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Día de Servicio.
Sigan mis decretos, obedezcan mis leyes y observen mis sábados como días consagrados a mí, como señal entre ustedes y yo, para que reconozcan que yo soy el Señor su Dios (Ezequiel 20: 19, 20).

DIOS ADEMÁS de reposar en el séptimo día para darnos ejemplo, también lo bendijo y lo santificó. Santificar el sábado es apartarlo para un uso santo; es consagrarlo al Señor. Pero ocurre algo interesante cuan­do consagramos este día al Señor. Notemos: «Diles lo siguiente a los israelitas: "Ustedes deberán observar mis sábados. En todas las generaciones veni­deras, el sábado será una señal entre ustedes y yo, para que sepan que yo, el Señor, los he consagrado para que me sirvan"» (Éxo. 31: 13).

Cuando nos­otros santificamos el sábado, este acto nos santifica a nosotros. Observamos el sábado para santificarlo, es decir, para reconocerlo como santo; esto, a su vez, nos santifica, pues nos consagramos a servir al Señor. Dios nos regresa el acto de santificación. Como resultado, él nos consagra a su servicio. Llegamos a ser como un instrumento dedicado a Dios. Al observar el sábado, él nos concede el estatus de sacerdotes, pues nos dedica a su servicio.

La razón de esto es muy sencilla: Puesto que hemos decidido ser leales a Dios, nos toma y consagra a quienes queremos ser, sus servidores. Al revelar por la observancia del sábado que respetamos y obedecemos a Dios, él nos convierte en sus ministros. De este modo, nuestra consagración al sábado, se torna en consagración a Dios; y la consagración a él nos hace sus siervos. Por eso es que el sábado se convierte en una señal de santificación. Santificamos el sábado, y el sábado nos santifica, nos aparta, para uso del Señor.

La observancia del sábado nos pone aparte, nos distingue de los demás, nos señala como adoradores de Dios. Meditemos: «El sábado ha de ser siempre la señal que distinga a los obedientes de los desobedientes. Satanás ha trabajado con poderosa maestría para anular el cuarto mandamiento y conse­guir con ello que se pierda de vista la señal de Dios» (Consejos sobre la salud, p. 232).

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com

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