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Archive for enero 2012

Más vale ser paciente que valiente. Proverbios 16:32.

A nadie le gusta hacer el ridículo, y menos delante de amigos. ¿Te ha pasado? Le pasó a Benjamín en una clase de inglés, cuando estaba en séptimo grado. El asunto no habría pasado a mayores de no haber sido porque uno de sus compañeros comenzó a burlarse de él.

—Eso que dijiste es una de las cosas más tontas que he escuchado —dijo su compañero.

—Tú también has dicho tonterías —respondió Benjamín, malhumorado.

El intercambio de palabras continuó hasta que llegaron al cuarto de los armarios, donde guardaban sus pertenencias. Cuando Benjamín se disponía a abrir el candado, recibió un empujón. Sin pensarlo dos veces, agarró el candado y golpeó con él al muchacho en plena cara. En cuestión de segundos, la sangre comenzó a brotar profusamente.

En otra ocasión, cuando cursaba el noveno grado, estaba escuchando música con un amigo cuando, sin previo aviso, el muchacho le cambió la estación de radio. Comenzaron a discutir por ello, y entonces Benjamín empuñó un cuchillo y lanzó una puñalada hacia el estómago de su amigo. El arma golpeó la hebilla de la correa con tanta fuerza que la hoja del cuchillo se partió en dos.

Cuando llegó a su casa, Benjamín se encerró en el baño. Por su mente cruzaba atropelladamente los pensamientos: «He intentado matar a un amigo. ¿Qué pensará mi madre de todo esto?». Permaneció allí hasta que recordó las lecciones de su madre sobre la oración. Mientras lloraba, oró: «Señor, si tú no me ayudas a librarme de este mal carácter, yo nunca podré hacerlo». Entonces buscó una Biblia y la abrió en el libro de Proverbios. Después de leer durante un rato, sus ojos se posaron en Proverbios 16: 32: «Más vale ser paciente que valiente». Ese día, la paz de Dios inundó su corazón y nunca más tuvo problemas con de temperamento (Manos consagradas. La historia de Ben Carson, pp. 58-64).

Benjamín es hoy el Dr. Ben Carson, director del Departamento de Neurocirugía Pediátrica del famoso Hospital Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, EE.UU. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y la cadena CNN lo han considerado uno de los veinte médicos más destacados del mundo.

Y tú, ¿tienes problemas serios de carácter? Si este es el caso, ¿qué tal si, al igual que Benjamín, conversas al respecto con tu Padre celestial?

Padre celestial, por amor a Jesús, mi Salvador, ayúdame a vencer mis defectos de carácter.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes "Dímelo de frente"
Por Fernando Zabala

Dicen que quien sabe hacia dónde va, ya ha recorrido la mitad del camino. Ya se trate de decisiones importantes, como la elección de la carrera universitaria o de asuntos triviales como llevar una lista de compras al supermercado, siempre conviene saber de antemano lo que se quiere. Es decir, hacer un «trabajo por adelantado».

Hoy te propongo realizar un trabajo por adelantado con respecto a una de las decisiones más importantes que tomarás durante tu existencia: la persona que que será tu compañero o compañera para toda la vida.

¿Cómo hacerlo? Una manera sencilla es elaborando una lista de las cualidades que convertirían a esa persona en un candidato o candidata en potencia; y, por supuesto, de los defectos que de plano la descalificarían. Algo como esto: «Lo que la califica». «Lo que la descalifica».

Cuando tenía tu edad, aún no era miembro de la Iglesia Adventista, pero ya tenía trabajo adelantado en ese sentido. Por ejemplo, tenía bien claro que no me casaría con una mujer que tuviera vicios. «La mujer con la que me case —pensaba yo — tiene que ser un buen ejemplo para mis hijos. Además, no quiero pasarme la vida besando a una mujer con la boca hedionda por el cigarrillo o el alcohol».

También tenía claro que no me casaría con una muchacha «manoseada». O con una joven que pasara más tiempo en la calle que en su casa. Había otras cosas en mi «lista». Pero lo importante aquí es: ¿Ya tienes tu propia lista?. ¿Qué características automáticamente descalificarían a una persona que te pretenda? ¿Te casaría por ejemplo, con alguien que no comparta tus mismas creencias religiosas? ¿Con una persona que tenga vicios? ¿Que sea dominante? ¿Que no te respete? Por el contrario, ¿qué cualidades debería tener esa persona? ¿Qué virtudes esperas encontrar en él o ella?

Trabajo por adelantado. De esto se trata. De esta manera, no perderás tu tiempo con quienes no encajan en tu lista, reducirás al mínimo las posibilidades de equivocarte y, a la hora de escoger, lo harás más con la cabeza que con el corazón.

Por supuesto, orar a Dios pidiendo su dirección también es parte de ese trabajo por adelantado.

Padre celestial, al pensar en las cualidades de mi futuro cónyuge, de que esa persona te ame por sobre todas las cosas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente: Por Fernando Zabala

¿Alguna vez ha deseado revivir el pasado para tener la posibilidad de en­mendar las palabras que lastimaron a otros; corregir los errores que cometió y las decisiones equivocadas que tomó; y borrar los momentos en que se sintió desalentado y abandonado por el Señor?
Si algo hay que sea cierto es que es imposible volver atrás en el tiempo y revivir lo que ya hemos vivido. Pero, si pudiéramos, ¿haríamos lo mismo? La verdad es que muchos no cambiaríamos: cometeríamos los mismos errores, lastimaríamos a las personas y tomaríamos decisiones equivocadas. ¿Por qué? Porque somos así, es nuestra naturaleza. Pero Jesús vino para ayudarnos a cam­biar nuestra vida de manera sobrenatural.

Jesús dijo: "Bienaventurados los que lloran", es decir: "Bienaventurados los que se sienten tristes, no por lo que les ha ocurrido, sino por cómo trataron a los de­más". Me he dado cuenta de que, para mí, es más natural ser orgulloso y egoísta que humilde y amable. Incluso es posible que diga que lo lamento sin lamentarlo en absoluto. Es lo mismo que pisar el pie de alguien y, de manera mecánica, decir: "Lo siento", al tiempo que se piensa: "No fue culpa mía.Tú te pusiste en mi camino".
Si reacciono así me entristezco. A veces me gustaría gritar: "¡Dios, sé pro­picio a mí, pecador!" (Luc. 18:13). Creo que esto es lo que Jesús quiso decir con: "Bienaventurados los que lloran". Si no reconozco lo mucho que necesito a Jesús seré siempre lo que fui: un pecador que comete siempre los mismos errores.
El dolor genuino implica que admitimos nuestra necesidad. Cuando el Es­píritu Santo nos convence de pecado, nuestro corazón llora. Llorar significa que cada día nos damos cuenta de que necesitamos a Jesús. El único que puede quitar la mancha de! pecado es Jesús.
A menos que lloremos por nuestros pecados, los cometeremos una y otra vez. Sin embargo, Jesús nos ha prometido que él nos consolará. No podemos volver a vivir el pasado, pero sí podemos proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Fil. 3:14). Quizá suene extraño, pero esta bienaventuranza nos recomienda que nos entristez­camos, el único modo de recibir consuelo.

                                        Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2012, del Pr.Richard Offil
  Que  cada día podamos ser transformados por el amor de Dios para así evitar errores  y palabras propias de nuestra naturaleza humana. Solo el poder de Dios nos hará diferentes.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

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CUESTA creer que Jesús dijera: "Bienaventurados los que lloran". La mayoría de la gente no quiere llorar. Algunos están tan tristes que intentan ahogar sus penas en alcohol y acaban por convertirse en alcohólicos.
Vivo cerca de los parques temáticos de Universal Studios, Disney y Epcot. La gente acude de todas partes del mundo para pasar unos días de vacaciones. Es interesante observar a las familias que llegan al aeropuerto. Los niños están felices y emocionados. Visitar los parques es muy caro, pero los padres quieren que sus hijos sean felices.
Jesús dijo que los que lloran son los verdaderamente felices. No enseñaba que jamás debamos mostrar alegría riendo o sonriendo. Tampoco hablaba de llorar la muerte de un familiar o cualquier tragedia. Hablaba de estar tristes a causa del pecado. Pero antes tenemos que reconocer que somos pecadores. ¿Cómo podemos ser salvos si no admitimos que estamos perdidos? ¿Cómo podemos estar llenos del fruto del Espíritu si no admitimos que la vida sin él está vacía?
Hace algunos años era muy popular una canción que decía: "Don't worry, be happy" [No te preocupes, sé feliz]. Jesús dijo que no nos preocupamos por demasiadas cosas. También dijo que hay algunas cosas que tendrían que preocuparnos y por las que tendríamos que sentirnos apesadumbrados: nuestros pecados, es decir, el orgullo, el egoísmo, la amargura y la falta de dominio propio. Cuando, después de contemplar a Dios y su santidad, veamos nuestra indefensión, nuestra desesperanza y nuestra impotencia, nos lamentaremos por nuestros pecados. El apóstol Pablo exclamó: "¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Rom. 7:24). Además, confiesa: "Yo sé que en mí no habita el bien" (Rom. 7:13).
Cuando yo era niño, a veces me caía y me lastimaba. Luego iba a llorar con mi madre para que me consolara. Después de un rato me sentía mejor y salía de nuevo a jugar. Si los pecados de su vida lo apesadumbran, lo invito a que acuda a Jesús. Él lo consolará y lo perdonará.
                                               Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2012, del Pr.Richard Offil
  Mientras estemos en este mundo de pecado muchas veces tendremos que llorar y estar tristes a acusa de nuestros errores, dificultades y pecados, pero recordemos que esa tristeza debe ser para acercarnos mas al Señor y pedir mas de su poder y de su ayuda. Solo así podremos seguir en su camino hasta que al fin en un abrir y cerrara de ojos seamos transformados y seamos semejantes a el. 
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

Suponga que usted y yo pudiéramos hablar con David sobre su adulterio con Betsabé. Según la forma de pensar actual quizá nos dijera: "Sencillamente, no pude evitarlo, era tan bella... ¿Porqué tuvo que bañarse al aire libre?Tenía que haber supuesto que alguien la podía ver. Sé que no debí matar a Urías, su esposo, pero no podía permitir que se enterara de la relación que yo mantenía con ella. Supongo que me dejé dominar por el pánico".
Jesús no dijo: "Bienaventurados los que se excusan por sus pecados", sino: "Bienaventurados los que lloran por sus pecados". David no se excusó por lo que hizo. En el Salmo 51 se lamentó por su pecado: Ten piedad de mí. Dios [...] borra mis rebeliones. ¡Lávame más y más de mi maldad y limpíame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí" (vers. 1-3).
¿Se imagina al hijo pródigo largándole todo este discurso a su padre? "Papá, escucha. Ya sé que no tenía que haberme ido de casa, pero no me quedaba otra elección. Mi hermano siempre se burlaba de mí diciendo que yo jamás haría nada tan bien como él. Cuando me acuerdo de todo, pienso que no fuiste justo conmigo. No te diste cuenta de mis necesidades emocionales tan espe­ciales y no las supliste. Es verdad, no colaboraba en las labores del campo, pero es que lo mío es el arte. Me imaginé que en la ciudad podría encontrarme a mí mismo. Allí conocí a una joven muy agradable que me fue infiel. Una noche bebí demasiado y perdí todo el dinero en el casino. Siento el daño causado".
En lugar de culpar a otros, mientras estaba sentado con los cerdos, el joven decidió que iría a casa y diría a su padre: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros" (Luc. 15:18,19).
Tendemos a culpar a otros por nuestros errores. Pero la Biblia dice: "El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia"( Proverbios 28:13)
                                         Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2012, del Pr.Richard Offil
  Que difícil es aveces  en nuestra naturaleza humana, admitir nuestros pecados y errores y no echar la culpa a los demás. Dejemos trabajar al Espíritu de nuestro Amado Dios, para que haga nacer en nosotros el verdadero arrepentimiento y el ferviente deseo de apartarnos de todo mal.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

DURANTE EL TIEMPO que vivió en la tierra, todo lo que hizo Jesús estuvo íntimamente relacionado con su uso de las Escrituras. Desde que en el templo, cuando contaba solo con doce años de edad, enseñaba a los ancianos hasta que, en la cruz, exclamó: "¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has des­amparado?", Las Escrituras fueron su guía.
Cuando Satanás lo tentó en el desierto, Jesús venció con las palabras: "Escrito está". Cuando los fariseos trataron de ponerle alguna trampa, é! usó la Palabra de Dios para mostrarles su error: "¿Qué dice la Escritura?"; "¿No habéis leído?"; "¿No está escrito?".
Jesús siempre citaba las Escrituras para mostrar a sus discípulos que sufriría, moriría y resucitaría. Dijo: "¿Cómo se cumplirían, si no, las Escrituras?". Colgado en la cruz, citó palabras que ya estaban en las Escrituras: "¿Por qué me has desamparado?"; y finalmente: "En tus manos encomiendo mi espíritu".
Me encanta cuidar un huerto. No siempre hemos podido tener uno. Sin embargo, cuando ha sido posible, Indefectiblemente, en casa ha habido huerto. A veces cultivo frijoles. Me gustan los frijoles. Un frijol es una semi­lla y, al mismo tiempo, también puede ser alimento. De la misma manera, la Biblia es a la vez semilla y alimento. Cuando leemos la Biblia, como si fuera una semilla regada por el Espíritu Santo, en nuestro corazón empieza a germinar la vida espiritual. Del mismo modo que comemos frijoles para alimentarnos, la lectura diaria de la Palabra de Dios nos sostiene y nos alimenta.
Si usted desea ser un hombre de Dios, fuerte en la fe, lleno de ben­dición, rico en frutos para la gloria de Dios, tendrá que estar lleno de la Palabra de Dios. Haga como Cristo y permita que la Palabra se convierta en su pan. Haga que viva abundantemente en usted. Haga que su corazón se llene de elia. Aliméntese con ella. Crea en ella. Obedézcala.
Cada lectura diaria está acompañada por un versículo para memorizar. Apréndalo y medite en su significado a medida que transcurre el día. Tenga la seguridad de que, cuando use las Escrituras como Cristo las usaba, ellas harán por usted lo mismo que hicieron por él.
Para memorizar Hoy: 
"¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca!" (Salmo 119:103).
                                   Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2012, del Pr.Richard Offil
  Que cada día de este año podamos aprovechar nuestro pan espiritual y así poder estar tan familiarizados con la palabra de nuestro Señor  para vencer en la guerra diaria que enfrentamos por el control de nuestras mentes.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                       DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

 

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