Archive for agosto 2009
Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Hechos 2:24
«El concepto de un Salvador y Señor viviente coloca la resurrección en el mismo corazón del mensaje cristiano, haciéndola objeto de los más violentos ataques de parte de los enemigos y detractores del cristianismo. Ya en sus días Pablo sintió la necesidad de contender con aquellos que querían abandonar esta creencia central de la fe cristiana. Y en 1 Corintios 15, su más largo alegato sobre el tema en todos sus escritos, presenta todos los argumentos en defensa de la doctrina de la resurrección. "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí", dijo, "que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (vers. 3, 4)» (Roy Adams, He Stiü Touches the Heart [Él aún toca el corazón], cap. 3).
Somos conscientes de que si Jesús realmente nunca se levantó de la muerte, entonces toda la fe cristiana es un engaño. ¿Dónde está, entonces, la certeza de la resurrección? ¿Qué pruebas convincentes existen para afirmar que hace dos mil años un hombre fue crucificado y sepultado y que resucitó al tercer día? Los profetas predijeron la resurrección del Mesías. Los autores de los Evangelios, escribiendo por separado, coincidieron en el hecho de la resurrección de Jesús.
La experiencia en la vida del cristiano es otra prueba más de la resurrección de Jesús. La resurrección es más que un acontecimiento futuro. Es una esperanza viviente que se hace real mediante la presencia de Jesús. Esa esperanza viva cambia la muerte actual en algo que no tiene consecuencias definitivas. Por eso Jesús pudo decir que el que vive y cree en él, no morirá eternamente (Juan 11: 26). La seguridad del cristiano de que, aunque muera, volverá a vivir otra vez solo se produce porque Cristo ha resucitado: «Así también Dios traerá con Jesús a los que durmieron en él» (1 Tes. 4: 14).
Es imposible que la muerte retenga para siempre a los que duermen en el Señor. Tiene que devolverlos, porque Jesús ha resucitado. ¿Crees esto?
Habiendo Jesús resucitado por la mañana el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. Yendo ella lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. Marcos 16:9,10
¿Qué propósito tenía Jesús en mente con las múltiples apariciones efectuadas después de la resurrección? ¿Por qué no ascendió al cielo? La creencia más aceptada es que no ascendió al cielo y apareció muchas veces a sus discípulos porque deseaba responder a ciertas preguntas que se habían suscitado entre ellos y para eliminar toda incredulidad. Si la resurrección es la doctrina clave, por la cual el cristianismo o cae o permanece en pie, era necesario que se disipase toda duda de la mente de los apóstoles.
Apareció a María Magdalena para evitar que el rumor promovido por sus enemigos de que su cuerpo había sido robado fuera aceptado por ella como verdad, y para mostrarle que la profecía se había cumplido. Apareció a Tomás para mostrarle que su cuerpo lacerado y quebrantado se había levantado de la tumba. Apareció a Pedro para restaurar su amor después de que este le hubiese negado.
Piensa hoy en el milagro de la resurrección. Tu esperanza surgirá como la luz del mediodía. Tus oraciones cobrarán un nuevo significado. Pide al Señor que, así como se apareció a sus discípulos el día de su resurrección, ayude a tu mente finita a comprender la maravilla de su muerte y el milagro de su resurrección.
Entonces Jesús les dijo: «No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos para que vayan a Galilea y allí me verán». Mateo 28:10
Jesús los miró, y les dijo: «Eso es imposible para los hombres, pero para Dios todo es posible». Mateo 19:26
Por ejemplo. En los Juegos Olímpicos realizados en Roma en 1960, una señorita negra de veinte años fue la primera mujer norteamericana que logró ganar tres medallas de oro. Bajó a once segundos el récord para la carrera de cien metros para damas. Luego venció a la notable estrella alemana Jutta Heine en los doscientos metros lisos. Finalmente, salió vencedora en la carrera de relevos de cuatrocientos metros. Los europeos la aclamaron como la mejor deportista del año. En los Estados Unidos fue laureada como la mejor deportista del año.
Lo que pocas personas supieron era que Wilma Rudolph se había convertido en campeona a pesar de grandes desventajas. Nació pesando apenas dos kilos y estuvo tan enferma que no pudo caminar sino hasta los cuatro años. Estuvo al borde de la muerte durante semanas a causa de la escarlatina y la neumonía. La enfermedad la dejó con una pierna paralizada. Los médicos de Nashville dijeron que posiblemente los masajes administrados durante años podrían devolverle el uso de la pierna.
La madre de Wilma le administró los masajes, decidida a lograr que su hija caminara. Al cabo de un año los médicos encontraron solo una leve mejoría.
Cuando la niña tenía seis años ya podía dar saltitos. Dos años después ya podía caminar con la ayuda de un bastón; y después de eso caminó valiéndose de un calzado especial. Pero Wilma siguió esforzándose. Y su madre continuó animándola. El resultado es un hecho histórico. No solo caminó, sino que también corrió. Llegó a ser la mejor corredora del mundo.
No todos los resultados son milagrosos. Pero todos podemos alcanzar lo que parece imposible, porque, como dice Pablo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Todo, incluso ganar medallas olímpicas. Probemos a Dios con prudencia, sin presunción. Intentemos lo imposible, y Dios nos permitirá alcanzar siempre lo posible; pero muchas veces también lo imposible.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13,14
Es un hecho que la persona que da un golpe aquí y otro allá nunca forjará su destino. En cambio, la persona que concentra sus esfuerzos puede lograr maravillas. Como decía el mismo Carlyle, «los débiles rayos del sol invernal pueden encender fácilmente una fogata si se concentran adecuadamente». Del mismo modo, la persona más débil puede llevar a cabo una empresa si concentra en ella todos sus esfuerzos.
Mucha gente realiza poco en su vida porque dispersa sus esfuerzos. En vez de concentrarse en un gran propósito, malgasta sus energías especulando con esto y con aquello. Nunca se destaca en nada. Cuando llega al final del camino de la vida, no deja ningún monumento tras sí: solo una lápida funeraria.
¡Cuan diferente fue la vida del apóstol Pablo! «Una cosa hago», declaró. No tuvo sino una gran ambición: predicar a Cristo en todo lugar, desarrollar un carácter semejante al de Cristo y, finalmente, oír del Maestro las palabras: «Bien hecho, siervo bueno y fiel». ¡Cuan plenamente lo consiguió!Charles E. Stillings era obrero ferroviario, pero tenía un propósito dominante: dejar instituida una beca de estudios en memoria de su padre. Al comienzo aportaba poco. Ahorraba cada centavo que realmente no necesitaba. Cuando aumentaron sus ingresos ahorraba más. Cuando contaba con 81 años, declaró instituida la beca. La Universidad de Nuevo Hampshire anunció que había recibido 288,000 dólares, la mayor cantidad jamás recibida de un ex alumno. Al mismo tiempo se divulgó que, al jubilarse, había cobrado medio millón de dólares, la totalidad de los cuales fue destinada a la universidad. Como Pablo, Charles E. Stillings había dicho: «Una cosa hago», y la realizó con éxito. ¿Cuál es tu blanco? ¿Ser semejante a Jesús?
Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente, y esforzaos.
1 Corintios 16:13
Propósitos firmes y esfuerzos perseverantes: he ahí la clave del éxito en todos los esfuerzos de la vida, incluyendo la vida espiritual. Si bien Dios nos da su gracia para servirlo, no ayuda al que no se esfuerza denodadamente en su servicio (Jos. 1: 5-8). Benjamín Disraeli, que fue primer ministro del Reino Unido, y uno de los más insignes ocupantes de ese cargo en el siglo XIX, dijo una vez: «El secreto del éxito es la constancia en el propósito». Y con su vida dio un buen ejemplo de su teoría. Al comenzar su carrera política, cuando se convirtió en diputado, su primer discurso fue un fracaso. Se rieron y se mofaron de él. Sin embargo, levantándose de nuevo, señaló a sus opositores, y, sacudiendo el índice ante ellos, dijo: «¡Vendrá el día cuando me oirán!» Y llegó el día cuando escucharon cada una de sus palabras. Llegó a ser íntimo amigo y consejero de la reina Victoria, y uno de los hombres más notables de sus días. En 1876 se le confirió el título de Conde de Beaconsfield. Logró el éxito en el mundo político debido a la constancia en sus propósitos.
Lo mismo ocurrirá con nosotros. Y no solo en la vida natural, pues en el ámbito espiritual sucede exactamente lo mismo. Para el apóstol Pablo ese era el secreto del éxito en la carrera cristiana. Aunque el consejo parece solo para los varones, también las mujeres cristianas deben ser esforzadas en la lucha por la corona de la vida.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: «Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: "¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?", dice Jehová». Jeremías 35:13
Nuestro texto de hoy dice que Dios hizo una pregunta incisiva al pueblo de Judá y a sus dirigentes: «¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?» El problema no era que se les dificultara aprender, sino que no querían aprender. Pablo recordó a los creyentes de Roma (Rom. 10:6-8) las palabras que Dios dirigió al pueblo antes de entrar en la tierra prometida: «Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír para que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas» (Deut. 30:11-4).
No hay nada misterioso, ni difícil, en los mandamientos y en la voluntad de Dios para su pueblo. Es tan sencillo que solo quiere disposición del corazón para comprenderlos y cumplirlos. Es cierto que la teología bíblica es profunda, y tiene misterios insondables. Hay maravillas y tesoros de conocimientos ocultos en la mina inconmensurable de la Palabra de Dios. Pero el cristiano no necesita saber todos esos misterios para servir a Dios. El mandamiento que Dios ordenó «no es demasiado difícil para ti». El que quiera obedecerlo, puede hacerlo, con todos los medios de la gracia que Dios nos ha dado.
Lo malo es que algunos «siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad» (2 Tim. 3: 7). La Biblia dice: «Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento» (Ose. 4: 6). Pero la falta no es de Dios ni de sus mandamientos. Su pueblo nunca terminó su aprendizaje. Desde antes de entrar en la tierra prometida, Moisés se dirigió así a sus integrantes: «¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante?» (Deut. 32: 6). Eran ignorantes voluntarios.
Dios ha dicho: «Te enseñaré el camino en que debes andar» (Sal. 32: 8). Aprendamos de nuestro Maestro.
Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí.
Salmo 131:1
No se ha envanecido mi corazón. En la escuela de la experiencia el salmista tuvo que renunciar al orgullo y al egoísmo, y ello lo volvió humilde y manso. Los individuos grandes a la vista de Dios son profundamente humildes. Cristo afirmó que entre los nacidos de mujer no había otro mayor que Juan el Bautista (Mat. 11:11). Sin embargo, fue uno de los hombres más humildes. Juan alcanzó la cima de la abnegación (Juan 3: 30). Solo es verdaderamente grande el que es de veras humilde (Jer. 45: 5). Lo que está más cerca del trono es el estrado de la humildad.
¡Qué difícil es para nosotros luchar contra los deseos de un corazón que busca su propia gloria! Por eso dice Elena G. de White: «La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande que jamás se haya reñido. Rendir el yo, entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha. Ahora bien, para que el alma sea renovada en santidad, ha de someterse antes a Dios» (El camino a Cristo, p. 66). Gracias a Dios, el mismo poder que hizo que David pudiera decir «no se ha envanecido mi corazón», puede ayudarnos a nosotros a hacer lo mismo.
Ni mis ojos se enaltecieron. Otra victoria de David, obtenida en la lucha que tuvo que librar para salvar su vida. Una de las señales más notables del orgullo del corazón es esta característica de los impíos: «Los ojos se les saltan de gordura» (Sal. 73: 7). Los «ojos enaltecidos» (Prov. 6:17) son una de las siete cosas que el alma de Jehová abomina. Librarse de un corazón altivo es imposible humanamente. Pero el mismo que hizo que David pudiera decir «ni mis ojos se enaltecieron» puede ayudarnos para que podamos decir lo mismo.
Por eso mismo es notable nuestro texto de hoy. Busquemos nosotros también esa victoria.
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado».
Mateo 13:33
Cambiar es la orden del cielo. Por supuesto, ese cambio no se produce de repente en el momento maravilloso e incomparable en el que experimentamos la conversión. La parábola pronunciada por nuestro Señor acerca de la levadura nos enseña que la vida cristiana consiste en cambiar constantemente, durante toda la vida. La santificación, que es obra de toda la vida, es un proceso de cambio. Desde su inicio hasta el final, la experiencia del creyente es de constante transformación. Cada semana, cada mes, cada año, debe producirse algo nuevo en la vida del cristiano.
Dios cambia todo lo que toca. El ciego ve; el cojo salta; el corazón que odia, ama; la carne descompuesta por la lepra se vuelve suave como la de un niño; el mudo habla; el corazón de piedra se vuelve de carne. La levadura de la verdad llena por completo la vida del creyente para cambiarlo, para transformarlo, para hacerlo nuevo cada día. Si tu corazón y tu vida de adoración no cambian, no estás viviendo la vida del Espíritu.
No encierres a Dios en una pequeña Biblia cerrada con una cremallera. El Señor es grande y quiere morar en tu corazón. Permítele que haga crecer tu vida a la estatura que él tiene señalada. Todos los atributos que Dios nos dio están concebidos para que sean desarrollados, para darles crecimiento hasta que alcancen la estatura del varón perfecto, Cristo Jesús. El statu quo no forma parte del plan de Dios. Él nos llama a ir más allá cada día. El estancamiento no le agrada. Detenerse es retroceder y encaminarse a la morada de los muertos. "La vida tiene una ley inexorable: Ser hoy mejor que ayer, y mañana mejor que hoy. Esa es la ley de la vida en su forma natural".
Aborda nuevas ideas. Camina por rutas nuevas. Contempla formas nuevas de ver las cosas. Explora todas las posibilidades de la vida que Dios te dio. Fuimos creados para ser más de lo que somos, para hacer más de lo que hacemos, para tener más de lo que tenernos.
Deja que la levadura de la verdad que el Espíritu Santo ha puesto dentro de ti engrandezcan tu alma «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efe. 4: 13).
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar en moradas de maldad.
Salmo 84:10
• Prefieres pasar tiempo con Dios por encima de todas las cosas. Cuanto más tiempo permanezcas con el Señor, más semejante a él serás.
• Procuras celosamente encontrar momentos de quietud para orar y estudiar la Biblia.
• Reconoces la presencia de Dios en todo momento y lugar, no solamente el sábado y en el templo.
• Aprovechas toda ocasión para decirles a otras personas todo lo que Cristo ha hecho y está haciendo en tu vida.
• Tu deseo de obedecer a Dios llega a ser más intenso y el deseo de pecar se vuelve menos atractivo.
• Demuestras tu profundo amor por el Señor dedicando tiempo para adorarlo y alabarlo.
• Sientes que tu fe crece y se fortalece.
• Consideras que cuanto sucede en tu vida viene de Dios o ha sido permitido por él.
• Estimas un privilegio devolver tus diezmos y entregar ofrendas, y nunca consideras que servir en la causa de Dios sea una carga.
• Procuras descubrir la voluntad de Dios en cada prueba, y consideras que las pruebas son oportunidades para creer.
• Sientes dolor profundo y gran desesperación cuando pecas, pero te arrepientes e inmediatamente pides perdón.
• Eres consciente de todas tus debilidades.
¿Estás creciendo en la búsqueda de la madurez de tu carácter cristiano? Sigue el consejo del texto de hoy. Busca a Dios cada día y alaba su santo nombre.
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
1 Corintios 9:27
Todos nos encontramos en una carrera. La sociedad nos obliga a vivir en un ambiente de lucha y competición por ser el mejor. Ganar en todo a los demás parece ser el objetivo de todos. Pero en la vida cristiana nunca debemos compararnos con los demás o competir con ellos. La vida eterna es un don para todos, pero nuestro Padre celestial ha preparado premios personalizados para cada uno de nosotros cuando finalmente lleguemos al cielo.
Pablo entendía que sus mayores competidores no eran sus hermanos cristianos, sino sus propios deseos y su propio cuerpo, igual que Pablo, debemos entender que nuestra mayor conquista debe ser nuestro propio cuerpo. A veces usamos expresiones como: «Señor, te amo con todo mi corazón». Dios anhela que eso sea una realidad en la vida de cada uno de sus hijos. Pero para que sea una realidad tenemos que ser disciplinados para llevar a nuestro cuerpo a ser un esclavo dominado por la voz del Espíritu Santo.
Por eso oramos siempre por vosotros que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamado, y mediante su poder cumpla todo buen propósito vuestro y todo acto impulsado por vuestra fe.
2 Tesalonicenses 1:1
Este texto tiene una lección para nosotros hoy. Primero, el apóstol ora para que los tesalonicenses sean dignos del llamado de Dios. Dios nos llama a una vida santa, a salir del mundo y a estar separados de él. Nosotros debiéramos ser dignos de ese llamamiento. Pero también pide a Dios que se cumpla el buen propósito del corazón de los tesalonicenses. Aquí se refiere a todo buen deseo de los hijos de Dios. Pablo ora para que Dios «cumpla», es decir, lleve a término completamente, toda aspiración hacia el bien que experimenten sus conversos. Uno de los deseos más arraigados de los cristianos, por el cual oran fervientemente, es ser hallados «sinceros e irreprensibles para el día de Cristo» (Fil. 1:10). Ese buen propósito lo cumplirá Dios con su poder cada día de nuestra vida.
¿Ya has definido con toda precisión lo que quieres en la vida espiritual? ¿Qué tan claros son tus objetivos espirituales? ¿Ya sabes lo que quieres lograr en tu vida cristiana? ¿O son vagos y difusos tus objetivos en la lucha a muerte contra el pecado? Pablo tenía objetivos espirituales claros cuando dijo: «Trato severamente a mi cuerpo, y lo someto a disciplina, no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado» (1 Cor. 9: 27).
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.
Salmo 128:1
Guarda sus mandamientos y serás dichoso. Reverencia al Señor y tendrás un final feliz. El camino es sencillo; transita por él.
Y perfeccionado, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen.
Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea, y Samaría; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.
Hechos 9: 31
Hoy la influencia humana amenaza a la iglesia. Muchas veces el control está centrado en el hombre y no en Dios. El temor de Jehová, mencionado en más de trescientos pasajes bíblicos, parece olvidado. Hoy hablamos mucho del amor de Dios, como debe ser, pero con frecuencia olvidamos su juicio, ¿Cómo está el temor de Jehová en tu vida? Decide hoy caminar en el temor de Jehová. Todo lo que tengas que hacer hoy, hazlo en el temor del Señor.
Como dijo el profeta: «A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo» (Isa. 8:13).
Entonces dijo David al filisteo: «Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado».1 Samuel 17: 45
Los niños se apasionan con el relato del enfrentamiento entre el joven David y el gigante Goliat. También los adultos nos maravillamos con el extraordinario relato, y somos proclives a extraer de la historia lecciones edificantes para nuestra vida espiritual. David se enfrentó a un temible enemigo prácticamente desarmado, sin espada ni armadura y sin experiencia de combate. Decidió pelear de manera ordinaria para ganar una victoria extraordinaria. Se cree que Goliat medía entre tres y cuatro metros de altura y que pesaba varios cientos de kilos. Tenía armas pesadas y su aterrador aspecto llenaba de terror los corazones de todo el ejército de Saúl. Según la lógica humana, David no estaba a la altura de semejante reto. El propio David comprendió de inmediato que, más allá de ia evidencia física, aquella batalla era de naturaleza espiritual. Era una batalla entre Dios y Satanás, el enemigo de nuestras almas. Era una de las batallas del conflicto de los siglos.
Para andar en el temor del Señor
El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: «Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos».
Deuteronomio 4:10
Cómo podemos andar en el temor del Señor, como decíamos ayer, si nuestra cultura perdió el sentido de su santidad? Esa idea se ha infiltrado también, por desgracia, en algunas iglesias.
Nadie puede temer a Dios sí no tiene un claro concepto de la seriedad del pecado. La tolerancia y el respeto por la libertad de los demás, que es uno de los valores morales de nuestro tiempo, se ha convertido en una debilidad, porque es tolerancia con el mal, no con las personas, y lo mismo puede llegar a ocurrir en muchas de nuestras iglesias. Muchas personas simplemente ignoran la seriedad del pecado. Se ríen de él, como si se tratara de un simple pasatiempo. Otros parecen usar el argumento de que todos lo hacen y que eso es, simplemente, parte de la vida en el mundo del siglo XXI. Otros se justifican diciendo que su pecado no es tan malo comparado con lo que otros hacen.
¿Cuál será tu decisión este día? Hoy tendrás que decidir entre muchas cosas. Decídete por el temor de Dios.
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Eclesiastés 12:13
Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado;
y adorad a Aquel que hizo el cielo y la tierra, eí mar y las fuentes de las aguas. Apocalipsis 14:7
Qué es el temor de Dios? ¿Significa vivir con miedo constante? ¿Significa vivir aterrorizado, como cuando alguien te persigue? ¿Es vivir con la idea de que Dios tiene un martillo listo para hacernos pedazos por el más mínimo pecado que cometamos?
Las personas cuyos padres han abusado de ellas física o emocionalmente pueden confundir el temor de Dios con el malsano temor de un padre o una madre abusivos. Tristemente, es posible que algunos de nosotros no sepamos lo que significa caminar en el temor de Dios.
La palabra 'temor' describe a una persona que reconoce la superioridad, el poder, la pureza y la posición de otra persona, y le ofrece respeto. Podía pensarse que algunos de nosotros estamos perdiendo nuestro sentido de reverencia y asombro en nuestra relación con el Señor. Isaías contempló la gloria del Señor y dejó constancia asombrado de la alabanza celestial: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos».
El temor de Dios es una asombrada reverencia hacia el Señor que ejerce un papel de motivo controlador de la vida en los asuntos espirituales y morales. No es un terror por su asombroso poder y justa retribución, sino un saludable temor a desagradarle. Cuando leemos sobre el temor del Señor en las Escrituras, ello no nos hace acobardarnos ante su presencia por temor a ser golpeados o avergonzados. Es el pensamiento de someternos al Dios Creador, quien está en total control de su creación y es merecedor de todo respeto, amor, alabanza y reconocimiento de su señorío. Es el apasionado anhelo de vivir en obediencia a su voluntad.
El temor del Señor es un concepto saludable para el creyente. Es un asombro reverente, es temor de ofender de alguna manera a un Dios santo. No es asentimiento intelectual, sino un estado de consciencia con la que el cristiano vive continuamente. Es el resultado de rendirse diariamente a Cristo.
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
1 Juan 4:18
El apóstol se refiere aquí al temor que es fruto de la cobardía, no al deseable «temor de Jehová», que poseen todos los creyentes. Como dice el apóstol: «Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Cor. 5:11). El temor de que habla San Juan es lo opuesto a la confianza; por eso no debe tener lugar en la mente del cristiano.
¿Cómo puede echar fuera el perfecto amor al temor? Lo hace porque el perfecto amor se centra en Dios. El cristiano que ama a Dios con todo su corazón no tiene por qué temer, pues, como dijo el apóstol Pablo: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» El que ama verdaderamente no tiene miedo de Dios, ni tiene por qué temer las artimañas de los hombres. Es lo que ocurría con nuestro Señor cuando dormía en la barca mientras la tempestad llenaba de terror a los discípulos. ¿Te has preguntado alguna vez por qué Jesús no tenía miedo de nada? Ahora conoces la respuesta: Porque tenía verdadero amor y estaba perfeccionado en el amor, como dice nuestro texto. Siempre admiramos su valor cuando se dirigía a Jerusalén por última vez. Dice la Biblia que «cuando se cumplió su tiempo en que había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusaién» (Luc. 9: 51). No tuvo miedo, sino un «temor reverente», completamente diferente del miedo servil (Heb. 5: 7).
En la Palabra de Dios hay constantes exhortaciones a tener valor y vivir con valor. Parece que el valor es una de las virtudes destacadas del cristiano: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Jos. 1: 9).
Procura que Dios te libere de la tiranía del temor. Es una de las bendiciones que más necesitamos en el duro y difícil camino de la vida.
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Amados, armémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. El que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. (1 Juan 4:7,8 )
Es la señal del verdadero cristiano. El que ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente es cristiano, aunque no comprenda bien muchas cosas profundas de Dios. Quien ama a su prójimo como a sí mismo es cristiano, aunque todavía no conozca todos los principios de la vida y de la piedad. El que no ama a su prójimo no es cristiano, aunque diga que ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente, y aunque conozca muchas cosas profundas de Dios. El amor es la señal del verdadero cristiano.
Un día, en 1945, cuando formaban una fila de mujeres ante la cámara de gas, para sufrir el destino que todas conocían, una muchacha comenzó a gritar despavorida. Cuando dos guardias se acercaron amenazantes a ella, Elizabeth le puso sus brazos sobre los hombros, y le dijo: «No temas. Mira, yo ocuparé tu lugar».
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Y aunque sea derramado en libación por el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.
Filipenses 2:17
—No —fue la respuesta del famoso evangelista.
—Sr. Moody —exclamó sorprendido su interlocutor—, ¿cómo ha podido usted predicar semejante sermón sobre la fe si no tiene usted suficiente fe para ser mártir?
—Si Dios quiere que yo lo sea, me dará la fe de un mártir —repuso Moody.
Y así es. A veces, cuando pensamos en el valor intrépido y en la fe de los héroes cristianos, desde los días de Esteban hasta los misioneros actuales que han arriesgado y arriesgan su vida —perdiéndola en ocasiones— por el evangelio, miramos a nuestro interior y temblamos. Comprendemos que no tenemos la resistencia espiritual o moral para hacer frente a lo que ellos afrontaron.
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Mateo 10:42
—No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice —respondió el agricultor, rechazando la oferta.
En ese momento, el hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
—¿Es ese su hijo? —preguntó el noble.
—Sí—repuso el agricultor lleno de orgullo.
—Le voy a proponer un trato. Déjame llevarme a tu hijo y ofrecerle una buena educación. Si se parece a su padre, crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted se sentirá muy orgulloso—. El agricultor aceptó.
Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming, el agricultor, se graduó en la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital, en Londres, y se convirtió en un personaje de fama mundial: Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina.
Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Sabes qué lo salvó? La penicilina. El noble inglés se llamaba Randolph Churchill. Su hijo, Sir Winston Churchill.
Cumple hoy los pequeños deberes de hijo, padre o madre, amigo y ciudadano. Haz de hoy el festival de las cosas pequeñas; así sembrará grandes cosas para el futuro ahora y en la eternidad.
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Has tu trabajo como para el Señor
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
Eclesiastés 9:10
Aquí Salomón nos comunica el secreto para cumplir bien el propósito de la existencia, el secreto de cómo hacer bien las cosas. Fíjate en la progresión que hay en este versículo: actividad, planificación y sabiduría. Sabiduría es la habilidad para ver con comprensión. Planificación es la habilidad para organizar. Actividad es la habilidad para iniciar, perseverar y alcanzar objetivos. Las personas han sido creadas por Dios para imaginar, para planear y hacer cosas. Dios creó a Adán para que gozara de la vida y cultivara el jardín del Edén. Le dio trabajo para que lo desarrollase. Salomón dice que el trabajo es una de las actividades más benditas de las que podemos disfrutar.
Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera y se secó.
Jonás 4:7
Y le vieron todos lo que habitaban en Lidia y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.
Hechos 9:35
Puede toda una ciudad ser transformada por el poder del evangelio? El libro de los Hechos de los Apóstoles dice que sí. Según nuestro texto de hoy, al menos una ciudad fue transformada: Lidia. Mejor todavía, ¿te gustaría saber qué se debe hacer para ver una ciudad transformada?
En primer lugar, en Lidia, la ciudad que fue transformada, los creyentes se unieron en oración. En muchos lugares de nuestra época se han abierto centros —iglesias, escuelas, negocios, talleres y otros— de influencia y de oración intercesora. Conocí hace años un taller mecánico donde, al mediodía, el dueño del taller, quien era cristiano, se reunía con todos sus empleados y otros creyentes para orar por los inconversos.
En segundo lugar, humildad. Dios bendice y usa con poder a los hombres y las mujeres que reconocen que necesitan de los demás. Saben que no son suficientes y procuran trabajar en equipo, sin buscar gloria y honor para sí. El salmista declaró que Dios quiere encaminar a los humildes por el juicio y enseñar a los mansos su carrera (Sal. 25: 9). Dios bendice a los líderes y a los miembros que no procuran ser el centro de atención.
En tercer lugar, unidad. Dios llama a su pueblo a vivir en unidad. El espíritu de independencia, orgullo y egoísmo impide que se cumpla el propósito de Cristo. Nuestro Señor oró así antes de volver a su Padre: «Que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste» ¡Juan 17: 23).
En cuarto lugar, conocimiento de los métodos de Dios. Siempre existe el peligro de realizar la obra con la sabiduría humana y no con la divina. Un ejemplo típico es el método de David para trasladar el arca del pacto a la ciudad de Jerusalén. Usó un carro en lugar de los hombros de los sacerdotes. Todos conocemos los resultados.
Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino más excelente.
1 Corintios 12:31
Uno de los temas abordados en la primera de las epístolas de Pablo a los cristianos de Corinto es el debido empleo de los dones espirituales. Son objeto de análisis, sobre todo, en el capítulo 12. Los dones espirituales son impartidos por el Espíritu Santo para la edificación de la iglesia, con el propósito de que llegue a un estado de perfección y unidad en Cristo. «Los que sirven directamente al propósito principal de la iglesia, la predicación del evangelio, y que contribuyen más a la edificación general, sin duda son considerados como los más importantes» (Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 771, 772). Aquí van, sin duda, los dones de profecía, de pastorado, de enseñanza, de administración y de operación de milagros.
Sin embargo, para ios fines anunciados —edificar a la iglesia y predicar el evangelio—, el apóstol afirma que hay «un camino más excelente». Ese camino más excelente es el camino del amor, que es el tema del capítulo 13, donde se presenta una exposición magistral e inspirada del amor cristiano.
Como dice al principio de ese capítulo deí amor, ¿de qué sirve predicar con una lengua angelical, sin tener el amor de Cristo? De nada. Es como el sonido molesto del címbalo, que no tiene modulaciones ni puede producir melodía. ¿De qué sirve ser profeta y conocer todos los misterios y abarcar todo el conocimiento, sin amor? De nada. En otra parte dice que es como «el crepitar de los espinos debajo de la olla». ¿De qué sirve ser filántropo y muy generoso, sin el amor de Cristo? De nada. Un cristiano que no tenga ninguno de esos dones, pero que tenga el amor de Cristo en su corazón, será una bendición para todas las personas con las que se encuentre, y puede ser poderoso en la predicación del evangelio.
Ese es el camino más excelente que Pablo recomendaba a los corintios y a nosotros. Debemos procurar los mejores dones espirituales. Debemos prepararnos en toda forma posible para ser útiles en las manos de Dios. Debemos llegar a ser lumbreras por nuestra elocuencia, por nuestro poder para sanar enfermos y por nuestro dominio de las lenguas antiguas y modernas. Eso debemos ser, si podemos. Debemos procurar obtener esos dones, en la medida de lo posible. Pero siempre debemos tener ciaro en nuestra mente que el camino más excelente para llevar a cabo la obra de Dios fuera y dentro de nosotros es el amor.
Procura andar hoy por el camino más excelente del amor de Cristo.
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuera traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Hebreos 11:5
Se suele afirmar que una imagen dice más que mil palabras. También sucede que nuestra conducta, nuestro comportamiento, pregona con más claridad lo que somos que nuestras palabras o nuestra profesión de fe. Lo advirtamos o no, cada cristiano tiene un testimonio. Somos testigos aunque no abramos nuestros labios y hablemos de nuestra fe. No cabe ninguna duda de que las personas dirán algo acerca de ti y de tu fe después de observarte.
Como cristianos, nuestro testimonio es para bien o para mal. No puede ser de otra manera. Nuestro Señor dijo: «Este evangelio del reino será predicado por testimonio [...], y entonces vendrá el fin». ¿Tienes tú un buen testimonio? ¿Estás dando un testimonio efectivo?
Mi hermano y yo, que somos pastores, nos encontrábamos en la cafetería de una librería tomando un refresco. De repente se nos acercó una joven que estaba en la mesa de al lado y nos dijo:
—¿Verdad que ustedes son pastores?
Estoy seguro de que también a ti te habrá ocurrido la misma experiencia con tu compañero de asiento en el autobús, o con la cajera de un negocio, o quizá con la peluquera que re corta el cabello. Cuando andas con Dios y Jesús se revela en ti, hay alguien que te preguntará: «¿Qué lo hace a usted tan diferente? ¿Por qué siempre se lo ve a usted gozoso? ¿Cómo puedo tener el mismo gozo y la misma felicidad que usted manifiesta siempre?» Tú podrías decirle: «Permíteme que te hable de un amigo que me impulsa a ser así. A lo mejor, has oído hablar de él. Se llama Jesucristo».
Muchas veces no damos un buen testimonio porque no caminamos con Dios, porque no gozamos de un compañerismo íntimo con él, porque no vivimos en comunión con él. ¿Caminas con Dios? ¿Hablas con él? ¿Lo complaces? ¿Testificas en su favor?
Dios desea que vivas en armonía con él. Desea revelarte sus planes y los propósitos que tiene para ti. Desea que camines a su lado. Dale a Dios la oportunidad que anhela: Andar contigo para que puedas dar un buen testimonio acerca de él, de su verdad y de su amor.
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