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Enero 3: La fatiga de la vida
Pocos son los días, y muchos los problemas, que vive el hombre nacido de mujer
Job 14:1

LA VIDA DEL SER HUMANO no es solo breve. Otro concepto que aparece con frecuencia en la Palabra de Dios es que la vida de los seres humanos está llena de dificultades y problemas. Jacob lo entendió de este modo: «Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles» (Gen. 47: 9).

Por doquiera vemos vestigios del sufrimiento humano. El hambre que prevalece en el mundo nos golpea duro. La enfermedad también nos trae mucho sufrimiento. Las crisis familiares y los divorcios provocan mucho dolor, especialmente emocional. Este tipo de sufrimiento deja a veces más secuelas que el dolor físico. Se pensaba que las crisis familiares y los divorcios eran un fenómeno de sociedades desarrolladas, como Estados Unidos, Canadá y los países de la Unión Europea. Pero hoy lo vemos por todas partes: familias desintegradas y niños que viven en la calle, donde son abusados y explotados. Se ha calculado que alrededor de cien millones de niños viven en las calles del mundo, muchos de los cuales pertenecen a familias disfuncionales.

El sufrimiento es el resultado del mal que prevalece por todas partes. Es evidente en la Palabra de Dios que el ser humano no fue creado para sufrir, como no lo fue para morir. También está claro que el plan de Dios es restablecer el ideal original del Creador para la humanidad.
Pero aunque nuestra vida pueda tener sinsabores, amarguras y sufrimientos, podemos gozarla aun en medio de la crisis. El apóstol Pablo fue un ejemplo de esto: imbuido por el Espíritu de Dios, aprendió el secreto de ser feliz a pesar de las adversidades. Cuando abrazó el cristianismo, sus familiares lo aborrecieron; y aun fueron los primeros en perseguirlo. Contrajo una enfermedad que fue una molestia constante, por lo que oró al Señor para que lo sanara, pero sin éxito. En el capítulo doce de la segunda Epístola a los Corintios, Pablo hace una lista de tribulaciones que podrían haber amargado a cualquier persona. Finalmente, en Roma, lo decapitaron por su fe y fervor en esparcir el evangelio. Pero él se regocijaba en Cristo. Escribió: «Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo». Que Dios nos ayude a ser felices durante este año a pesar del sufrimiento que podamos tener o contemplar.



Enero 2
Nuestra fragilidad
Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca
Salmo 90:5,6



COMO PARTE de las reflexiones del año que comienza, tal vez sea prudente pensar, como lo hacía el salmista, en la brevedad y transitoriedad de la vida humana. Creemos que vale la pena meditar en esto al comenzar un año nuevo. Nos da la perspectiva correcta de la vida y nos enseña a apreciar el tiempo que tenemos disponible para vivir.

De acuerdo al salmista, las personas en sus días vivían en promedio entre setenta y ochenta años (vers. 10). Si el autor del salmo fúe Moisés, entonces, hace 2,500 años, la gente no vivía mucho más de lo que vive hoy. Sin embargo, las primeras diez generaciones antediluvianas vivieron un promedio de novecientos años; y las diez siguientes generaciones, después del diluvio, solo unos trescientos años. Aun así, comparados con los del salmista, eran muchos años.

Ante el faraón, Jacob dijo: «Ya tengo ciento treinta años [...]. Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados» (Gen. 47: 9). En tiempos modernos, hay personas que han vivido entre 115 y 120 años como máximo. Se cree que una de las personas que más ha vivido en nuestro tiempo, fue Jeanne-Louise Calment, una mujer francesa que vivió 122 años y 164 días.

Pero las tortugas galápagos viven 190 años; y ciertas ballenas han vivido 211 años. Entre los árboles se encuentra "secuoya gigante" llamado General Sherman, tiene dos mil años; el pino Matusalén se calcula que tiene 4,838 años; y el pino Prometeo tenía 4,844 cuando lo cortaron en 1964. En contraste, el ser humano vive hoy como máximo de 65 a 82 años. Andorra es el lugar donde más tiempo vive la gente de 52 a 83 años; y Suazilandia, en el sur de África, donde menos tiempo vive de 23 a 32 años. Job decía esto del hombre: «Es como las flores, que brotan y se marchitan; es como efímera sombra que se esfuma» (Job 14: 2).

Por eso parece increíble que haya personas que viven como si fuesen a durar para siempre. La vida humana es breve, muy breve, y tenemos la obligación moral de vivirla con sabiduría. Debemos obtener el mejor provecho de ella e impartir el mayor bien. Así, nuestra corta vida tiene sentido. Que Dios nos ayude hoy a valorarla correctamente y a vivirla para él.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/

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