo especial. En lugar de decir que él amó a Jesús, dice: «Estoy orgulloso de cuánto me ama él a mí».Eres un discípulo amado de Jesús. No pongas tu confianza en ti mismo. Reconoce tu vulnerabilidad. No pongas su vista en tu persona, ni en lo que haces por tu Maestro. Fija tus ojos en el indescriptible amor de Jesús hacia ti. Él te ama con amor eterno. Eres como la niña de sus ojos. Cuida tus pasos.
Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos.LUCAS 22: 55
¡Increíble! ¿Pedro sentado entre los enemigos? ¿Pedro en medio de los que deseaban la muerte de Jesús? ¿Pedro jugando con los pecadores? ¿Interesado en hacerse pasar por uno de ellos? Parece increíble, pero así es. El que prometió estar dispuesto a morir por su Maestro si fuese necesario, se unió con sus enemigos. El que hizo la declaración: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», base sobre la cual se edificó la iglesia, negó conocer al Hijo del Dios viviente. El que sacó su espada para atacar a los que prendían a Jesús, ahora actuaba de forma totalmente diferente. Estaba sentado en el lugar equivocado, con las personas equivocadas y haciendo cosas equivocadas. Estaba donde no debería estar. Calentarse con el fuego enemigo fue un paso más hacia el fracaso. Jamás se imaginó Pedro que llegaría hasta semejante coyuntura.El pecado es un misterio muy difícil, o más bien imposible, de comprender. El enemigo trabaja estratégicamente para llevarnos al fracaso; y no es fácil detectar sus métodos. Todo parece sencillo, simple, incluso inocente; no despierta preocupación. La autosuficiencia se confunde con la valentía y el celo por la verdad. La falta de oración no parece motivo de alarma y de peligro. La ausencia de verdadero compromiso y entrega total a Jesús y su iglesia se justifica en nombre del equilibrio entre la religión, la familia y el trabajo. Hasta suele considerarse como precaución contra el fanatismo. Algo que se ve bien, y que parece normal, puede ser un paso funesto que conduzca a la negación del Señor. Llevarnos a pecar sin darnos cuenta es una especialidad del gran engañador.«Y Pedro se sentó también entre ellos». ¡Qué advertencia más oportuna para hoy! Ninguno de nosotros tiene nada que buscar en el patio de Caifas. No tenemos nada que hacer entre aquellos que no son de nuestra fe. Ese vacío que sientes, esa tremenda frustración que te abruma, ese resentimiento que te hiere y te lastima, esa debilidad que te agobia, no tienen por qué llevarte a buscar el fuego del mundo para calentarte. Esa necesidad de tener una esposa no debe llevarte a buscar el calor de la inmoralidad sexual. Esa falta de dinero no se resuelve con el calor del fuego de un negocio ilícito.Levanta tu mirada. Busca a Jesús. Él te abrigará con sus alas, y el frío del pecado desaparecerá.
Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.JUECES 13: 5
La Biblia presenta a Sansón como un hombre de una fuerza increíble, pero, lamentablemente, desperdiciada. Dios lo bendijo y lo ungió. Le dio una gran fortaleza física. Lo tenía todo para ser uno de los líderes más destacados en la historia de Israel. Tenía todo el potencial para ser grande en la obra de Dios. Sin embargo, en vez de ser un modelo de excelencia, llegó a ser ejemplo de cómo no se debe vivir.Sansón es el ejemplo más trágico de una vida desperdiciada y de un gran potencial y una gran habilidad desaprovechados. Su vida ilustra perfectamente la verdad de que un buen comienzo no siempre garantiza un buen final. Salomón expresó lo mismo cuando dijo: «Mejor es el fin del negocio que su principio» (Ecl. 7: 8). El ángel del Señor definió la misión de Sansón: «Comenzará a salvar a Israel». Comenzaría a salvar a Israel, pero no terminaría la tarea.Si alguien tuvo la posibilidad de ganar la carrera, fue Sansón. Pero fue descalificado. Fue un perdedor en la carrera espiritual. ¿Por qué? Dalila lo presionó repetidas veces para que le revelara el secreto de su fuerza para poder dominarlo. Para Sansón aquello era un juego. Al parecer, pensó: «Nadie podrá dominarme. Soy Sansón. He matado filisteos para entretenerme. Yo arranqué las puertas de Gaza, desde sus mismos fundamentos y las llevé a cuestas hasta la cima de la montaña, por deporte. Nadie puede detenerme. Nadie podrá vencerme, y menos esta mujerzuela». Creyó que era divertido jugar con aquella mujer.Hay quienes piensan que pueden jugar con las tentaciones. Están convencidos de que no fallarán. Se sienten seguros y fuertes. Dicen: «Solo un poquito, solamente esta vez y no lo haré más; lo prometo. En serio, solamente esta vez. Nunca más lo haré». Sin embargo, siempre terminan encadenados, como Sansón, a la rueda del molino.Quizá estás siendo tentado ahora mismo, y has pensado de esa manera. Aprende la lección de Sansón. No ignores lo que puede suceder. Medita en la advertencia que Dios te da a través de la vida de Sansón. Si has fallado, Dios te perdonará si te arrepientes. Reconoce tus faltas. Si has cometido un error, Dios te dará una segunda oportunidad. Si has pecado, te perdonará. Continuar con la gracia divina es mejor que darse por vencido. Todo eso nos enseña la vida de Sansón.
El versículo de hoy nos dice mucho más acerca del carácter de Caleb. Mientras el sacerdote Eleazar y Josué distribuían a los hijos de Israel la porción de tierra que les tocaría como herencia, Caleb se dirigió a Josué, y le dijo: «Dame, pues, ahora este monte». Y el relato bíblico agrega: «Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb». Su petición demuestra que tenía un espíritu joven aunque su edad cronológica fuese de 85 años. Era un hombre que no temía los desafíos. Los gigantes anaceos estaban allí. Pero Caleb se sobreponía a los obstáculos, por enormes que fueran. Las grandes ciudades amuralladas no lo atemorizaban. Tenía una mente positiva. Aunque sus enemigos eran gigantes, y eran muchos, él afirmó con convicción: «Los echaré».Por encima de estos notables rasgos de carácter estaba el tesoro más precioso que Caleb guardaba en su corazón: Anhelaba, y buscaba, profundamente, el compañerismo con Dios. Este fue el secreto de su fidelidad a Dios, fidelidad que mantuvo hasta el día de su muerte. Caleb pidió a Josué que le diera Hebrón como su herencia. Hebrón significa "lugar de alianza", y evoca los conceptos de compañerismo, amor y comunión. Hebrón era el lugar donde Abraham se había encontrado con Dios cara a cara, y donde había recibido la promesa de una tierra nueva por primera vez.Caleb suspiraba por el compañerismo con Dios, mientras que los otros israelitas suspiraban por Egipto. Caleb se proponía conquistar Hebrón cuando los demás miraban hacia atrás. Caleb miraba hacia el futuro mientras los demás miraban hacia el pasado. Caleb deseaba complacer a Dios mientras los demás solo procuraban complacerse a sí mismos.Si deseas ser espiritualmente sano, si piensas tener larga vida espiritual, muévete hacia delante, procura crecer espiritualmente, nunca mires hacia atrás. Así avanzarás constantemente. Sigue al Señor, aunque tus amigos ya no te acompañen en el camino. No vivas tu vida cristiana esperando el aplauso de los demás. Recibirás muchas presiones para que abandones la carrera. Las circunstancias te desafiarán. Pero puedes correr fortalecido en el Señor. Él te observa constantemente. Continúa procurando el compañerismo y la comunión con el Señor.
Tómale la palabra a Dios
Entonces Moisés juró diciendo: «Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios».JOSUÉ 14: 9, 10
Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios.JOSUÉ 14: 8
La historia de Caleb inspira. Anima a terminar lo emprendido. Desafía a finalizar la carrera propuesta. Amonesta a no rendirse, a no quedarse a la mitad del camino. Impulsa a llegar a la meta, a alcanzar el objetivo, a ser fiel al Señor hasta el fin.La vida de Caleb no fue fácil. Fue invitado a unirse a la mayoría. Se le amenazó con la marginación y la soledad, con convertirse en objeto de ridículo para la multitud. Fue tentado a complacer al grupo, a abandonar la dirección de Dios y seguir los planes humanos. Fue tentado a mirar a los gigantes y salir huyendo, en vez de mirar a Dios y seguir adelante.Caleb vivió casi cuarenta años con una nación incrédula, rodeado de gente que no amaba a Dios de corazón. Su testimonio, expresado en el versículo de hoy, fue presentado cuando tenía 85 años de edad. ¿Cómo mantuvo su vida espiritual tanto tiempo? ¿Cómo escapó de la muerte en el desierto? ¿Cuál fue el secreto para llegar hasta Ca-naán, cuando la gran mayoría se quedó en la frontera? ¿Cómo pudo estar rodeado de incrédulos y no perder su fe? ¿Cómo pudo estar en el desierto más de cuarenta años y seguir suspirando por Canaán? «La fe de Caleb era la misma que tenía cuando contradijo el informe desfavorable de los espías» (Patriarcas y profetas, p. 547).Caleb no estuvo dispuesto a hacer componendas con la mayoría. Se mantuvo firme de parte de Dios. Buscó la aprobación de Dios y no el aplauso de los hombres. Lo más fácil habría sido seguir a la multitud, aceptar su actitud derrotista y su pensamiento negativo. Sin embargo, sabía lo que era recto y se mantuvo en ese terreno. La amenaza de quedarse solo no perturbó su fe en la promesa de que Dios llevaría a su pueblo a la tierra prometida. Se mantuvo firme a favor de la verdad. Se preocupaba más de estar bien con Dios que de complacer al pueblo.Quizá estés experimentando lo mismo que Caleb. Puede que tu fidelidad a Dios te haya traído resultados dolorosos. Quizá tus padres te ignoren, o posiblemente tu cónyuge te abandonó. Te has quedado solo. O has perdido el empleo. Puede que tus familiares, tus amigos y tus compañeros de trabajo te ridiculicen y te hieran. Es posible que su fidelidad a Dios te produzca dolor y sufrimiento. Sin embargo, recuerda el secreto de la vida victoriosa de Caleb. Mantente firme. Procura complacer a Dios y no a la mayoría.
Entonces Moisés juró diciendo: «Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios».JOSUÉ 14: 9, 10
Cuántos proyectos se inician y no se terminan! Se inicia la vida matrimonial, y tiempo después se rompe la relación. Se inicia un programa de estudios, pero no se concluye. Las dietas para adelgazar se quedan a medio camino. Más triste aún, se comienza la vida cristiana, y se abandona; no se llega hasta el final.El texto de hoy nos habla de Caleb. Su vida contiene el secreto para una larga vida espiritual. Caleb fue fiel hasta el fin. Nunca envejeció espiritualmente. Es un ejemplo brillante de cómo envejecer en edad, pero mantenerse fuerte y sano física y espiritualmente. Muestra qué se debe hacer para cruzar la línea final. Revela el secreto de la longevidad espiritual. Enseña cómo terminar la carrera para escuchar las palabras del Señor: «Bien, buen siervo y fiel».Descubrimos en la vida de Caleb algunos principios que necesitamos para correr y finalizar la carrera de la vida cristiana. Primero, se entregó totalmente al Señor. Todos los demás principios derivan de este. Josué bendijo a Caleb y le dio la tierra que le pidió porque siguió fielmente al Dios de Israel. Este fue el secreto de su éxito espiritual. ¿Qué significa seguir al Señor completamente? Significa seguirlo de todo corazón, no con un corazón dividido, no a medias, sino totalmente. Significa darle todo al Señor. Hay quienes hacen promesas al Señor cuando están afligidos, cuando están enfermos, cuando tienen dificultades. Pero cuando llega la paz y sonríe la felicidad, lo abandonan.¿Estás siguiendo totalmente al Señor? Si no es así, ten cuidado, porque puedes llegar a engrosar las filas de aquellos que abandonaron la carrera. Las promesas de Dios son fieles y verdaderas; pongamos toda nuestra confianza en ellas. Caleb creyó de todo corazón las promesas de Dios, mientras todos los demás solo pensaban en los problemas. La fe de Caleb estaba puesta en un Dios grande. Los que siguieron al Señor con un corazón a medias no ganaron la carrera; fueron descalificados.Adoptemos hoy la resolución de seguir al Señor de todo corazón. No se puede servir a dos señores. Sirvámosle con toda nuestra mente y nuestra alma. Que las palabras del himno sean nuestra oración:«Mi espíritu, alma y cuerpo —mi ser, mi vida entera— cual viva, santa ofrenda te entrego a ti, mi Dios. Mi todo a Dios consagro en Cristo, el vivo altar. ¡Descienda el fuego santo, su sello celestial!» (Himnario adventista, n° 267).
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.2 TIMOTEO 4: 7
El apóstol Pablo escribió estas palabras en la cárcel, quizá en vísperas de su ejecución. Se sentía muy feliz de finalizar su carrera. ¿Cuál era esa carrera? La carrera de la vida cristiana, por supuesto. El tiempo que Dios le había dado para vivir, para servir, para cumplir el ministerio al cual había sido llamado. No era perfecto, como él mismo lo reconoció. Pero la gracia de Dios fue suficiente para darle la seguridad de que era acepto «en el Amado». Experimentó el gozo porque, a pesar de todas las dificultades y pruebas que tuvo que soportar, no se rindió; lucho hasta el final, hizo lo mejor que pudo para cumplir la tarea que le había sido asignada.¿Podrás tú, podré yo, podremos todos decir, como el apóstol Pablo, «He acabado la carrera»? «¿Cuál es mi carrera?», te preguntarás. Tu carrera es la consecución de todo aquello para lo cual Dios te dotó de dones y talentos. Tu carrera podría ser la de ser padre o madre para cuidar y formar a tus hijos. Dios te llama a ponerlo todo de tu parte para la consecución de esa vocación. Cuando llegue el momento en que tus hijos se alejen de ti para vivir de manera independiente, ¿dirás que terminó tu carrera con gozo porque los diste todo de ti, haciendo lo mejor para ellos? ¿Podrás decir: «Terminé mi carrera y me siento satisfecho»? Quizá tu carrera, además de la carrera regular de la vida, sea hablar con otras personas sobre el camino de la vida y ayudarlas en sus necesidades, dándoles una mano de auxilio para aliviar sus cargas. Cualquiera que sea tu carrera, procura terminarla con el gozo del éxito en Cristo.Todo lo que Dios te ha ordenado hacer, debes hacerlo como para el Señor. Eres siervo o sierva de Dios, su propiedad adquirida. Por esa razón debes dar lo mejor de ti para terminar la carrera con gozo. No pienses que tus errores te impedirán la victoria en la carrera de la vida y la vocación. Si eres acusado injustamente o has cometido errores que concitan críticas malintencionadas, recuerda que ninguno de los héroes de la Biblia fue intachable. Cometieron errores, pero se aferraron a la gracia de Dios y todos ellos murieron, como el apóstol Pablo, gozosos de terminar su carrera.Decide hoy no dejarte llevar por tus sentimientos. No renuncies a tu fe. También tú podrás terminar tu carrera con gozo. Termina bien tu carrera. No te rindas, porque el fin es mejor que el principio.
Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.ECLESIASTÉS 7: 3
Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: «Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres,para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él». JUAN 9: 1-3
Todavía recordamos la tragedia. Centroamérica fue atacada por el terrible huracán Mitch. El dolor y las lágrimas no se pueden contabilizar. El índice de muertos fue muy elevado. Pero, a riesgo de parecer insensible ante la tragedia, quiero decir, a manera de ilustración, que aquel fenómeno no discriminó en absoluto. Desde niños recién nacidos hasta ancianos quedaron sepultados bajo los derrumbes, o fueron arrastrados por las corrientes de los enfurecidos ríos. Suponiendo que en Centroamérica, como en todas partes, haya personas sumamente buenas y personas sumamente malas, todas sufrieron la misma suerte ante aquel terrible huracán.¿Fue el pecado de los malos el que desencadenó el fenómeno? Si fue así, ¿por qué los buenos también sufrieron? No, Dios no castiga el pecado ahora. Eso lo hará después. El huracán Mitch fue producto del desquicio de la naturaleza producido por el pecado. Pero también fue una prueba, una línea divisoria para las víctimas de la adversidad. Separó a los que maldijeron a Dios por sus sufrimientos de los que bendijeron a Dios por su supervivencia.Cuando los discípulos de Jesús vieron al ciego, su reacción fue típica de aquellos días. Creían que estaba pagando una deuda por sus pecados o los de sus padres. Esta era la cosmovisión de aquel entonces: Las cosas buenas les suceden a los que practican el bien, y las malas a los que andan en caminos perversos.Las mismas preguntas nos inquietan hoy. ¿Por qué sufren los buenos? ¿Por qué a los malos les va bien? La pregunta es tan antigua como Job. Y nuestras reacciones también. ¿Había nacido ciego aquel infeliz para que Jesús mostrara su poder? La respuesta es un «No» rotundo. El Maestro usó el caso para enseñar que él puede tomar cualquier situación adversa y transformarla en una bendición. El ciego fue sanado porque creía que Dios era justo y perdonador. También quería enseñar que Dios puede tomar cualquier cosa: el barro, la saliva, la adversidad, y convertirlas en bendición.¿Tienes problemas financieros, matrimoniales, de drogadicción? ¿Ves el mismo problema en otros? Nunca pienses que es a causa de tus pecados o del de los demás. Dios quiere mostrar que puede tomar cualquier problema, cualquier sufrimiento, y convertirlos en bendiciones. No te fijes en los problemas, sino en las soluciones de Dios.
Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.SALMO 126: 5, 6
Has sido quebrantando alguna vez? ¿Has sentido que el quebrantamiento de tu corazón fue tan grande que lo único que podías hacer era llorar y lamen-.tarte? Sabemos que aunque hay mucha risa y mucho bullicio en las calles y los hogares, lo normal para la humanidad es llorar. El hombre más valiente de la historia, Jesucristo, fue «varón de dolores, experimentado en quebrantamientos». Aunque era un hombre sereno y feliz, nunca se menciona en la Biblia que haya reído, pero sí dice que «lloró Jesús» (Juan 11: 35).El Salmo 126 se refiere al fin del quebrantamiento y del dolor del pueblo de Israel cuando Dios hizo volver «la cautividad de Sion». ¡Qué hermosas son las palabras del versículo 1! «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan». ¿Cómo serían los años del cautiverio? Tristes, sin ninguna duda. El recuerdo de la tierra natal es muy triste y doloroso para los que están desterrados. Pero el pueblo de Israel sabía que al final llegaría la liberación. Pero, de momento, el cautiverio era un castigo terrible y la liberación parecía demasiado preciosa como para ser verdad.Mientras permanecían en el cautiverio, el tiempo se les hacía eterno. Pensaban que sus pruebas nunca llegarían a su fin. La pesadilla descrita en este salmo es la del pueblo de Dios viviendo la crueldad de la cautividad en Babilonia, un quebrantamiento que duró setenta años para algunos. Muchos sentían que nunca más verían la libertad. Otros ya no encontraban razones para desear y amar la vida. Todos los días, mientras estuvieron en Babilonia, no podían hacer otra cosa que desear el regreso a su tierra.Tal vez estás pasando ahora mismo por una terrible crisis, una pesadilla. Quizá eres víctima de la depresión, y la ansiedad te resulta insoportable. Quizá estás pasando por una crisis financiera y sientes que estás a punto de hundirte en deudas hasta el fondo. En fin, ¡son tantas las posibilidades de que el dolor nos alcance en este mundo! Pero el Señor quiere liberarte de tu cautividad. Él puede hacerlo de dos maneras: resolviendo ese problema literalmente, o fortaleciendo tu fe para seguir adelante. El Señor promete que el gozo vendrá. Confía en él. El texto de hoy es una maravillosa promesa. El día está cercano. Entonces el gozo perdurará en la vida de los hijos de Dios por la eternidad. Recuerda el versículo de hoy. Si derramas lágrimas, la recompensa final y segura será gozo inefable y glorificado.
Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él.SALMO 118: 24
Y dijo: «De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos».MATEO 18: 3
Cuando los discípulos preguntaron a Jesús acerca de quién es el mayor en el reino de los cielos (Mat. 18: 1), Jesús los reprendió, como vemos en el versículo de hoy, con cierta severidad. Los discípulos trataban de averiguar cómo sería su propia grandeza eterna, y Jesús les dijo de forma clara y directa que, a menos que cambiasen, ¡ni si quiera iban a entrar en el reino de los cielos! Obviamente, seguir a Jesús, escuchar sus enseñanzas, y tener una creencia general, no es suficiente. La salvación, o, como dijo Jesús, «entrar al reino de los cielos», implica una completa sumisión y entendimiento de nuestra incapacidad de salvarnos a nosotros mismos. El reino de los cielos no es algo que logremos; es un regalo que debemos recibir de nuestro Padre celestial.Aquella mañana los discípulos habían perdido de vista la verdadera grandeza que tenían. Pensando en el futuro de gloria personal, habían pasado por alto el hecho de reconocer que estaban en el lugar de mayor prestigio que un ser humano puede tener. Olvidaron que en ese preciso instante en que discutían nimiedades, ya estaban en el lugar que muchos patriarcas y profetas habrían deseado para sí. Los discípulos estaban junto a Jesús, que es el lugar más encumbrado que se puede tener. Tristemente, los discípulos habían apartado su vista de la bendición de estar con Jesús y manifestaban un espíritu similar al del hijo prodigo cuando reclamó a su padre la herencia. Los discípulos querían saber quién de ellos recibiría una herencia más grande y sería el mayor en los cielos.Dios quiere que aprendamos, como los discípulos, que la verdadera grandeza de un ser humano es estar cerca de Jesús. El mayor anhelo de nuestro Salvador es que nosotros lo busquemos de manera desinteresada.Una de las cualidades de la mayoría de los niños es que les gusta estar donde están sus padres. Como pastor, algunas veces me ha tocado hacer algunas tareas de madrugada. Aunque trataba de salir de la casa sin que mi hijo lo notara, él se despertaba, venía corriendo y me decía: «Papi, yo voy contigo». Lo lindo de esto es que mi hijo lo hacía sin ningún interés; él no lo hacía por ganarse la casa que le voy a dejar como herencia; no lo hacía por interés de que le comprara un automóvil; no lo hacía por ganarse un amor más grande que el que tengo por mi hija; lo hacía porque, para él, estar con su padre era siempre lo más emocionante. Decide hoy estar con Dios no por el cielo y las grandezas que te ha prometido. Dile: «Señor, te amo. Mi anhelo más grande es caminar contigo no por interés, sino por el eterno agradecimiento de lo que hiciste por mí en la cruz del Calvario».
Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.ISAÍAS 40: 31
Dijo luego Jehová a Noé: «Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí, en esta generación».GÉNESIS 7: 1
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidias.ROMANOS 13: 13
Entre todos los seres humanos, los discípulos de Cristo deben ser las personas más honestas. El Dr. Ben Carson, famoso neurocirujano adventista, cuenta lo que ocurrió un día que tuvo que hacer un examen final de psicología por segunda vez, junto con sus compañeros, en la Universidad de Yale. La profesora dijo a los estudiantes que las respuestas del examen anterior se habían quemado accidentalmente y que, por lo tanto, tendrían que hacerlo de nuevo. Después de repartir los nuevos exámenes a los 150 alumnos, salió de la sala.Antes de que Ben leyera la primera pregunta, escuchó que alguien susurraba con voz audible:—¿Están bromeando?No muy lejos de donde estaba, escuchó a una señorita que decía:—¡Olvídenlo! Salgamos y busquemos las respuestas.Así que ella y su amiga salieron silenciosamente del aula. Inmediatamente las siguieron otros tres. Más y más alumnos siguieron desapareciendo hasta que la mitad de la clase se había ido. Curiosamente, ninguno entregó su examen antes de salir.Ben no podía creer las preguntas. No solo eran increíblemente difíciles, sino imposibles de responder. Si bien todas contenían algo de lo que los alumnos debían saber de la materia, eran sumamente confusas. Oró pidiendo ayuda para descubrir las respuestas a estas intrincadas preguntas. Durante la siguiente media hora, todos los demás estudiantes se fueron, dejándolo solo. «Al igual que los otros», dijo, «estuve tentado a irme, pero no podía mentir».Repentinamente, alguien abrió la puerta, y la mirada de Ben se encontró con la de su profesora. Ella y un fotógrafo del diario Daily News de Yale se acercaron a él y le tomaron una fotografía. Cuando Ben preguntó qué pasaba, su profesora respondió: «Todo fue un experimento. Queríamos saber quién era el alumno más honesto de la clase». Y agregó sonriendo: «Ahora sabemos que eres tú».Todos pertenecemos a la clase de nuestro Maestro. Todos deberíamos ser el alumno más honesto de la clase. Todos deberíamos poder decir, como Jacob: «Así responderá por mí mi honradez mañana, cuando vengas a reconocer mi salario» (Gen. 30:33). ¿Qué dicen tus hechos, tus palabras, tus compromisos, tus relaciones? ¿Dicen que eres una alumna o un alumno honesto? Aquí se aplica de manera especial lo que dijo nuestro Señor: «Bástale al discípulo ser como su maestro» (Mat. 10:25). Pide a Dios que te ayude a ser como tu Maestro. Honestidad con Dios, con uno mismo y con los demás. Seamos hoy el discípulo más honesto.
Él les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis». Entonces la echaron, y ya no la podían sacar por la gran cantidad de peces.JUAN 21: 6
Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado;y el que se humilla será enaltecido. LUCAS 18: 14
Acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.1 TESALONICENSES 1: 3
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.APOCALIPSIS 3: 16
Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!Apocalipsis 3: 15
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. JUAN 3: 16
Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. Salmo 119:35
Gracielita estaba haciendo su primer viaje en tren. Con su naricita apoyada contra el vidrio de la ventana, veía pasar cada detalle del paisaje siempre cambiante. De repente, se volvió hacia su madre y la abrazó llena de temor: «¡Oh, mamá —exclamó— allá adelante hay un gran río! ¿Cómo lo cruzaremos?» A esas alturas de su pregunta, el tren cruzaba estruendosamente el puente, y su madre pudo contestar con toda facilidad.Durante el viaje cruzaron varios ríos y arroyos, y cada vez los ojos de Gracielita brillaban de entusiasmo. «¿No es maravilloso —exclamó— cómo alguien ha puesto puentes a lo largo de todo el camino?»El pastor Robert H. Pierson escribió estas oportunas palabras: «Sí, y es maravilloso cómo Dios ha colocado puentes a lo largo de todo el camino de la vida. Sus promesas, sus advertencias y reproches, presentados en su Palabra inspirada, son los puentes del cristiano. No necesitamos temer los torrentes de las tentaciones, las corrientes de la tristeza, ni los bajíos del pecado mientras tengamos ante nosotros los fuertes puentes de Dios para pasar a salvo».Los mandamientos de Dios podrían también considerarse como vallas en el camino de la vida. Lo que hacen es ayudarnos para andar sin desviarnos de la senda. Cualquier desviación es pecado. Por eso dice el salmista: «Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad». ¿Cómo nos guía Dios por la senda de sus mandamientos? Diciéndonos, como dice el profeta Míqueas: «Oh, hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Miq. 6; 8). Si escuchamos su voz y las instrucciones que nos da en sus mandamientos, no nos desviaremos del camino recto para hacer lo malo, porque él nos ha dicho lo que pide de nosotros: hacer justicia, amar misericordia, y humillarnos ante nuestro Dios.Con razón se dice la Escritura que aquel que obedece la santa ley de Dios es dichoso y bienaventurado. La razón es que no se desvía del camino del bien. No se enreda en problemas que destruyen la familia, el hogar, la iglesia, la sociedad y la nación.Aunque no se salvaran, los pueblos podrían disfrutar de un poco de paz y felicidad si todos se esforzaran por cumplir "la letra" de la ley de Dios y de sus leyes. Eso es posible hasta en un ámbito puramente "secular". Pero el cristiano obedece "el espíritu" de la ley de Dios, porque lo hace con la ayuda de su Espíritu Santo.
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Mas ahora tu reino no será duradero, jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón al cual jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.1 SAMUEL 13:14
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