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Leonor compartía casa con Sonia y su convivencia llegó a ser imposible por la conducta de Sonia. Sus patrones de compra ocasionaron serios problemas. Había amontonado tal cantidad de ropa, objetos y enseres, que ya no eran suficientes los múltiples cajones y armarios de la casa para alojarlos. El suelo se había convertido en almacén y resultaba difícil transitar por la vivienda. Sonia no era un caso de esos que acumulan todo y no tiran nada. Su problema era la adicción a las compras. Por ejemplo, si iba a abrir una lata de conservas y no encontraba el abrelatas tenía la excusa perfecta para ir a comprar uno, aunque seguramente había varios abrelatas perdidos por la casa. Una vez en el supermercado, Sonia adquiría otros artículos que consideraba «muy útiles y necesarios». Esta compulsión le acarreó problemas en su trabajo, en su economía, en su vida de relaciones y en el ámbito psicológico.

Aunque no en el extremo del caso descrito, existen personas que se enganchan a las compras. Se trata de un fuerte impulso hacia la adquisición de artículos que se perciben como necesarios (aunque sean superfluos). Esta actividad llega a ser el tema central de su vida, dedicando mucho tiempo y esfuerzo a planificar, buscar rebajas en tiendas y en Internet, comparar precios y calidades para comprar y sentir alivio con tal acto. La persona afectada no se percata de su situación hasta que alguien allegado o de la familia da la voz de alarma por haber detectado grandes deudas o la acumulación de productos que jamás se han llegado a usar.

El texto de hoy recoge la recomendación de Jesús para corregir nuestra escala de valores: la vida es lo realmente importante. Si bien es cierto que al cuerpo hay que alimentarlo y vestirlo, la comida y la ropa son simples medios para preservar la vida. El evangelio utiliza la palabra pujé para referirse a esa vida, el aliento divino, el alma, la esencia de nuestra existencia. Antes de proceder en el camino del consumismo, reflexionemos en la importancia de la vida frente a todo lo demás que la sostiene. Adoptemos la actitud que recomienda el apóstol Pablo: «Teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos» (1 Timoteo 6:8).

Recordemos el consejo del Maestro de Maestros, que dijo: Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mateo 6:25.

Tomado de: «Buena Medicina es el Corazón Alegre» de Julián Melgosa – Laura Fidanza.

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