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En cierta ocasión, una niña de tres años le preguntó a su padre:
-Papá, ¿me puedes dar un caramelo?
-No, no has comido aún -respondió el padre.
-Pero sí voy a comer -insistió la niña.
-Ya te dije que no. No insistas.
-¡Anda, dame un dulce! -dijo en tono más airado.
-No me levantes la voz -contestó el progenitor.
-¡Dame un caramelo o si no, lloro! -amenazó la chiquilla.
-Si lloras, tampoco te lo daré después de comer -fue la respuesta final.
La niña dejó de insistir y se marchó. Más adelante el padre se quedó pensando sobre la manera en que su hija le había exigido el caramelo, y especialmente su frase final: "¡Dame un caramelo o si no, lloro!"

El llanto es una de las principales armas que usan los niños para manipular a los padres. Aunque no lo parezcan, son grandes observadores de la conducta de los adultos y van midiendo la tolerancia de los mayores a sus berrinches y pataletas. De modo que saben perfectamente hasta dónde pueden llegar; pero al menor titubeo de parte de los padres, los niños se preparan para ejercer la manipulación para obtener lo que desean: juguetes, dulces, programas de televisión, entre otros. Al ceder a sus caprichos, los padres se convierten en siervos de sus majestades los niños, quienes gobiernan a placer la voluntad de sus progenitores, bajo la amenaza de romper en llanto ante la menor negativa.

La sobreprotección de los niños favorece la manipulación de estos hacia los padres. Y eso es un antecedente muy malo en la formación del carácter de los infantes. En el futuro serán personas sumamente egoístas que no sabrán convivir con los demás ni cooperar en diversas actividades; es muy probable que sean una verdadera carga para sus futuros cónyuges y compañeros de trabajo. Por eso es muy importante ponerles un tope a los hijos y enseñarles el sentido del límite. De esa manera, los estaremos preparando para ser mejores personas en este mundo.

¿Acaso te molestas cuando tus padres no ceden a tus deseos? ¿Imaginas que no te quieren porque no cumplen tus caprichos? ¿Alguna vez has pensado que están tratando de protegerte? Pero también es cierto que hay jóvenes que manipulan a sus padres amenazándolos con irse de la casa, abandonar los estudios o dejar la iglesia si no ceden a sus caprichos. Ese camino conduce a la ruina. Y más adelante, durante la relación con sus cónyuges, el mal hábito de manipular a otros resurgirá para amargar las vidas de quienes estén a su lado, especialmente esposos e hijos.

Tomado de : ¡RENUÉVATE! de Alejandro Medina Villarreal.

“Corrige a tu hijo, y vivirás tranquilo, y a ti mismo te dará grandes alegrías" (Proverbios 29:17).

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