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Enero 12
¿Tenemos el mismo sentir?


Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. FILIPENSES2: 5-7

El Dr. Michael Cromartie, del Centro de Ética y Política Pública de Estados Unidos, dijo una vez: «Si los evangélicos pudieran elegir un papa, John R. W. Stott sería la persona que, muy probablemente, elegirían». Estas palabras bastan para indicarnos la grandeza de este hombre. Para poder predicarles a los pobres, vagabundos y perdidos, decidió "desaparecer" durante dos días de su hogar y vagar por las calles para descubrir por sí mismo, al menos un poco, lo que significa ser uno de los desposeídos de Londres. En sus propias palabras:«Me dejé crecer la barba varios días. Me vestí de ropa vieja. Puse mi tarjeta de identidad en mis zapatos y comencé a vagar cerca del río y el dique, donde andan los vagabundos. Mi primera noche la pasé bajo los arcos del puente de Charing Cross, rodeado de vagabundos, hombres y mujeres, cuyo único abrigo, aparte de su ropa, era papel de periódico. No dormí mucho. El pavimento estaba muy duro; los vagabundos entraban y salían; algunos de ellos estaban borrachos y hacían mucho ruido, y hacía mucho frío. No recuerdo qué mes era, pero era el comienzo del invierno. Así que me sentí muy agradecido cuando salió el sol y amaneció un hermoso día. Recuerdo que vagué por el East End de Londres, y, como había dormido muy poquito, me dejé caer en un rincón del parque y me dormí. Sin embargo, antes de eso, al amanecer, fui a varios lugares donde vendían té. Deliberadamente, no había llevado dinero, y les pedí a los empleados trabajo por una taza de té o por un desayuno. Pero ninguno de ellos me hizo caso. Comencé a sentirme muy rechazado.»Esa noche fui al local que el Ejército de Salvación tiene en Whitechapel e hice cola para pedir una cama. Era un dormitorio sin cubículos y sin privacidad. Fue una noche terrible. Llegaron muchos hombres, dos de los cuales estaban, evidentemente, mal de la cabeza. De modo que, una vez más, dormí muy poco. Al amanecer, decidí que ya tenía bastante». Pasó solo cuarenta y ocho horas como uno de los pobres y vagabundos de este mundo, y sintió que ya era suficiente.Sin embargo, nuestro Salvador se identificó con los vagabundos de este mundo —todos nosotros— durante toda su vida. Fue uno con nosotros, «varón de dolores y experimentado en quebranto». ¿Tenemos nosotros el mismo sentir?
(Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla)

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