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Jesús no vino a este mundo solo para salvarte del pecado; aunque el pe­cado sea la causa de todos tus problemas. Cuando no existía el pecado, el mundo era un mundo perfecto; "bueno en gran manera", relata el libro de Génesis. Pero, desdichadamente, el pecado entró, trayendo todas sus con­secuencias: violencia, injusticia, egoísmo, hambre, soledad, miedo, en fin... Hoy vivimos en un mundo injusto, plagado de desigualdades; un planeta en el cual unos pocos desperdician mucha comida y muchos mueren de hambre. 
El peor error que los cristianos podemos cometer, en ese contexto, es el de pensar que nuestra misión es solo predicar el evangelio de salvación, en el sentido de solo "portarse bien para llegar al cielo". El cielo y la vida victoriosa sobre las tendencias pecaminosas son verdades meridianas; realidades, y no solamente ilusiones o promesas utópi­cas. Pero, la salvación es mucho más que solo esperar la recompensa eterna cuando Jesús vuelva: tiene que ver, también, con el vivir cotidiano del ser humano, mientras aguardamos el día esperado del retorno de Jesucristo. El versículo de hoy nos muestra la preocupación divina con las necesi­dades humanas. Podría haber resultado fácil, para Jesús, predicar las buenas nuevas del Reino celestial y dejar que las personas resuelvan su problema de falta de alimento. Pero, él consideró: "Ellos no han comido durante tres días y no quiero enviarlos así, para que se desmayen en el camino". Este es el Dios del evangelio completo. Él sabe que las personas no pueden entender las verdades espirituales, mientras el estómago les ronronea de hambre. Pero el otro error, igualmente fatal, que podemos cometer es el de pen­sar que la misión de la iglesia es transformar la estructura social injusta de nuestros días, olvidándonos de que la raíz de los problemas humanos no es la estructura social, sino el problema del pecado. Haz de este un día de justicia: alimenta al pobre, calma la sed del sediento, preocúpate por el que sufre a tu lado. Olvídate un poco de tus problemas y piensa que, en esta vida, siempre hay alguien en peor situación que tú. Y recuerda que "Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino". ( San mateo 15:32)
                                     Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón

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