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Archive for enero 2010

Enero 31

La justicia por fe en el tiempo del fin

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado
(Juan 17: 3).
OTRO PELIGRO AL FALLAR en la comprensión del mensaje de la justicia de Cristo y el evangelio, es de naturaleza escatológica. Nos gusta hablar de los últimos días. Nos fascina el tema de la crisis final y de los eventos finales. Hasta perseguimos a los predicadores de estos temas de iglesia en iglesia y de auditorio en auditorio. Estarrjos dispuestos a comprar cualquier publicación o grabación para estar al día1 con las últimas interpretaciones proféticas. Hasta podemos llegar a tener una especie de complejo de persecución, y a menudo caemos víctimas de los predicadores del «allí viene el lobo», que tanta frustración ha traído a tantos miembros de nuestras iglesias. A veces no entendemos que lo importante no es el conocimiento preciso del fin, sino estar preparados y salir victoriosos cuando el fin llegue.

Pero nunca saldremos airosos en el tiempo de angustia si no entendemos bien los fundamentos del evangelio. Notemos estas palabras: «Si queréis salir incólumes del tiempo de angustia, debéis conocer a Cristo y apropiaros del don de su justicia, la cual imputa al pecador arrepentido» (Mensajes selectos, t. 1, p. 426).

De nada sirve tener fascinación por las profecías apocalípticas del tiempo del fin si no tenemos una experiencia viva con Cristo. De nada sirve la pasión desordenada y el interés enfermizo por saber los detalles relacionados con el fin del tiempo, si no nos hemos apropiado de la justicia de Cristo. Conocer a Cristo personalmente y vestimos de su incontaminado manto de justicia nos dará la fuerza espiritual para ser vencedores en aquel día.

Por eso nuestro Señor dijo en una ocasión: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (Juan 17: 3). Este conocimiento, sin embargo, no es un concepto abstracto que tenga que ver con un conocimiento filosófico acerca de Dios o de Cristo. Es, más bien, el tener una relación personal y hacer una entrega de fe a la persona de Cristo.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 30

La ignorancia le da poder al diablo

El problema era que algunos falsos hermanos se habían infiltrado entre nosotros para coartar la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de esclavizarnos. Ni por un momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre ustedes la integridad del evangelio
(Gálatas 2: 4, 5).
SI NO SE COMPRENDE EL EVANGELIO, se le da poder a Satanás en nuestra vida. Fijémonos en estas palabras llenas de significado: «El enemigo de Dios y del hombre no quiere que esta verdad sea presentada claramente; porque sabe que si la gente la recibe plenamente, habrá perdido su poder sobre ella» (Obreros evangélicos, p. 169).

Ahora comenzamos a entender por qué mucha gente no tiene una comprensión correcta del evangelio como se revela en el mensaje de la justificación por la fe. El causante de esto es el enemigo de Dios. Él no quiere que los seres humanos entiendan el evangelio con claridad. La razón es que cuando el evangelio se capta en toda su gloria, y la gente lo acepta de corazón, Satanás pierde el poder controlador.

Pero también es importante mencionar lo contrario. Si no entendemos el evangelio y aceptamos una falsificación, o una distorsión de sus verdades fundamentales, entonces el enemigo de Dios tiene poder para controlar a las personas. Lo interesante es que no se requiere mucho para falsificar el evangelio. Más adelante veremos lo sutil que puede ser tal desvío y cuan sagaz puede ser la modificación. No fue por nada que el Señor dijo en una ocasión: «Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?" Entonces les diré claramente: "Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!"» (Mat. 7: 22-23).

Resulta incomprensible que alguien pueda llamarse cristiano y estar bajo la influencia y poder del maligno. Normalmente pensamos que quienes no quieren saber nada de Cristo, son los que caen bajo el poder del adversario de Dios. Frecuentemente no comprendemos cómo alguien que acepta a Cristo, que parece ser un miembro fiel de una congregación cristiana, que es celoso por la causa de Dios y apegado a la más estricta ortodoxia, pueda estar controlado por el enemigo de la justicia divina. Dios no permita que nosotros seamos tales personas.

Enero 29
Escasa enseñanza de la justificación por la fe
¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? (Gálatas 3:2, 3).

OTRO PELIGRO QUE VIENE COMO RESULTADO de la incomprensión del evangelio, va más allá del daño espiritual que pueda producirse en una persona. Notemos: «Nuestras iglesias mueren por falta de enseñanza acerca de la justicia por la fe y otras verdades» (Obreros evangélicos, p. 316).
Hemos dicho anteriormente que cuando una persona no entiende correctamente el evangelio, se enferma espiritualmente. No crece, no desarrolla su vida cristiana en forma normal. Podríamos decir que se rezaga en su crecimiento. El atraso puede continuar hasta que la persona muere espiritualmente. Pero lo que le puede pasar a una persona, también puede sucederle a una congregación o iglesia. Como una congregación está formada por miembros individuales, lo que le pase a los miembros le pasará a la congregación.

Cuando una iglesia descuida la enseñanza del evangelio, corre el peligro de debilitarse y morir. Cuando el mensaje de la justificación se predica muy poco o no se predica, la iglesia, como la persona, sufre. Ya nos pasó como iglesia en una etapa de nuestra historia. Entusiasmados por descubrimientos doctrinales, nos dedicamos casi exclusivamente a predicar ciertas doctrinas importantes, pero que no constituyen el evangelio. De acuerdo a Elena G. de White, el resultado fue que predicamos tanto sobre la ley, el sábado y las profecías que llegamos a estar más secos que los montes de Gilboa, que no reciben ni rocío ni lluvia. Fue una época de debilidad espiritual. Gracias a Dios retomamos el camino y tratamos de corregir los errores cometidos.

Pero este riesgo nos persigue por todas partes. La única manera de sentirnos seguros es vigilar que el verdadero evangelio se predique en nuestras congregaciones. Cuidémonos del mucho sermoneo promocional que va y viene, y que suele desplazar la predicación del evangelio.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 28

Entender el evangelio
Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace transgresor (Gálatas 2: 18).


OTRO PELIGRO QUE SE TIENE al no entender correctamente el mensaje de la justificación por la fe se refleja en las siguientes palabras procedentes de la pluma inspirada: «Este asunto es tan oscuramente comprendido, que miles y miles que pretenden ser hijos de Dios son hijos del maligno, porque dependen de sus propias obras» (Mensaje selectos, t. 1, p. 402-403).

Tanto en esta cita como en la de ayer se habla de comprensión. Alguien podría pensar que estamos manejando el concepto de que las personas se salvan por un determinado conocimiento, al estilo del gnosticismo cristiano del primer siglo de nuestra era, que enseñaba que las personas se salvaban por el conocimiento que tenían. Pero en la fe cristiana las personas se salvan por tener fe en Cristo. El conocimiento salvador del cristianismo es un conocimiento práctico que implica una relación de fe con la persona de Jesús de Nazaret. Si no entendemos y comprendemos el evangelio correctamente, podemos caminar lejos de Cristo, que es la salvación, y por lo tanto, perdernos. Pero si nos perdemos es por falta de Cristo, no por falta de conocimiento doctrinal.

Si no se entiende el evangelio, o si se lo entiende incorrectamente, una persona puede desembocar muy lejos de Cristo, en una religión de salvación por obras que no tiene nada que ver con los méritos de Cristo. Tal religión es mortal.

Además, de acuerdo al evangelio, no todos los seres humanos son hijos de Dios. En un sentido natural, todos lo somos, pues hemos sido creados por Dios. Pero somos verdaderamente hijos de Dios cuando somos adoptados en la familia de Dios. Esto solo se logra aceptando a Cristo como nuestro Salvador personal. Sin embargo, es lamentable que personas que han llegado a ser hijos de Dios, pierdan este estatus al adoptar una religión por obras sin Cristo. También es triste que no sean pocos los que hacen eso. ¡Que Dios nos guarde de cometer ese error!

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 27

Los peligros del error
Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad? Tal instigación no puede venir de Dios, que es quien los ha llamado
(Gálatas 5: 7-8).


LA IMPORTANCIA del mensaje de la justificación por la fe consiste en el hecho de que es la esencia del evangelio. Cualquier distorsión del evangelio conlleva una maldición. Del mismo modo, debemos ser cuidadosos con respecto al mensaje de la justificación por la fe, porque cualquier cosa que altere su esencia introduce una modificación en el evangelio, lo cual implica una maldición. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos en su formulación.
Así que, al describir la importancia de este mensaje, se encuentra primero con el hecho de que es la esencia del evangelio de Cristo; en eso radica su importancia fundamental. Pero también hay otros elementos que hacen resaltar su importancia.
Si no entendemos este mensaje, ponemos en peligro nuestro bienestar espiritual presente y futuro. Notemos estas palabras tan oportunas de Elena G. de White: «No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este tema que es tan necesario para nuestro bienestar presente y eterno» (Mensajes selectos, t. 1, p. 422).

Este mensaje es tan importante que está anclado al bienestar espiritual presente y eterno. Sugiere que si no lo entendemos correctamente, no tendremos salud espiritual en el presente. El éxito de la carrera cristiana tiene que ver con lo que llamamos salud espiritual. La vida cristiana está llena de riesgos y peligros por todas partes. La inferencia es que si no tenemos la salud espiritual necesaria, no podremos tener éxito en nuestra lucha contra el mal. Si no hay salud, estamos enfermos; y si estamos enfermos, estamos débiles; y si estamos débiles, no tendremos fuerzas para luchar; y si no luchamos, caeremos.

También la comprensión de este mensaje se asocia con la vida futura, es decir, la vida eterna. Esto implica que si no lo entendemos correctamente, estamos en peligro de perdernos. Eso le da una seriedad muy grande a este asunto.
Resulta también alarmante que en tiempos de Elena G. de White hubiera tan pocas personas que entendieran correctamente este mensaje. ¿Cómo estaremos hoy? Ojalá que a través de estas reflexiones lo entendamos mejor, y consecuentemente tengamos una mejor salud espiritual.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 26
Importancia de la justificación por la fe
Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí
(Juan 14: 6).

LA DOCTRINA de la justificación por la fe, es la esencia del evangelio. Pero, de acuerdo a las Escrituras, el evangelio es el de Cristo. Por lo tanto, eso quiere decir que solo hay un evangelio: el de Cristo. Solo hay un modo de salvarse: Cristo. El apóstol Pedro lo dijo claramente: «De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos».
La importancia de la justificación por la fe radica en que es el mensaje del evangelio. Si no estamos convencidos de ello, leamos lo que escribió Pablo a los cristianos de Galacia: «Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!» (Gal. 1: 6-8).
En el resto de la carta, el apóstol deja claro que por evangelio él se refiere a la doctrina de la justificación por la fe, en oposición a la justificación por obras meritorias basada en la observancia de la ley judía.

Algunos creyentes, probablemente procedentes de Jerusalén, llegaron a las iglesias de Galacia fundadas por el apóstol Pablo para enseñarles a los feligreses ciertas cosas que estaban en contra de lo que Pablo les había enseñado. No eran asuntos de teología general, sino que era algo que contradecía el evangelio que el apóstol les había predicado. Pablo se enfureció tanto que dijo que estaban bajo maldición de Dios. Evidentemente eran hermanos que, por ignorancia o mala fe, estaban distorsionando el evangelio de Cristo.

Por eso es vital entender esta doctrina de la justificación, porque es el evangelio en sí. Ahora bien, ¿cuáles son los riesgos que corremos si no entendemos el evangelio, es decir, el mensaje de la justificación por la fe? Los veremos en los próximos días.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 25

El evangelio y la fe
A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen
(Romanos 1: 16).


EL EVANGELIO TRATA de cómo se puede obtener la salvación aquí y ahora. Nos dice que dicha salvación es para todos, pero que la obtienen solo los que creen. La salvación es un asunto de la justicia de Dios. Y esta se obtiene a través de un proceso que empieza con fe y termina con fe. Así que la fe es vital en la obtención de la salvación. Por eso el apóstol dice que el justo vivirá por la fe. Es la fe la que hace vivir al justo.
Uno puede creer que es justo de alguna otra manera, pero solo la justicia que emana de la fe es la que hace vivir. Se puede decir, entonces, que «el que por la fe es justo, vivirá». Lo cual implica que el que cree que es justo por alguna otra razón, no vivirá. Si creemos que somos justos por nuestra cuenta, por la obediencia a una norma humana, o por algún mérito propio o de otro, esto no cuenta para la salvación de acuerdo a la justicia de Dios.


Si el evangelio se relaciona con la justicia de Dios y con la fe, entonces se puede concluir que la doctrina de la justificación por la fe es la esencia del evangelio. Alguien podría sentir vergüenza de este tipo de evangelio que proclama una salvación basada en la fe. La salvación es más atractiva cuando se obtiene por el esfuerzo personal. Cuando la obtenemos a través de algún sacrificio individual, por algo que valga la pena, por la dedicación y la entereza, por la perseverancia o el martirio, entonces se siente uno orgulloso de la salvación, como de cualquier otro logro humano. El problema es que eso no vale para Dios. Para él vale solo la fe. Así que nos conviene reflexionar en la importancia del mensaje de la justificación por la fe, lo cual se hará de aquí en adelante.


Enero 24


Qué es el evangelio?
De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe» (Romanos 1: 17).


EN LOS ÚLTIMOS DÍAS SE HAN MENCINADO las razones de la muerte de Cristo. De este modo podemos entender mejor toda la importancia que este hecho tiene en la vida espiritual del creyente. Podemos afirmar sin lugar a dudas que la muerte de Cristo es el corazón del evangelio.
Pero, ¿qué es el evangelio? La palabra significa «buenas noticias». De acuerdo a como la aplicaron Cristo y los apóstoles, quiere decir «las buenas nuevas de salvación que Cristo trajo al mundo». ¿Por qué fue noticia en tiempos de Jesús y sus discípulos? Porque nunca antes se había presentado de esa manera. El concepto de salvación es una idea típica del Antiguo Testamento, donde Dios aparece constantemente salvando a su pueblo. La idea de Dios como Salvador es bastante común en estos escritos. Pero no se la había entendido con la particularidad con la que Cristo la aplicó. El Mesías llegó a ser el autor de la salvación. Jesús de Nazaret entendió que él era el Mesías, y que la salvación solo se podía obtener a través de él. Si no se aceptaba a Jesús como el Mesías, no había salvación. La salvación se había manifestado en la persona de Jesús. Él era el Salvador.


En esto consistía la proclamación del evangelio. Este era el evangelio. Posteriormente, el concepto de evangelio se amplió para incluir toda la experiencia por la que Cristo pasó para lograr la salvación del ser humano, incluyendo su pasión, muerte y resurrección. Pero es lamentable que como cristianos no podamos discernir con claridad en qué consiste el evangelio realmente. Porque hay quienes piensan que el evangelio es la ley o alguna parte de ella; otros dicen que son las profecías apocalípticas, o algo parecido. Y no faltan quienes creen que es algún tipo de mensaje que tiene que ver con la salud o el estilo de vida. Todo esto es muy bueno y tiene su lugar en la vida cristiana, pero no es el evangelio.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 23


La muerte de Cristo como triunfo
Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Corintios 15: 24, 25).


OTRA DE LAS RAZONES de la muerte de Cristo fue destruir el reino del mal. Es una realidad poco entendida que vivimos en medio de una lucha entre las fuerzas del bien y las del mal. No nos damos cuenta de lo que esto significa, tanto a nivel personal como cósmico.

El Apocalipsis testifica de esta guerra que comenzó en el cielo y se extendió a la Tierra. Una lucha milenaria, encarnizada y feroz que trata de representar mal el carácter de Dios ante el universo. ¿Fue Dios justo cuando expulsó a Lucifer del cielo? ¿Fue Dios justo al tratar con la desobediencia de Adán y Eva? ¿Fue Dios justo al destruir el mundo con un diluvio? ¿Fue Dios justo al destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra? ¿Es Dios justo cuando los malos prosperan y los buenos sufren?

Sobre todo es una lucha que se libra a nivel personal, donde cada mente es el campo de batalla. Cada ser humano es un agente del bien o del mal. Dios debe ser justo y ético al tratar con el mal y la injusticia, porque eso corresponde a lo que él es.

El foco de esta lucha milenaria se centró en la cruz del Calvario. Allí se iban a contestar todas las preguntas. Allí se iban a aclarar todas las dudas. Allí se iba a determinar quién tenía razón. Allí el carácter de Dios estaba en tela de juicio. Allí, por la muerte de Cristo, el carácter de Dios fue vindicado ante el universo. Allí se reveló con toda claridad el carácter de Satanás. Allí el universo entero fue testigo de la exhibición maravillosa de los verdaderos motivos de Dios y de los motivos ocultos de su adversario.
La muerte de Cristo en la cruz fue una declaración del triunfo del bien. San Pablo dijo: «Dios [...] desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal» (Col. 2: 13, 15).

Enero 22
La muerte de Cristo es redentora
Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).

OTRA CARACTERÍSTICA DE LA MUERTE de Cristo es que es redentora. Un objetivo importante de la muerte de Cristo es la redención del ser humano. Para expresar esto, los escritores del Nuevo Testamento usan varias palabras que pertenecen al mundo de los negocios y las transacciones comerciales: redimir, rescatar, comprar. En el vocabulario de aquel tiempo, estas palabras se usaban para referirse al precio que se pagaba por salvar algo que estaba empeñado, o por el rescate de prisioneros de guerra, y para comprar la libertad de un esclavo.
En español se usan preferentemente las palabras redimir y redención como términos casi exclusivamente teológicos. El apóstol Pablo dice que somos justificados por su gracia «mediante la redención que Cristo Jesús efectuó» (Rom. 3: 24); «en él tenemos la redención mediante su sangre» (Efe. 1: 7).

La redención también se expresa con el verbo comprar: «Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio» (1 Cor. 6: 19, 20). «Ustedes fueron comprados por un precio; no se vuelvan esclavos de nadie» (1 Cor. 7: 22, 23).

Y, por supuesto, está la idea de rescate: «Ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto» (1 Ped. 1: 18,19). «Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos» (1 Tim. 2: 5, 6).
Estas ideas de redimir, comprar y rescatar sintetizan el mensaje del evangelio en conexión con la muerte de Cristo: Somos esclavos del pecado y no podemos hacer nada por nosotros mismos; nuestra única esperanza es que alguien ajeno haga algo por nosotros, y pague el precio que nosotros no podemos pagar. Esto lo hizo Cristo por nosotros, lo cual nos hizo libres del dominio del mal, emancipándonos de su poder y convirtiéndonos en siervos de Cristo e hijos de Dios. Por eso, el evangelio son las buenas nuevas de salvación que Cristo trajo al mundo.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 21
Reconciliación y Salvación
Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios» (2 Corintios 5:20).

ALGUIEN PODRÍA CONCLUIR que puesto que Cristo reconcilió a Dios con el mundo entero, todo el mundo se va salvar. Si ya Dios puso los pecados del mundo sobre Cristo y lo condenó como pecador en lugar de la raza humana, entonces todos los seres humanos se va a salvar. Lamentablemente, no. ¡Cómo quisiéramos que fuera así!

Mencioné que la reconciliación es una palabra teológica que viene del mundo de las relaciones humanas. Imagine que un vecino suyo cometió una falta grave contra usted, por la cual ambos se enemistaron. Poco después, usted piensa en el incidente y lo que significa, y decide ir a su ofensor y decirle: «Quiero decirte que no tengo nada contra ti; estoy en paz contigo y deseo que nos reconciliemos». Su vecino lo mira a los ojos, y le contesta: «Tú estarás en paz conmigo, pero yo no; tú querrás mi amistad, pero yo no quiero la tuya». ¿Piensa usted que se reconcilió con su vecino? Claro que no. Por más que se haya reconciliado con él, todavía falta que él se reconcilie con usted para que la reconciliación sea efectiva.
Lo mismo sucede con Dios. Él se reconcilió con nosotros, pero es necesario que nosotros aceptemos esa reconciliación y nos reconciliemos con él. Si el ser humano no acepta la oferta divina, no hay reconciliación. Si no aceptamos el ofrecimiento de paz que Dios nos hace, la muerte de Cristo no será efectiva en nosotros. Para que la reconciliación divina sea una realidad, es necesario que ambas partes acepten las premisas de la reconciliación. Para fines de la salvación, no es suficiente que Dios se reconcilie con nosotros; todavía nos incumbe aceptar su oferta y reconciliarnos con él. La salvación será efectiva solo en quienes acepten el ofrecimiento divino.

La reconciliación divina también requiere que haya personas que lleven este ofrecimiento a los que no saben que Dios se ha reconciliado con ellos. Pablo dice que «somos embajadores en el nombre de Cristo», por lo tanto debemos decir a otros que Dios no es nuestro enemigo; debemos presentarles su oferta de paz y reconciliación.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 20
Reconciliación total
Esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados
(2 Corintios 5: 19).


EN EL TEXTO DE HOY, hay dos cosas interesantes. Primeramente, cuando Dios se reconcilió con el ser humano lo hizo con todos: ricos y pobres, educados e ignorantes, blancos y negros, buenos y malos. Dice el apóstol que Dios se reconcilió con el mundo entero. A veces pensamos que Dios solo se reconcilia con los buenos, no con los malos; con los que van a la iglesia, no con los que no van; con los cristianos, no con los paganos. Sin embargo, la reconciliación divina abarcó a todos. No hubo nadie por quien Cristo no muriera.
Esto nos obliga a hacernos la pregunta: ¿Cómo hizo Dios para reconciliarse con todos los seres humanos, cuando la mayoría de ellos son malos o no quieren aceptar la amistad que les ofrece? La respuesta parcial de nuestro texto es que Dios no les tomó en cuenta a los hombres sus pecados. Pero, ¿es esa la manera como un Dios justo soluciona el problema de la enemistad con el ser humano? ¿Puede un Dios, que dice ser justo, gobernar el universo de ese modo? Desde la caída del ser humano y a través de los siglos, cuando la iniquidad del hombre se desencadenó abiertamente, se cuestionó la justicia de Dios, porque parecía que, con pocas excepciones, él no hacía nada para castigarla.

Este era uno de los cuestionamientos del atribulado Job (Job 21: 7,13). Los malos prosperaban y los buenos sufrían. Pablo añade que Dios, en su paciencia, pasó «por alto los pecados» (Rom. 3: 25). Sí, parecía que Dios no hacía nada. Pero no ha sido el plan de Dios tratar con el pecado con el principio de «borrón y cuenta nueva». Dios no le dio una palmadita en el hombro a Adán, y le dijo: «Aquí no ha pasado nada». Con el tiempo se reveló el plan de Dios para tratar con el problema del pecado: colocar sobre Cristo el pecado del mundo. Por eso Pablo concluye: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Cor. 5: 21). Dios reveló en Cristo que es justo.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 19
Muerte reconciliatoria
Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! (Romanos 5: 10).

LA RECONCILIACIÓN DIVINA con el ser humano, no solo fue iniciativa de Dios el Padre sino que involucraba la muerte de Cristo. Por eso es que la muerte de Cristo es una muerte que reconcilia; en este caso, que une a Dios con el hombre.

Dijimos que, a causa del pecado, el hombre no tenía ningún deseo de reconciliarse con Dios. Esa es una de las consecuencias más funestas y perniciosas del pecado en la vida humana. Destruye en el hombre el deseo de buscar a Dios. A tal punto el pecado llega a ser insidioso y sutil, que nubla la mente y la conciencia humana de modo que el hombre no se da cuenta de la situación en la que está. Es por eso que a diario nos encontramos con personas que no quieren que se les hable de Dios, ni tienen el mínimo deseo de asistir a ningún lugar donde se hable de él. Son enemigos de Dios en su mente, y no saben que Dios es su amigo.

Si esa situación de enemistad no se hubiese resuelto, estaríamos perdidos. Viviríamos y moriríamos sin esperanza. Como Dios es un Dios Santo y Todopoderoso, a quien el pecado ofende porque es su enemigo natural, todos habríamos sido aniquilados y hubiésemos desaparecido para siempre. Por eso Dios dio el primer paso. Envió a su Hijo a morir en lugar del hombre pecador. La muerte de Cristo reconcilió a Dios con el ser humano. Él ya no es más nuestro enemigo. La muerte de Cristo hizo compatible a un Dios santo con la fragilidad humana. Esto es lo que significa que el Señor se haya reconciliado con el hombre.

Aunque el evangelio se ha predicado extensamente, todavía son muchos los que vagan por el mundo con la idea de que Dios es su enemigo. Pero esto no es verdad. De acuerdo a la premisa fundamental del evangelio, Dios es nuestro amigo. A él podemos acudir con seguridad, porque es fiel.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 18:
Muerte conciliatoria
Y no solo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación
(Romanos 5: 1 1).


EL CARÁCTER DE LA MUERTE de Cristo se revela también en la palabra "reconciliación". Este tema no se trata profusamente en el Nuevo Testamento, pero hay unos pocos pasajes que nos hablan de él. Esta manera de entender la muerte de Cristo se expresa con una nueva imagen tomada de la vida diaria. Las palabras "propiciación y expiación" que leyó ayer están relacionadas con el ámbito del santuario. La de hoy procede del mundo de las relaciones humanas.

Como sabe muy bien, no es fácil tratar con personas. Frecuentemente tenemos discusiones con cónyuges, familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Llevarse bien con la gente se torna una tarea ardua. Cuando entramos en enemistad con alguien, entonces se requiere la reconciliación. Luego pedimos o aceptamos el perdón, y la enemistad se resuelve. Decimos que nos hemos reconciliado.
Desde el punto de vista bíblico, los seres humanos nos hemos enemistado con Dios (Col. 1:21, 22). Cuando nuestros primeros padres cayeron en pecado, se apartaron de Dios. Se cumplió lo que dice la Biblia: «Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar» (Isa. 59:2). Esto es lo que la Biblia llama enemistad con Dios. Por naturaleza éramos sus enemigos, y no teníamos el más mínimo deseo de solucionar ese problema.

Por eso, él tomó la iniciativa. Pablo dice: «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo» (2 Cor. 5: 19). Dios, la parte ofendida, dio los primeros pasos para solucionar la separación con el ser humano. Envió a su Hijo para reconciliarnos con él. De este modo, los seres humanos ya no somos enemigos del Señor, porque Cristo fue el puente que salvó la brecha de separación que existía entre Dios y el hombre. Por eso dice Pablo que nos gloriamos en Cristo, ya que en virtud de su muerte ahora estamos reconciliados con el Padre celestial.


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Enero 17
Muerte propiciatoria
Por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia (Romanos 3: 24, 25).

LA PALABRA «PROPICIACIÓN» es otro de los términos que no agrada a muchos estudiantes modernos de la Biblia cuando se aplica a la muerte de Cristo. Se relaciona con el verbo propiciar, que significa básicamente aplacar, apaciguar. En las religiones paganas, los sacrificios ofrecidos tenían la finalidad de apaciguar la ira de los dioses. Como esto no sucede en la adoración bíblica, se concluye que la muerte de Cristo no puede ser propiciatoria sino expiatoria; es decir, expía, limpia, purifica el pecado, pero no propicia a Dios, porque él no necesita ser aplacado o apaciguado.

Pero si nos fijamos detenidamente, nos damos cuenta de que en los primeros capítulos de Romanos, el apóstol Pablo trata acerca de la ira de Dios, la culpa del pecado y la maldición de la muerte. De acuerdo a sus razonamientos, el ser humano está bajo la ira de Dios. «Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios» (Rom. 3: 23). Si él aplicara su justicia estrictamente, no habría esperanza para el ser humano.

Sin embargo, como decíamos antes, la ira de Dios es la reacción de la santidad divina ante el problema del pecado, no es un sentimiento. La ira del Señor tiene que ver con su justicia y santidad, no con sus emociones. Cuando la Biblia habla entonces de que hubo un apaciguamiento de Dios por la sangre de Cristo, no se refiere a que la muerte de Cristo apaciguó las emociones de Dios contra el ser humano. De lo que Pablo habla es que la muerte de Cristo apaciguó la ira de Dios porque se descargó sobre el Hijo. La ira debió haber sido dirigida sobre el pecador, pero se descargó en Cristo. Aunque este no tenía pecado, fue considerado por Dios como pecador. De este modo, la justicia del Señor quedó satisfecha. Su ira fue propiciada. Dios encontró la manera de vindicar su carácter y salvar al pecador (Rom. 3: 26). Él halló la forma de unir su amor con su justicia.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 16:

Muerte vicaria y sustituta
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5: 8).

DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS, la muerte de nuestro Señor no fue solo un suceso histórico, ni tampoco algo qué realizó para beneficio de sí mismo. El apóstol Pablo nos dice que «murió por nosotros» (1 Tes. 5: 9); que fue entregado por «todos nosotros» (Rom. 8: 32); que se «entregó a sí mismo por nosotros» (Efe. 5: 2); que se hizo «maldición por nosotros» (Gal. 3: 13). Todas estas declaraciones apuntan hacia la actitud que Jesús tenía sobre su muerte. Él declaró: «Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos» (Mar. 10: 45). Esto es lo que llamamos una muerte vicaria.
El Señor decidió morir para salvar al pecador. Murió a favor de los pecadores. Él fue nuestro representante a través de la muerte, y nuestro sustituto en ella. El apóstol Pablo hace una declaración impresionante en 2 de Corintios 5: 21: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios». Aquí Pablo dice que Dios trató a Cristo como pecador a causa de nosotros. Es decir, nosotros éramos los pecadores. Cristo no tenía pecado, pero Dios lo consideró como pecador a fin de que nosotros fuésemos considerados justos. Él ocupó nuestro lugar, tomó nuestro castigo y sufrió nuestra muerte; aceptó la maldición del pecado y cargó con su horrible peso. Esto es lo que significó para él tomar nuestro lugar, morir como nuestro representante.

Notemos las siguientes palabras inspiradas: «Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya. Por su llaga fuimos nosotros curados» (El Deseado de todas las gentes, pp. 16, 17). ¡Alabado sea Dios por el sacrificio vicario de Cristo!

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 15
Su muerte fue un sacrificio
Lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios (Efesios 5: 2).

EL APÓSTOL PABLO considera la muerte de Cristo como un sacrificio. Por esta razón, el vocabulario que el apóstol emplea tiene conexiones con el ritual del santuario. Con respecto a Cristo, dice: «Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación» (Rom. 3: 25).

Esta es una clara alusión al ritual del santuario hebreo. Allí, los sacerdotes hacían expiación por los pecados del pueblo mediante el sacrificio de animales. El sacerdote oficiante tomaba un cuchillo y lo hundía en la garganta del animal, esto hacía que la sangre saliera a borbotones. Luego tomaba parte de esa sangre y la rociaba sobre el altar, para la propiciación del pecado. El Día de la Expiación, el sumo sacerdote hacía lo mismo con un macho cabrío, que era sacrificado para purificar los pecados del pueblo y el santuario. Por eso Pablo habla de que «Porque si la sangre de los toros, los machos cabríos y la ceniza de la becerra rociada a los impuros, santifican para purificar la carne, ¡mucho más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para que sirváis al Dios vivo!» (Heb. 9: 13, 14, NRV).

La muerte de Cristo como un sacrificio se revela en el uso frecuente del término «sangre» cuando se habla de la salvación. Romanos 3: 25 habla de «la fe en su sangre». En otras instancias se nos dice que fuimos «justificados en su sangre» (Rom. 5: 9); tenemos «redención por su sangre» (Efe. 1: 7). «Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo» (Efe. 2: 13).

Tenemos paz «mediante la sangre que derramó en la cruz» (Col. 1: 20). Es obvio que Pablo no habla primordialmente de la sangre física de Jesús, sino del hecho de que Cristo fue ofrecido como un sacrificio, donde la sangre, que era la vida del sacrificado, se derramaba abundantemente.

Que Dios nos ayude a apreciar cada día más ese sacrificio precioso que nos ha dado la esperanza de la vida eterna.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 14

La ira de Dios
La ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad (Romanos 1: 18).


EL NUEVO TESTAMENTO afirma repetidamente que el amor de Dios dio lugar a la expiación, que trajo como consecuencia la muerte de Cristo. Pero, ¿por qué tenía Cristo que morir para lograr la expiación? Ciertamente, un Dios sabio y supremo debía tener otros recursos a su disposición que no contemplaran necesariamente la muerte de Cristo.

El apóstol Pablo nos enseña que Dios está airado contra el pecado. Aunque el amor que tiene por el hombre lo lleva a salvarlo, de ninguna manera puede pasar por alto la transgresión, porque Dios también es justo. La ira del Señor es la reacción de su santidad ante el pecado. Él es juez de toda la tierra, y, como tal, debe ser justo. La justicia divina no puede ser burlada (Gal. 6: 7). El pecador debe recibir el pago de su pecado.

Pero aquí encontramos la sutil unión entre el amor de Dios y su justicia. Su justicia demanda la muerte del pecador; pero su amor encuentra una manera legal de salvarlo. La necesidad de la muerte de Cristo está inspirada en el amor de Dios, y requerida por su justicia.

Dios eligió a Cristo para que muriera en lugar del pecador. Sobre Cristo recayó el peso de la justicia divina. Al hacerlo, Dios cumple su justicia y, al mismo tiempo, se revela como un Dios de amor.

Eso no significa que la muerte de Cristo convierta la ira de Dios en amor. No es que Dios el Padre es un ser vengativo, iracundo, y Cristo un ser bueno, perdonador. De ninguna manera. El amor de Jesús es el amor de Dios, y viceversa. La idea de que la muerte de Cristo aplacó la ira de Dios, como si esta fuera un sentimiento, es una perversión del evangelio. Su ira, que no es un sentimiento, se descargó sobre Cristo, que murió bajo la ira de Dios. La ira de Dios es aversión por el pecado. Pero ese mismo Dios que odia el pecado, ama al pecador. Por eso proveyó a su amado Hijo. Creo que deberíamos exclamar, ¡Gracias a Dios por su don inefable!

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Enero 13
Se entregó por amor a mí
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí (Galatas 2: 20).


ES INNEGABLE QUE EL AMOR de Dios es una de las razones por la que Jesucristo se entregó a la muerte. Como Dios es amor, él buscó la manera de redimir al ser humano de las consecuencias del pecado. El evangelio expresa el amor de Dios en la redención del hombre.

Sin embargo, cuando circunscribimos y reducimos las causas del plan de salvación al amor de Dios, no hacemos justicia con el evangelio. Hay algunas personas que piensan que la única razón por la que Jesús vino a morir por nuestros pecados fue para demostrar su amor en la cruz. Esta opinión sobre la expiación se conoce como la teoría de la influencia moral. Según ella, Cristo vino a demostrar el amor de Dios a los seres humanos a fin de que, motivados por ese amor, pudiéramos arrepentimos y volver a él.

Pero, de acuerdo al evangelio, Cristo también vino a morir por otras razones. En el Nuevo Testamento tenemos una serie de metáforas que presentan un cuadro más extenso de las razones por las que Cristo vino a morir. De ellas nos ocuparemos de aquí en adelante.
Mientras lo hacemos, no debemos olvidar que el amor es el fundamento del plan de salvación. El pasaje bíblico más conocido por los cristianos nos lo recuerda: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16).
Es evidente que un Dios infinitamente sabio y todopoderoso debió haber tenido muchas opciones para solucionar el problema del pecado. La de morir por el pecador se inspiró en el gran amor que tiene por sus criaturas. Reflexionemos hoy en la vastedad de ese amor.

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Enero 12
Gracia abundante
Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús (Efesios 2: 6, 7).

EL SACRIFICIO DE CRISTO para revelar el amor de Dios es algo incomprensible para la mente humana. Reflexionemos en estas palabras: «Podéis estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longitud y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo para que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelará nunca plenamente» (Eventos de los últimos días, p. 310).

Aunque esta es una verdad irrefutable, también es cierto que los seres humanos necesitan demostrar el amor de Dios en sus propias vidas. La revelación del amor de Dios en la naturaleza, en su Palabra y a través de Cristo, la Palabra viviente, no será entendida a menos que sea vivida y experimentada en la vida de quienes pretenden ser sus seguidores. En muchos casos, la vida de los profesos cristianos distorsiona la imagen del amor de Dios que Cristo trajo al mundo, y la hace difícil de ser captada.

Los seguidores de Cristo deben mostrar las abundantes riquezas de su gracia. Jesús, la Palabra viviente, debe ser manifestada en la vida de sus seguidores. Debemos encarnar al Cristo de los Evangelios. Notemos estas palabras: «Fue en la tierra donde el amor de Dios se reveló por Cristo. Es en la tierra donde sus hijos han de reflejar su amor mediante vidas inmaculadas. Así, los pecadores serán guiados a la cruz para contemplar al Cordero de Dios» (Los hechos de los apóstoles, p. 242).

Es difícil que el amor de Dios pueda ser entendido y visto con claridad si no es ejemplificado en la vida cotidiana. Se nos recuerda: «La iglesia es la depositaría de las riquezas de la gracia de Cristo, y por medio de ella, se manifestará finalmente la revelación final del amor de Dios al mundo que ha de ser iluminado por su gloria» (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 356).
Que Dios nos ayude hoy a reflejar su amor con quienes nos relacionemos durante el día
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Enero 11
Dios misericordioso
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan 1: 14


PARA QUE LA REVELACIÓN de su carácter fuera completa, Dios hizo una revelación personal. La naturaleza y la comunicación oral y escrita son imperfectas en sí mismas, por causa del pecado y el mal que nos rodea. Por eso Dios escogió revelarse personalmente. Lo hizo mediante alguien que era la esencia de lo que él es. Lo hizo a través del Verbo, que no era otra cosa que la encarnación de su Palabra. De este modo podía hablar directamente a la humanidad.

Se nos dice: «Pero la naturaleza no puede enseñar la lección del grande y maravilloso amor de Dios. Por lo tanto, después de la caída, la naturaleza no fue el único maestro del hombre. A fin de que el mundo no permaneciera en tinieblas, en eterna noche espiritual, el Dios de la naturaleza se nos unió en Jesucristo» (Mensajes selectos, t. 1, p. 343). Él venía a revelar, al Padre. Por eso era «esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano» que viene «a este mundo» (Juan 1: 9).
Cristo vino para representar en la humanidad el carácter de Dios. Dijo a sus discípulos: «¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14: 9). En su oración por sus discípulos, dijo: «Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos» (Juan 17: 26). Su propia venida era ya una demostración de ese amor. Por eso dijo: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16). El apóstol Pablo escribió: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?» (Rom. 8: 32).

Cristo mismo nos habló de ese amor: «Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?» (Mat. 6: 26). «Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible» (El Deseado de todas las gentes, p. 11). Meditemos en ese amor.

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Enero 10

El amor de Dios
El Señor les dijo: «Cuando un profeta del Señor se levanta entre ustedes, yo le hablo en visiones y me revelo a él en sueños» Números 12: 6


A CAUSA DEL PECADO, la naturaleza no revela perfectamente el carácter de Dios. Como el Señor nos ama, nos dio una revelación adicional de sí mismo. A esta revelación la llamamos «la revelación especial». A la revelación imperfecta de la naturaleza, que incluye la razón humana, se la llama «revelación natural».
A través de su Palabra, Dios hizo una revelación especial de sí mismo. El profeta escribió: «Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad» (Jer. 31: 3). El salmista cantaba: «Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos» (Sal. 103: 13); «aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos» (Sal. 27: 10). El profeta evangélico añadía: «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!» (Isa. 49:15). Esta es una revelación que Dios hizo a sus profetas para que la comunicaran a su pueblo. Dios nos dice a través de ella cómo es él. Nos dice que nos ama y se compadece de nosotros.

Pero los mensajes de la Palabra de Dios fueron dados en un lenguaje humano. Fueron mensajes adaptados a las circunstancias en las que vivió su pueblo. Y muchas veces esos mensajes no fueron entendidos como Dios quería. Nublados por las circunstancias de la vida, a veces no vemos las misericordias del Señor.
Quien ha tenido un padre abusador y torturador, tiene dificultades para comprender que Dios es un Padre amante. Quien fue abandonado en un basurero por su madre, no entiende bien por qué Dios se revela como una madre para sus hijos. Además, el lenguaje humano es finito e imperfecto, y no siempre puede transmitir correctamente las ideas y conceptos de Dios. Pero su mensaje escrito es una revelación adicional que nos ayuda a entender mejor al Dios creador. Estudiémosla hoy con ahínco y dedicación, porque es la revelación de un Dios de amor.

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Enero 9
Dios es amor
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor
1 Juan 4: 8


DIOS ES AMOR Y SU VOLUNTAD es guiar a todas las personas al conocimiento eterno. Fue por eso que guió a los sabios del Oriente al conocimiento del Mesías a través de las estrellas.

Sin embargo, hay quienes piensan que Dios es un policía que está siempre vigilándolos para ver qué falta cometen. Cuando nos sobreviene una calamidad, exclamamos: «Señor, ¿por qué me hiciste esto?» Por eso es necesario que reflexionemos en cómo es Dios realmente.

Dios nos habla de su carácter a través de sus obras. El salmista exclamaba: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos» (Sal. 19: 1). Nuestro Señor enseñó: «Para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mat. 5: 45). Dios es un ser bueno que no discrimina al repartir sus dones naturales.

La creación de Dios revela su carácter maravilloso. Se nos dice: «"Dios es amor", está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos dan testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos» (El camino a Cristo, p. 8).

A pesar de eso, y a causa del pecado, la naturaleza tiene mensajes contradictorios. Hay terremotos que destruyen; huracanes y tornados que devastan ciudades y casas; volcanes que cuando estallan siembran destrucción y ruina a millares; sequías abrasadoras que asolan la tierra, dejan con hambre a millones. Hay espinas en las rosas, y se ve la degeneración por todas partes. La naturaleza tiende también hacia el desorden y el caos. El libro de la naturaleza no siempre revela a un Dios amante y bueno. Pero, por otra parte, el que quiere ver a Dios, también lo puede encontrar en las maravillas del mundo natural. Alcemos nuestra vista hoy y contemplemos las maravillas de un Dios de amor.

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Enero 8
Guiados por Dios
Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino Mateo 2: 12


LOS SABIOS DEL ORIENTE deben de haber sido personas a quienes Dios guió al conocimiento de su Palabra mediante el encuentro con algún creyente. Dios tiene maneras asombrosas de proceder. Notemos: «Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras. Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de aquel que sería no solo la "consolación de Israel", sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra"» (Conflicto de los siglos, p. 361).
¿De dónde venían estos personajes? Algunas tradiciones cristianas los vinculan con Persia o Partía. Es por ello que el arte cristiano los presenta a veces vestidos como los persas. Otros creen que venían de Babilonia, y los asocian con la profecía de Balaam en el libro de Números. Hasta hay quienes creían que Tomás los bautizó, y llegaron a ser obispos que esparcieron el evangelio por su tierra. Marco Polo, en su libro sobre sus viajes, dice haber visto las tumbas de los sabios en la ciudad de Sabá, Persia, y que sus cuerpos estaban todavía intactos. También se dice que la reina Helena, madre de Constantino el Grande, llevó los restos de ellos a la Catedral Hagia Sofía, en Constantinopla, la actual Estambul, en Turquía. Como muchas otras leyendas cristianas, las de los sabios del oriente están llenas de fantasía.

Aunque la tradición cristiana posterior les puso muchos nombres, en realidad no sabemos quiénes fueron ni de dónde vinieron exactamente; tampoco sabemos de qué modo arribaron a su comprensión del nacimiento del Mesías. Pero una cosa es cierta: Dios no deja a oscuras a ningún sincero buscador de la verdad. A estos sabios no solo los guió a través de la aparición de una estrella milagrosa, sino que les dio sueños reveladores para que regresaran con seguridad a su tierra. Ellos llegaron a ser un ejemplo de los miles de individuos que Jesús dijo que vendrían del oriente y occidente, y que se reunirían con Abraham en el reino de Dios (Mat. 8: 1)

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Enero 7:
Los regalos de los sabios
Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra Mateo 2: 11


LOS SABIOS DEL ORIENTE hicieron un largo recorrido guiados por una estrella. Algunos han pensado que se trató de un cometa, una superno-va, un fenómeno climático, una conjunción de planetas, etcétera. La verdad es que nada de esto podría haber guiado a los sabios a un lugar geográfico determinado, como lo hizo la estrella del relato. Sin embargo, para ellos era una estrella, algo nuevo que apareció en el espacio y los obligó a consultar sus tradiciones para determinar su significado.

Elena G. de White nos dice que esta estrella estaba constituida por ángeles que se agruparon de tal forma que a la distancia relucían como una estrella que guiaba a los sabios (El Deseado de todas las gentes, p. 42). ¿Por qué Dios usó el aspecto de una estrella? Obviamente, Dios se comunica con las personas en el marco donde se encuentran. Como ellos eran estudiosos de las estrellas, y como se hablaba metafóricamente del Mesías como una estrella, Dios usó esta imagen para guiar a estos extranjeros que tenían una mente abierta a la dirección divina
.
Pero estos hombres no vinieron en busca de notoriedad o para darse a conocer como celebridades. Dice el texto que vinieron a adorar al rey que había nacido. También nos dice que trajeron regalos costosos, dignos de un rey Es increíble que paganos que no tenían el conocimiento de los judíos acerca de Dios, hicieran esa larga travesía para honrar al rey recién nacido, como ellos lo consideraban. Sus regalos, convertidos en dinero, sirvieron para que José y María se fuesen a refugiar a Egipto, a fin de proteger al niño de la amenaza criminal de Herodes.

¿Por qué era evidente que los padres del niño eran muy pobres? Notemos lo que dieron cuando su hijo fue dedicado en el templo: solo dos palominos, la ofrenda del pobre. ¿Cómo podrían huir a un país extranjero sin recursos? El Señor se los proveyó mediante los Sabios del Oriente. Así es como Dios satisface las necesidades de sus hijos en tiempos de crisis. Solo necesitamos confiar en él. ¿Lo harás hoy?

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Enero 6
Los sabios del oriente
Llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente. «¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo» Mateo 2: 1, 2

EN LOS PAÍSES HISPANOS, este día es muy importante para los niños. Como sabemos, los padres simulan ser los "Reyes Magos", como se los llama. Según los países, las costumbres son distintas: en algunos lugares, los niños dejan pasto y agua para «los camellos», y allí mismo los Reyes Magos dejan sus regalos, que los niños encuentran cuando se despiertan. En otros países, los padres les esconden los regalos a los niños, y estos los buscan por toda la casa cuando se levantan a la mañana. Este día fue, es y será una fiesta para los niños.

Independientemente de cómo se festeja este día en las diferentes culturas, o de si la fecha de la celebración corresponde o no a la realidad, el relato bíblico original es una historia tierna y emotiva, que encierra lecciones espirituales que no debiéramos pasar por alto.
A estos personajes de la historia se los conoce como los "Sabios de Oriente o los Tres Reyes Magos", aunque un análisis objetivo podría concluir que no eran tres, ni eran reyes ni eran magos. La palabra usada en el lenguaje original no se refiere a los que en nuestros días se llaman comúnmente magos, al estilo de David Copperfield, y que son mayormente ilusionistas. Los magos de la antigüedad eran estudiosos del calendario, la astronomía y la naturaleza, y pretendían anticipar fenómenos futuros. Eran los consejeros de las cortes antiguas, aunque no serían exactamente científicos en el estricto sentido moderno de la palabra.
Al principio se creía que eran nueve; después siete, cuatro, hasta llegar a tres. El número tres finalmente se adoptó por el hecho de que los sabios trajeron tres clases de regalos. Obviamente no eran reyes, pues no fueron recibidos como tales en la corte de Heredes, ni viajaron con una gran comitiva o ejército como habría sido el caso de un rey.

Es maravilloso que extranjeros y ajenos a la religión judía fuesen guiados por Dios para honrar al Mesías. Esto nos habla de la providencia exquisita de Dios, y del hecho de que él no hace acepción de personas. El Señor guía y conduce a los que están abiertos a su dirección. Oremos hoy para que nos ilumine y nos guíe en todo lo que hagamos.
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Enero 5:
Agenda del nuevo año
Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos 2 Corintios 13:5
YA COMENZÓ EL AÑO NUEVO PERO, ¿cuál debería ser nuestra agenda para transitar los doce meses? Es sabio el proverbio popular: «Nunca es tarde cuando la dicha es buena».
Quiero sugerirles que el comienzo de un año nuevo es una linda ocasión para recordar cuan maravillosamente nos ha guiado Dios en el pasado; recordar su amor, manifestado en las innumerables bendiciones que recibimos de su mano en los días del ayer. La pluma inspirada escribió: «Reunamos los tesoros del año pasado, y llevemos con nosotros al nuevo año el recuerdo de las bondades y la misericordia de Dios. Iluminemos el futuro con el pensamiento de las bendiciones pasadas» (Cada día con Dios, p. 358). La manera como el Señor nos ha guiado en el pasado es una poderosa lámpara que alumbra nuestra senda por recorrer. No tenemos temor al futuro porque miramos hacia atrás, a un pasado dirigido por Dios que nos da seguridad.

También el año que comienza debiera ser un tiempo para examinarnos a nosotros mismos. Se nos dice: «¡No permita Dios que en esta hora tan importante nos encontremos de tal manera preocupados por otros asuntos que no tengamos tiempo para realizar un autoexamen serio, candido y crítico! Dejemos atrás las cosas de menor importancia y ocupémonos ahora de las que conciernen a nuestros intereses eternos» (Exaltad a Jesús, p. 9).
Debiéramos preguntarnos: ¿Qué hice durante el año que pasó? ¿Qué decisiones tomé? ¿Cómo me afectaron? ¿A qué situaciones me condujeron? Esto nos ayudará a hacer rectificaciones importantes para nuestra vida.

Además, el comienzo de un nuevo año debiera ser la ocasión para fijarnos nuevos propósitos. Pablo escribió: «Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús» (Fil. 3: 13-14). Este consejo es también oportuno: «Al entrar en un nuevo año, hazlo con la ferviente resolución de dirigirte hacia adelante y hacia arriba. Sea tu vida más elevada y más exaltada de lo que jamás ha sido» (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 237).

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Enero 4: Novedad de vida
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
Filipenses 4: 13


LO QUE HACE especial a cada año que se empieza es la novedad. El tiempo que se nos ofrece es nuevo, porque no lo hemos vivido. Es allí donde está el meollo del asunto. Si lo hubiéramos vivido, sería viejo. En algunos países y culturas se simboliza al año que pasó con un muñeco en forma de anciano: Representa al año que se fue. Asimismo se representa al año que amanece como un bebé recién nacido.


En algunas culturas la gente acostumbra a vestirse con ropas nuevas durante las celebraciones del Año Nuevo. Nada como lo nuevo. Un nuevo vestido, un nuevo traje, un nuevo auto, una nueva casa. Tenemos una fascinación por lo nuevo. Hoy tenemos un año nuevo. Dios nos permita tener la oportunidad de ser personas nuevas.


Es emocionante pensar que tenemos por delante 361 días, que llenaremos con nuestras vivencias. Cada año nuevo es como un libro de 365 páginas en blanco, en las que escribiremos lo que haremos y experimentaremos. Pero aun es más emocionante saber que nosotros decidiremos qué vamos a escribir allí.



¿Qué hemos empezado a escribir en las páginas de este nuevo año? ¿Con qué llenaremos las restantes?


El ideal de Dios para nuestra existencia atribulada por el mal que nos rodea es que vivamos una vida nueva. Dios es amante de lo nuevo. Él quiere que lleguemos a ser nuevas criaturas (2 Cor. 5: 17); que vivamos una vida nueva (Rom. 6: 4); que tengamos un nuevo nombre (Apoc. 2: 17); y que vivamos en una ciudad y un mundo nuevos (Apoc. 21: 1, 2). Un día, Dios hará que el sufrimiento y la miseria del mundo y de nuestras vidas sean totalmente transformados en un nuevo orden de cosas, donde ya no habrá hambre ni enfermedad ni dolor ni separación ni muerte.


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Enero 3: La fatiga de la vida
Pocos son los días, y muchos los problemas, que vive el hombre nacido de mujer
Job 14:1

LA VIDA DEL SER HUMANO no es solo breve. Otro concepto que aparece con frecuencia en la Palabra de Dios es que la vida de los seres humanos está llena de dificultades y problemas. Jacob lo entendió de este modo: «Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles» (Gen. 47: 9).

Por doquiera vemos vestigios del sufrimiento humano. El hambre que prevalece en el mundo nos golpea duro. La enfermedad también nos trae mucho sufrimiento. Las crisis familiares y los divorcios provocan mucho dolor, especialmente emocional. Este tipo de sufrimiento deja a veces más secuelas que el dolor físico. Se pensaba que las crisis familiares y los divorcios eran un fenómeno de sociedades desarrolladas, como Estados Unidos, Canadá y los países de la Unión Europea. Pero hoy lo vemos por todas partes: familias desintegradas y niños que viven en la calle, donde son abusados y explotados. Se ha calculado que alrededor de cien millones de niños viven en las calles del mundo, muchos de los cuales pertenecen a familias disfuncionales.

El sufrimiento es el resultado del mal que prevalece por todas partes. Es evidente en la Palabra de Dios que el ser humano no fue creado para sufrir, como no lo fue para morir. También está claro que el plan de Dios es restablecer el ideal original del Creador para la humanidad.
Pero aunque nuestra vida pueda tener sinsabores, amarguras y sufrimientos, podemos gozarla aun en medio de la crisis. El apóstol Pablo fue un ejemplo de esto: imbuido por el Espíritu de Dios, aprendió el secreto de ser feliz a pesar de las adversidades. Cuando abrazó el cristianismo, sus familiares lo aborrecieron; y aun fueron los primeros en perseguirlo. Contrajo una enfermedad que fue una molestia constante, por lo que oró al Señor para que lo sanara, pero sin éxito. En el capítulo doce de la segunda Epístola a los Corintios, Pablo hace una lista de tribulaciones que podrían haber amargado a cualquier persona. Finalmente, en Roma, lo decapitaron por su fe y fervor en esparcir el evangelio. Pero él se regocijaba en Cristo. Escribió: «Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo». Que Dios nos ayude a ser felices durante este año a pesar del sufrimiento que podamos tener o contemplar.



Enero 2
Nuestra fragilidad
Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca
Salmo 90:5,6



COMO PARTE de las reflexiones del año que comienza, tal vez sea prudente pensar, como lo hacía el salmista, en la brevedad y transitoriedad de la vida humana. Creemos que vale la pena meditar en esto al comenzar un año nuevo. Nos da la perspectiva correcta de la vida y nos enseña a apreciar el tiempo que tenemos disponible para vivir.

De acuerdo al salmista, las personas en sus días vivían en promedio entre setenta y ochenta años (vers. 10). Si el autor del salmo fúe Moisés, entonces, hace 2,500 años, la gente no vivía mucho más de lo que vive hoy. Sin embargo, las primeras diez generaciones antediluvianas vivieron un promedio de novecientos años; y las diez siguientes generaciones, después del diluvio, solo unos trescientos años. Aun así, comparados con los del salmista, eran muchos años.

Ante el faraón, Jacob dijo: «Ya tengo ciento treinta años [...]. Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados» (Gen. 47: 9). En tiempos modernos, hay personas que han vivido entre 115 y 120 años como máximo. Se cree que una de las personas que más ha vivido en nuestro tiempo, fue Jeanne-Louise Calment, una mujer francesa que vivió 122 años y 164 días.

Pero las tortugas galápagos viven 190 años; y ciertas ballenas han vivido 211 años. Entre los árboles se encuentra "secuoya gigante" llamado General Sherman, tiene dos mil años; el pino Matusalén se calcula que tiene 4,838 años; y el pino Prometeo tenía 4,844 cuando lo cortaron en 1964. En contraste, el ser humano vive hoy como máximo de 65 a 82 años. Andorra es el lugar donde más tiempo vive la gente de 52 a 83 años; y Suazilandia, en el sur de África, donde menos tiempo vive de 23 a 32 años. Job decía esto del hombre: «Es como las flores, que brotan y se marchitan; es como efímera sombra que se esfuma» (Job 14: 2).

Por eso parece increíble que haya personas que viven como si fuesen a durar para siempre. La vida humana es breve, muy breve, y tenemos la obligación moral de vivirla con sabiduría. Debemos obtener el mejor provecho de ella e impartir el mayor bien. Así, nuestra corta vida tiene sentido. Que Dios nos ayude hoy a valorarla correctamente y a vivirla para él.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Enero 1 ¡Feliz Año Nuevo!
Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría
Salmo 90:12


E L SALUDO MÁS común y significativo que hoy pronunciamos, fue seguramente: «Feliz Año Nuevo». De acuerdo al calendario gregoriano, hoy es el primer día del año. Los que usan el calendario juliano esperarán once días más para saludarse de esta manera; mientras que los chinos, que usan un calendario lunar, lo harán entre el 21 de enero y el 21 de febrero; a su vez, los iraníes y otros pueblos lo comenzarán el 21 de marzo, que es primavera en el hemisferio norte. Como sabemos, los judíos celebran todavía el Año Nuevo en el otoño, al que llaman Rosh Hashana, que este año será el 9 de septiembre.


Pero no importa cómo contemos nuestros años, debemos hacerlo como dice el salmista: «Bien». Porque de acuerdo a cómo vivamos este año, seremos más o menos felices. Hay quienes amanecen en el primer día del nuevo año con una carga enorme de culpabilidad, por lo que ya hicieron en las primeras horas del año. Hay otros a quienes el dardo agudo del dolor ya los hirió desde el mismo comienzo del año, ensombreciendo los días venideros.


Para muchos, el primer día del año comienza con deseos y promesas. Deseos de conseguir algo que no se ha logrado, y promesas de cambiar lo que sabemos que debemos cambiar. Hacer promesas y planes para mejorar nuestra condición espiritual, es la mejor manera de comenzar el Año Nuevo. Porque, después de todo, como dice el autor del Salmo, la vida es breve y transitoria (vers. 9). Dice que nuestros años son «como un suspiro». Es una realidad que pronto nuestros años pasarán y volarán raudamente. Lo único que vale la pena es lo que dura y permanece para siempre. Por eso, San Pablo aconsejaba: «Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos» (Efe. 5: 15, 16). La vida humana es fugaz y pasajera, y no vale la pena gastarla en lo que no nos traerá provecho para la eternidad.


Oremos hoy para que el Señor nos conceda la sabiduría celestial, a fin de discernir entre lo pasajero y lo eterno .


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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