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Cuando Moisés escribió el Salmo 90, estaba recordando los milagros que sucedieron mientras conducía al pueblo por el desierto. Recordar es vivir. ¡Bendito el pueblo que tiene memoria! Triste es observar a alguien que sufre de amnesia; la amnesia es la soberanía del olvido. Un hombre que se olvida de su pasado vive un presente desprovisto de significado; y el futuro le parece incierto y atemorizante.
El pasado te da fuerzas para continuar hacia delante; te confronta con tu historia, aunque esa historia sea el registro de las cosas buenas y malas que sucedieron. Olvidar es el lado opuesto del recuerdo. Olvidar es morir; morir de a poco, lentamente. Consumido por el frío de la indiferencia o de la ingratitud.
Al agradecer, Moisés tenía un motivo para ser grato. La gratitud le ins­piraba seguridad; sin seguridad, no hay vida. Si observas a un niño de pocas semanas, vas a notar cómo la necesidad de seguridad lo lleva a aferrar, con fuerza, lo que encuentra cerca de él. Él no tiene conciencia de eso: la se­guridad es una necesidad inconsciente, pero vital. Nadie se desarrolla, en plenitud y equilibrio, si no se siente seguro. Lo que poca gente sabe es que la gratitud genera seguridad; mucho más, cuando la gratitud es dirigida a un Ser eterno y poderoso, como Dios.
Dios no espera que sus hijos le sean agradecidos porque él se alimenta de gratitud; no. La gratitud no es un "deber" que el "buen cristiano" tiene que cumplir. La persona beneficiada por la gratitud no es la que recibe el agradecimiento, sino la que agradece. Hacer una revisión de las bendiciones recibidas de parte de Dios te recuerda, como dice Moisés, que "tú nos has sido refugio de generación en generación". Quiere decir, las generaciones pasan; los tiempos se van; días, meses y años se transforman en historia. Pero ¡tú, oh, Señor, continúas! Continúas siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos. Mi temporalidad puede esconderse en el refugio de tu eternidad. ¿Por qué podría, entonces, asustarme la enfermedad o la fugacidad de las pruebas pasajeras de esta vida? Estoy seguro, en la eternidad divina. Nada ni nadie me amedrentará.

Llegamos casi a fin de año. Haz un alto y agradece. No empieces el nuevo año sin reconocer: "Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación"(Salmo 90:1).
                                     Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.
  Mi deseo es ser siempre agradecido con el Creador de nuestras vidas y por eso públicamente le digo: " Te doy gracias mi Amado Padre y Señor por las bendiciones ,misericordia y amor que me brindaste cada dia de este año que se va. Porque eres el amigo fiel que estuvo a mi lado  en medio de las pruebas y dificultades .Ayúdame a siempre ser agradecido. Gracias por los amigos y seguidores de este web blog. Gracias por todo Señor.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                       DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

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Si hay algo que perturba incesantemente al cristiano, son sus derrotas ante la tentación. "No logro resistir"; "Soy demasiado carnal"; "¿Qué hago con mi vida?"; "Soy demasiado débil".
Estas y otras afirmaciones son expresiones de frustración de cristianos sinceros. Creo que nadie, por voluntad propia, quisiera ser un fracasado. Todos se esfuerzan, luchan, tratan de controlar sus tendencias; pero parece que nada da resultado. ¿Existe solución? 
El problema es que, al llegar la tentación, concentras tus esfuerzos para no caer, en lugar de concentrarlos en no separarte de Jesús. Al hacer esto caes, no porque la tentación haya sido demasiado fuerte, sino porque te se­paraste de Jesús. Y él ya lo advirtió: "Sin mí nada podéis hacer". Nada. ¿En­tiendes? Mucho menos, resistir la tentación.
Entonces, ¿cómo enfrentar la tentación? Si tu vida es de una constante comunión con Jesús, todo lo que necesitas hacer, al llegar la tentación, es decir a Jesús lo que estás sintiendo o pensando. Te puede parecer extraño, al comienzo. Hay cosas que no tendrás el valor de contar a Jesús. ¿Cómo decirle, por ejemplo, que estás planeando salir con una persona que no es tu cónyuge o que estás pensando ir a un lugar que no es compatible con la vida cristiana? "No, no; esto no funciona", puedes pensar. Pero ahí está la clave del problema.
Ya que no tienes el valor de contarle a Jesús lo que estás sintiendo, come­tes el error de cortar la relación con Jesús.
La próxima vez que la tentación aparezca, cuenta a Jesús lo que estás sintiendo, aunque te parezca irreverente y atrevido. No te separes de Jesús.
Si llevas este consejo a la práctica, percibirás que, mientras vas dialo­gando con Jesús, el deseo pecaminoso empieza a desaparecer, de manera natural: ¡Venciste! No porque te hayas esforzado por no caer, sino porque lu­chaste para no separarte de Jesús. Continúas siendo justo no porque evitaste cometer un acto pecaminoso, sino porque no te separaste de la Fuente de la justicia, que es Jesús. A su lado, no hubo lugar para el pecado. Satanás y sus huestes fueron derrotados: Cristo venció en ti; por ti; y para ti. "Bienaven­turado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman".( Santiago 1:12)
                                      Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.
  " Pidamos a nuestro Amado Dios que nos de mas de su Espíritu para vencer toda tentación .Usemos bien la espada del espíritu ya que con un escrito está Jesús logró vencer. No olvidemos que como dice en su palabra, el Señor no nos dejara ser tentados mas de lo que podemos soportar y nos dará juntamente con la tentación ,la salida para que podamos resistir".
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                       DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"





"No temáis". ¡Qué anuncio maravilloso! "Vine a traerles la más extraordinaria noticia que alguna vez alguien podría recibir". Son "nuevas de gran gozo". ¡Gozo! ¿Entiendes? El gozo divino no es la alegría pasajera que la carne proporciona: el gozo divino es aquel sentimiento maravilloso de saber que Dios te acepta como eres: aquel deseo de salir corriendo por las calles de la vida, y gritar a todo el mundo: "No tengo más miedo, estoy libre".Y, lo mejor de todo, esas buenas nuevas de gozo son "para todos", les dijo el ángel. 
Los pastores estaban, aquella noche oscura, aprensivos y llenos de expectativas. Habían estudiado las profecías, y sabían que el Mesías debería nacer: ellos aguardaban la llegada de alguien que les traería el regalo. De repente, en la penumbra de las colinas de Belén, el propio Padre rompe la oscuridad del pecado, trayendo el mayor presente, envuelto en pañales, en un pesebre. Y dice a los pastores: "Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un salvador, que es CRISTO el Señor".
Creo que muchos cristianos todavía no han entendido esta declara­ción. La palabra CRISTO (Enviado) está escrita, en el original, con letras mayúsculas. Destaca la misión redentora de Jesús. El texto dice más: añade que la señal de que Jesús era el Cristo sería encontrarlo "envuelto en paña­les, acostado en un pesebre".

Pobreza, sufrimiento, limitaciones... Todo ello acompañó a Jesús, a lo largo de su existencia. Fue perseguido; huyó a una tierra lejana. Todo eso ¿para qué? Para que tú vivas la vida abundante, las nuevas de gran gozo: su pobreza es tu riqueza; sus limitaciones, tu abundancia; su muerte, tu vida.

Nadie tiene el derecho de vivir una vida sin ambiciones, alegando que Cristo fue pobre. La pobreza es una de las consecuencias que el pecado trajo a este mundo; por lo tanto, mientras exista el pecado existirá pobreza. Pero, Jesús vino a liberarte de la mediocridad y el conformismo; vino a liberarte de la ignorancia y de la miseria. La salvación que él ofrece no tiene que ver solo con la vida eterna, que recibirás en ocasión de su retorno triunfante a este mundo, sino también con una vida de alegría y gozo, en esta tierra. No salgas hoy sin meditar en las palabras del ángel: "Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo"( Lucas 2:10)
                               Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.
  "Que en estas fechas especiales podamos apreciar mas la importancia práctica del Nacimiento de Jesús para nuestras vidas. Su nacimiento trajo el gozo y  la esperanza que necesitamos en este mundo de pecado, para jamas olvidar que el Salvador de este mundo ya esta por terminar su plan de amor para rescatarnos del mal que nos rodea . El nació y vivió para mostrarnos  la mejor manera de vivir con verdadera felicidad, a pesar de las pruebas y dificultades, la cual no conocen aquellos que no le creen y no lo siguen, aunque para ellos también es la promesa y la bendición. Que su nacimiento , vida y ejemplo nos motive  siempre a vivir preparándonos y preparando a otros para su próxima venida"
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                       DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

El miedo paraliza; acaba con los sueños, con los planes y con las ganas de vivir. El miedo es larva
insidiosa, que come por dentro sin que tengas conciencia de tu drama. Cuando despiertas a tu triste realidad, ya es dema­siado tarde. Dicen que, de cada siete personas, una vive presa de algún mie­do; es un dato alarmante. Las personas se encierran en sus temores y crean monstruos asustadores que solo ellas ven.
Existen muchos tipos de miedos: miedo de la gente, miedo de perder el empleo, miedo de salir a la calle, de trabajar, de tomar el ómnibus, y hasta de ir a la iglesia, etc. De todos esos miedos, creo que el más terrible es el miedo a ser feliz.
El versículo de hoy habla de ese miedo, y muestra que la causa del miedo, en las personas, es la falta de fe en Dios y en sus promesas: cuando dejo de creer en Dios, todo a mi alrededor se vuelve amenazador; y si Dios no habita en mi corazón, con toda seguridad el miedo se apoderará de mi corazón.
Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida. Un paso más, y se apoderaría de la herencia ofrecida a sus padres. Las promesas de Dios eran seguras: nadie sería capaz de resistir en pie delante de ellos. Pero, en la hora primordial, permitieron que el miedo se apoderase del corazón, y no quisieron avanzar.
"No podremos subir contra aquel pueblo porque es más fuerte que no­sotros". ¡Mentira! La razón de su temor no era la fortaleza del enemigo, sino la falta de confianza en las promesas de Dios.
Todos encontramos enemigos en el camino; es la lucha diaria: obstácu­los, dificultades, preconceptos, desafios aparentemente difíciles de ser ven­cidos. Si piensas que fracasaste, no intentes más luchar: ya estás fracasado. Pero, a la hora de enfrentar los problemas, que tus ojos no se fijen en el adversario, sino en el Dios que te prometió que te llevará a Canaán y te en­tregará la tierra.
¿Cuáles son tus adversarios hoy? ¿Qué es lo que tanto te asusta? Piensa en Dios: jamás un hijo de Dios, escondido en las manos del Todopodero­so, perdió una batalla. Este puede ser el grande día de victoria que esperas. Solo que no repitas el error de Israel, que pensó: "No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros"(Números 13:31)
                              Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

 No dejemos que el miedo nos haga estar paralizados, confiemos en nuestro Amado Dios , aun en medio de las pruebas y dificultades de la vida. Estemos seguros de su cuidado y protección como un niño confía en su padre amoroso. Solo su poder santo nos librará así de todos nuestros miedos y angustias.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                            DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"
Sucedió en el desierto. De repente, sin motivo, los hermanos de Moisés se sintieron postergados, olvidados, relegados a un segundo plano, y dieron lugar a la envidia en su corazón. La envidia es terrible: es propio de la natura­leza humana, y todos, de una u otra forma, la llevamos dentro. Algunos, in­cluso, por doloroso que suene, corremos el riesgo de llevarla bastante afuera.
Allá, en el desierto, el Señor reprobó la actitud de Aarón y de Miriam. Ella quedó leprosa y, si no fuese por la intercesión de Moisés, tal vez habría muerto. ¿Cuál fue la disculpa de ellos, para anidar a la envidia en su corazón? La importancia que el pueblo le daba a Moisés: ¿Por qué solo a él? ¿Por qué no también a nosotros?
Ellos tenían su lugar: Miriam era la directora del coro de Israel, además de coordinar las actividades de las damas; Aarón era el sumo sacerdote. ¿No podrían haber desarrollado sus respectivos trabajos sin fijarse en el trabajo del hermano? Podrían haberlo hecho, sin duda, pero el problema de la envida es justamente ese: el envidioso vive enojado con todos, por sentirse inferior; y las otras personas ni siquiera advierten su presencia. Él deambula entre la gente, fijándose en lo que los otros tienen y él no tiene, en lo que ellos hacen y él no puede hacer. La vida pasa, y no se da cuenta de que ese sentimiento es, precisamente, el que lo hace cada vez más pequeño e insignificante.
Dios te confió algún don; trabaja con él para gloria del Señor. No mires los dones que Dios confió a los demás; en este mundo, hay un trabajo que solo tú puedes hacer, porque nadie más es igual a ti.
Tienes un nuevo día delante de ti. Sé feliz, haciendo el trabajo que sabes y puedes hacer; a fin de cuentas, este mundo es como un inmenso cuerpo, en el cual cada miembro es importante y en el que existe una misión para cada uno.
No pierdas el tiempo, queriendo hacer el trabajo de otro solo porque te parece bonito, encantador o más interesante. Si crees que nadie nota tu trabajo, sigue adelante. No esperes que tu satisfacción nazca del reconoci­miento ajeno, sino del deber cumplido. Y recuerda que, un día, Aarón y Mi­riam dijeron: "¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?"


                                   Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

 Nunca debemos olvidar que todas las personas tienen algo que enseñar y realizar con los dones, talentos o habilidades que nos han sido dadas por nuestro amado Creador, por lo tanto no debemos centrarnos en  envidiar lo que no tenemos, mas bien debemos concentranos y utilizar lo que si tenemos.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                                            DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

Una mañana, ni bien su marido salió a caminar por el parque, Laucení encontró, en la mesa de trabajo de su esposo, una libreta de anotaciones abierta. Al acercarse, percibió que se trataba de un diario. La letra era indudablemente femenina, y la fecha de la página abierta databa de muchos años atrás.
Julieta no resistió la tentación de leerlo. Los primeros renglones le die­ron escalofríos: "¡Ya no puedo más! [,..]no tengo más fuerzas para continuar siendo la segunda mujer de tu vida. Pienso que sería mejor, para todos, que esta pesadilla terminara de una vez [...] ¡Tengo tanto miedo!"
Laucení se echó a llorar, desesperada. Sentía que el mundo caía encima de ella: ahora tenía la certidumbre de que su esposo la engañaba. Lo había sospechado desde el día en que se casaron, pero él siempre lo había negado. No obstante, ahora tenía la prueba y pediría el divorcio.
Al ser confrontado con la "verdad", el esposo calló. No respondió, ni ar­gumentó, ni negó ni aceptó; simplemente se encerró en un mutismo absolu­to. Ella gritó, lloró, lo agredió físicamente... Y pidió el divorcio.
Se separaron. Dos años después de la separación, fue publicado el Diario de la mujer de azul, y todo quedó aclarado: el esposo de Laucení era correc­tor, y estaba en posesión del diario como parte de su trabajo.
Laucení buscó a su esposo, pero ya era demasiado tarde: él no quería vivir más al lado de una mujer que durante quince años lo había asfixiado con sus celos.
El versículo de hoy es un llamado a la reflexión: ¿Qué estás haciendo con tu vida? ¿Qué camino sigues? ¿Hacia dónde te diriges?
Cuántos hogares son destruidos porque los esposos no toman tiempo para la meditación: meditar, primero, en la Palabra de Dios; después, en las actitudes, a la luz de las enseñanzas bíblicas. No es fácil. Porque la meditación demanda tiempo y, a veces, preferimos correr como enloquecidos, dejándonos llevar por la corriente de la vida, antes que detenernos y re­flexionar en lo que estamos haciendo.
Antes de enfrentar los desafíos de este día, medita: ¿Qué cosa podría ser hecha de un modo diferente? ¿Por qué las cosas no salen como deseas, a pesar de que te esfuerzas porque todo salga bien? Presta atención al consejo divino: "Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vues­tros caminos"(Hageo 1:5)


                                    Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

Que nuestros errores del pasado por la falta de una correcta meditación de los hechos o circunstancias de la vida nos sirvan de lección para no repetirlos  y para pedir la ayuda divina. Solo el poder de nuestro Amado Dios nos puede ayudar en ese proceso de cambio.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                         DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"



Habían pasado algunos días desde que Moisés subiera al Monte Sinaí, para encontrarse con Dios. El pueblo, cansado de esperar, buscó a Aarón y le dijo que, tal vez, Moisés no volvería más, y sería mejor buscar otros dioses.
¿Ya te pusiste a reflexionar sobre la fragilidad de las promesas humanas? Aquel pueblo había prometido a Moisés que estaría allí, esperando a que él regresara con el mensaje de Dios. Habían sido los hijos de Israel quienes pidieron a Moisés que lo que Dios quisiera decirles se lo dijese a él, porque ellos tenían miedo de oír la voz del Señor. Y ahora, transcurridos pocos días, el pueblo no solo se había olvidado de su promesa, sino también bus­caba otros dioses.
El otro día, me encontré con una persona que durante años había sido fiel a Dios y había predicado el evangelio. Hoy, no cree más en un dios per­sonal, sino en un dios como energía, que se manifiesta en muchas formas.Le pregunté por qué había perdido la fe en Dios. Y su respuesta me hizo recordar al pueblo de Israel: "Esperé mucho tiempo", me dijo, "pero Dios no me respondía. Busqué, entonces, la meditación trascendental, y descubrí que no necesito de un Dios exterior: la energía vital está dentro de mí, y a eso, si quiero, puedo llamarlo dios".
¿Hace cuanto tiempo tienes la impresión de que Dios no atiende a tus oraciones? ¿Cuánto tiempo más lo esperarás? ¿Buscarás otros dioses, pen­sando "no sé qué le aconteció a Moisés"?
Hoy puede ser un día para fundamentar tu confianza en el Dios invisible, Creador del cielo y de la tierra. No busques la fuerza de las cosas creadas: busca al Creador; deposita tu confianza en él. Cuando pienses que está de­morando en responderte, él está preparándote para lograr conquistas más grandes. Pero, para no buscar otros dioses, necesitas alimentar tu fe median­te la oración y el estudio de la Biblia. Si no lo haces, en poco tiempo acabarás fabricando amuletos, que satisfarán tu curiosidad pero no la sed del alma, que solo Dios puede calmar.
Enfrenta la batalla de este nuevo día. Pero, recuerda: "Se acercaron en­tonces a Aarón y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido"(Éxodo 32:1)

                                       Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

Que lo que hoy consideramos la aparente demora, falta de respuesta inmediata o silencio de Dios, jamas haga que lo tratemos de reemplazar por los dioses falsos de este mundo, los cuales como el becerro del Israel antiguo son simplemente invenciones humanas y que tarde o temprano serán destruidas para siempre junto con sus adoradores.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                         DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"
Estela nunca supo cómo pudo llegar a su casa; sentía que las fuerzas la habían abandonado. Se tiró, lánguidamente, en la cama, y por horas su mirada, enajenada, permaneció absorta en el techo. En su mente, giraba un solo pensamiento: su automóvil había sido sostenido por manos invisibles; de otro modo, a esas horas ya estaría muerta. La manera en que el vehículo fue devuelto a la carretera, cuando estaba prácticamente en el abismo, ha­bía sido un milagro. Solo que había un pequeño problema: ella no creía en milagros.
¿Existen los milagros? ¡Claro que sí! La Biblia, y la vida, están llenas de ellos. El versículo de hoy presenta uno. El pueblo de Israel había llegado a las orillas del mar Rojo. No había más salida; desde la perspectiva humana, había llegado el fin. Pero, entonces, Moisés levantó la vara y el milagro suce­dió: apareció un viento oriental, y el mar se abrió, para dar paso al pueblo de Dios.
Para muchas personas, esto no tiene lógica; no hay razón que lo explique. Pero, si quieres pasar a la historia como alguien que escribió una de sus líneas, en más de una oportunidad es necesario rechazar la razón, como si fuese un trasto viejo, y volar en alas del espíritu: si deseas entenderlo todo con la razón, no volarás jamás.
La vida cristiana es una vida de fe. Con frecuencia, es necesario sacar el pie del barco y colocarlo en el agua, aunque el mar esté embravecido; es la única manera de andar sobre el mar.
¿Cuál es el Mar Rojo de tu vida, hoy? ¿Cuál es el problema que parece no tener solución? ¿Ya hiciste todo lo que humanamente podías haber hecho? Entonces, dale una oportunidad a Dios; deja que él te conduzca por los va­lles y por las montañas de la fe.
Busca al Señor. Ora, clama a él. Reconoce tu incapacidad, ríndete a sus pies, acepta tu dependencia; vuélvete como un niño. ¡Y te sorprenderás con los resultados!
No empieces las actividades de hoy sin la seguridad de que hay una vara en tus manos. Pero, más que eso, hay un Dios Todopoderoso a tu lado: "Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche"( Éxodo 14:21)

                                  Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

No olvidemos que Dios es Dios de los imposibles . El  todo lo puede y si en algún momento desea hacer un milagro  lo hará dependiendo de  su voluntad y en el momento que el considere oportuno, aun dejando de lado la lógica humana.

                                                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"
A Marina le gustaba salir a caminar todos los días temprano, por la mañana. No lo hacía solo por su salud: esa rutina de andar una hora por el parque de la ciudad, además de reportarle un beneficio físico tremendo, también le traía paz, alegría, y le daba una oportunidad para meditar.
Le fascinaba ver los frondosos árboles, a ambos lados del camino; el riachuelo, que se deslizaba como una serpiente, a su lado derecho; los primorosos jardines, bien cuidados... en fin. No se cansaba de mirarlos. Pero, aquella mañana, nada de eso parecía tener importancia, porque en sus oídos resonaban, con fuerza, las palabras llenas de ingratitud de su mejor amiga.
¿Alguna vez te has sentido incomprendido por personas a quienes extendiste la mano en un momento de necesidad? Peor todavía, ¿fueron ingratos contigo? Si ya pasaste por una experiencia parecida, tal vez logres entender cómo se sentía Moisés ante la actitud rebelde y contumaz de aquel pueblo ingrato.
Moisés solo había querido ayudarlos: Dios le había ordenado libertar a aquel pueblo de la esclavitud de Egipto, y él había aceptado el reto, a pesar de conocer las dificultades que encontraría en el camino. Pero ahora, frente al menor obstáculo, aquel pueblo ingrato acusa al líder de haberlo traído al desierto para morir.
¿Cómo te sentirías tú, en el lugar de Moisés? Necesitas saberlo porque, mientras peregrines en el desierto de esta vida y tengas una misión que cum­plir, enfrentarás muchas veces a personas ingratas, que te herirán sin piedad. No te desanimes; continúa cumpliendo tu misión. La ingratitud es parte de la vida en este mundo; es la amnesia del corazón que ha perdido el camino de los sueños.
Dicen los psicólogos que la necesidad de reconocimiento es una de las necesidades básicas del ser humano; es posible. Pero, si deseas llegar a la tie­rra prometida de tus sueños, tienes que llenar ese vacío con la presencia de Jesús en tu vida; de otro modo, serás parte de los cadáveres que yacen en el desierto.
Levanta la cabeza, y sal hoy, para enfrentar tus responsabilidades, sin esperar gratitud de los seres humanos, motivado únicamente por el deseo de servir. Y recuerda: " Dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?"(Éxodo 14:11).

                               Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

Nunca hagamos algo por los demás esperando que nos sean agradecidos, hagamos el bien desinteresadamente por amor a Dios y  los resultados serán muy gratificantes.

                                                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"
¿Cuál es la función de la Biblia, en el desarrollo de la fe? Muchas personas relacionan la fe solamente con el sentimiento y las emociones. Sin duda, las emociones forman parte de la experiencia humana. Pero, la Biblia afirma que el fundamento de nuestra fe es Jesús. Si esto es verdad, conocer a Jesús se vuelve indispensable en la vida del cristiano; y la única manera de conocerlo es conviviendo con él.
Surge, entonces, otra pregunta: ¿Cómo se convive con Jesús? Aquí entran en juego tres elementos necesarios: la oración, la testificación y el estudio diario de la Biblia. El propio Señor Jesucristo dijo, en cierta oportunidad, refiriéndose a las Escrituras: "Ellas son las que dan testimonio de mí". No puede haber declaración más clara: es mediante el estudio de la Biblia que llegas a conocer a Jesús, a confiar en él y a saber que nunca te fallará.
Pero, este estudio de la Biblia no puede ser algo simplemente teórico e intelectual: no puedes ir a la Biblia solo en busca de argumentos o conoci­miento teológico, sino en busca de compañerismo con Jesús. Lee la Biblia como si fuese una carta personal, que Jesús te escribió. Colócate en el centro de las historias que lees. Cuando lees acerca de Daniel, tú eres Daniel; imagí­nate siendo llevado a la cueva de los leones por obedecer a Dios. Cuando lees acerca de María Magdalena, tú eres esa mujer cansada de pecar, que un día se encontró con Jesús. Cuando encuentras, en la Biblia, la historia de José, colócate en su lugar; imagínate siendo vendido por tus hermanos y siendo llevado a un país extraño, en fin...
Lee la Biblia en primera persona del singular. Cada vez que dice "ellos" o "nosotros", colócate a ti, y aplica los consejos bíblicos a tu experiencia y a las luchas que estás enfrentando en ese momento. Así, conocerás a Jesús y él será el fundamento de tu fe; podrás confiar en él, porque llegaste a conocerlo por medio del estudio de la Biblia.
No te atrevas a vivir sin Jesús: sin él, la vida es una simple sobrevivencia. Él es el fundamento de una vida feliz, porque es el fundamento de tu fe; y la vida del cristiano es una vida de fe. Y recuerda lo que él declaró: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios"(Romanos 10:17).

                                          Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

  Solo conociendo al Dios de la Biblia y su actuar a lo largo de la historia de la humanidad, podremos tener  fe en sus promesas y creer en el,  sin desviarnos de su amor.

                                                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"


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Uno de los peligros que los cristianos corremos es pensar que Dios está preocupado solo con el hecho de que nos portemos bien y practiquemos obras justas. Claro que a Dios le gusta ver obras de justicia en la vida de sus hijos; pero como un resultado, y no como la causa. Tú no eres justo porque practicas obras justas: tú realizas obras justas porque eres justo. Lo primero que debes hacer, en la vida cristiana, es ir a Jesús, y no tratar de fabricar tu propia justicia.
La justicia humana es trapo de inmundicia para Dios. ¿Por qué? Porque es solo apariencia. Ese era el problema de los fariseos en el tiempo de Cristo: se esforzaban por ser buenos, pero solo por fuera; en el fondo, no pasaban de ser gente pecadora. Y Jesús los llamó sepulcros blanqueados: blancos por fuera, pero hueso y carne putrefacta, por dentro.
Con el fin de ser un buen cristiano, no basta hacer cosas buenas o justas: es necesario ser justo. Y se es justo solo cuando se vive una vida de comunión diaria con la Persona justicia, que es Jesús.
La línea divisoria es tenue, casi imperceptible. Y existen dos extremos terribles: el primero, es el de pensar que relacionándote con Cristo tu salva­ción está garantizada, y no tienes que preocuparte por las buenas obras. El otro extremo es el de pensar que, sin obras, no hay cómo probar que eres un cristiano, y olvidándote de Jesús correr la carrera sin sentido, en busca de buenas obras.
Al fin de cuentas, ¿cómo saber que realmente confías en Jesús y que tus buenas obras son fruto de tu relacionamiento con él? Es fácil. Existe un ter­mómetro que solo Dios y tú conocen; nadie más lo puede ver: ese termó­metro es la cantidad de tiempo que pasas diariamente con Jesús, en oración, estudio de la Biblia y meditación.
Cada vez que te arrodillas antes de salir para el trabajo, estás expresando a Jesús, sin palabras, pero con tu actitud, lo siguiente: "¿Sabes por qué estoy aquí, arrodillado? Porque sin ti no puedo hacer nada". Y cada vez que partes sin pasar tiempo con Dios, le estás diciendo lo contrario.
Haz de este un día de comunión. "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios"(Romanos 10:3)

                              Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

 Que jamás olvidemos que solo al lado de Dios podremos ser verdaderamente justos. Todo lo demás es imitación sin sentido . El Dios justo es un Dios de amor y su ley de amor es reflejo de ambas características que debemos imitar.

                                                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"


Vivimos en días en que prácticamente se ha vulgarizado la palabra amor; tal vez, por lo limitado de los idiomas latinos. En estos idiomas, se "ama" a todo: la comida, al perrito, a la esposa, a Dios, a la iglesia, la profesión, en fin... No existen varias palabras para definir o diferenciar el amor por una u otra cosa. Pero, en el griego y el hebreo, no sucede lo mismo.En el original hebreo la palabra "amor" es ahab, que refiere a un amor consciente, con propósito; un amor racional. No es solo un amor sentimental, sino un amor responsable; un amor que tiene que ser así, no puede ser de otra forma. Es un amor que existe porque la mente dice que eso es lo correcto, aunque para eso sea necesario la renuncia, la entrega y el sacrificio.Este tipo de amor no es fácil de ser entendido. 

Desdichadamente, el amor, como principio, se ha transformado apenas en amor romántico, de poesía y de música, desprovisto de acciones y hasta de lógica.Dios espera de su pueblo un amor completo: con la mente, con el cuerpo, con el ser entero; no un amor dividido ni a medias. Cuando el ser humano trata de amar a medias, se divide a sí mismo, y eso lo vuelve infeliz. Para que algo te satisfaga, tienes que hacerlo con tu ser entero; de otro modo, corres el riesgo de hacerte infeliz, incompleto y vacío.

Pero, la voluntad de Dios es más grande, todavía: él espera que un amor así lleve al ser humano a amar, también, a su prójimo, es decir, a las otras personas, del mismo modo que ama a Dios.¿Solo porque es una orden? No: los consejos divinos tienen, como pro­pósito, hacerte feliz. Es de lamentar que, para entender algo tan simple, mu­chas veces sea necesario sufrir y llegar a la desesperación. Pero, finalmente, es por medio del dolor que llegamos a nacer del Espíritu; y solo entonces el amor auténtico, verdadero y genuino se manifiesta, en la vida, como un fruto.Con esto en mente, comienza el día recordando: "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas".( Deuteronomio 6:5)

                               Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

 Que siempre podamos recordar que somos un ser integral, con mente cuerpo y espíritu y que si amamos de verdad lo haremos con todo nuestro ser y no solo con una parte de El. Pidamos a nuestro Dios de amor la bendición de su amor completo, permanente, verdadero y eterno. 

                                                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"
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Me impresiona el verbo "conocer". En griego, es el verbo ginosco, que significa más que simplemente conocer la apariencia exterior de una persona; involucra, también, el conocimiento de los sentimientos, de lo que los ojos no ven, de lo que va por dentro. Y Jesús explicó que podemos iden­tificar al árbol que tenemos delante observando su fruto.
Pensemos con más detalle en esta ilustración. Supongamos que no cono­cemos nada de árboles frutales; jamás vimos un árbol de naranja, ni de higo, ni de plátano, ni de nada. Conocemos las frutas, pero no los árboles. Y, un día, nos llevan a un huerto y nos piden que identifiquemos a cada uno. ¿Cómo sabremos cuál es cuál, si nunca vimos ningún árbol frutal antes? Jesús dice que hay una manera de saberlo: espera a que aparezcan los frutos. Cuando el tiempo llegue, el higo producirá higo y el plátano producirá bananas.
En la vida cristiana, sucede algo parecido. Todo el mundo puede decir que es cristiano, pero la verdad solo se sabe cuando aparecen los frutos: si eres un cristiano de verdad, tu vida mostrará el fruto del Espíritu. Esto no falla.
Jesús trabaja, primero, por dentro, de manera imperceptible; nadie ve la mano maravillosa de Dios que opera el milagro. El Espíritu Santo viene y, de manera silenciosa, te concientiza acerca de las cosas que son necesarias cambiar.
Ve a Jesús, y permítele que trabaje en tu corazón. No te desesperes, si no ves los frutos de inmediato. Ten paciencia; simplemente, no te separes de Jesús: búscalo en oración y a través del estudio diario de su Palabra. Todo lo que realmente vale, en la vida, requiere perseverancia. Entonces, persevera en Jesús; no te separes de él, por nada y para nada.
Haz de este día un día de comunión con Jesús. Que la savia de su vida pase a tus venas y llegue a tu corazón. Sonríe, abre tu corazón a las personas, extiende la mano al necesitado, en fin... permite que los frutos del Espíritu aparezcan de manera natural en tu vida. Y no te olvides: "Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas".(San Lucas 6:44).
                                  Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

Permitamos que Dios trabaje Día a Día  en nuestras vidas para que no seamos como la higuera estéril de la parábola. Solo con su Espíritu podremos dar los frutos que el quiere que tengamos para que su obra sea cumplida en cada uno.
                                                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                          DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"


Hay mucho dolor y tristeza entre las personas, por causa de relacionamientos quebrados; son heridas que, a veces, el tiempo no logra sanar. Personas que dicen: "Yo confié en él, o en ella, y me falló". El versículo de hoy muestra la salida para algunos de esos problemas. Dios dijo que lo buscaríamos, y lo hallaríamos si lo buscamos con todo nuestro corazón. La expresión "todo corazón" es sinónimo de integridad, veracidad y sinceridad. La since­ridad es la virtud que nos lleva a decir siempre la verdad y a mostrarnos, delante de las otras personas, tales como somos interiormente. Pero, la sinceridad no es algo que fabricamos: es un fruto del Espíritu Santo y un valor que debemos tener, con el fin de desarrollar relaciones hu­manas saludables.
El secreto, para ser sincero, es amar. Pero, amar de todo corazón; no por la mitad. Amar primero a Dios y, como resultado, al ser humano.Lo opuesto de la sinceridad es la hipocresía: decir lo que no es verdad, lo que no se siente; esconder, mentir, aunque esas mentiras sean llamadas "mentiras piadosas".
Para ser sincero, se necesita tener criterio. Esto significa que, cuando es necesario decir la verdad, debes utilizar las palabras y las expresiones co­rrectas. Las personas nunca se sienten heridas por lo que dices, sino por la manera en que lo dices.La sinceridad, también, requiere valor, ya que, a la hora de decir la ver­dad a un amigo o a una amiga, por ejemplo, la mentira, por piadosa que te parezca, no se puede justificar por el "miedo de perder una buena amistad".
La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento, aunque le cueste; sin temor al qué dirán. Ya que ser sorprendido en la mentira es más vergonzoso.Al ser sinceros, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza, por causa de nuestra au­tenticidad.
Haz de este un día de sinceridad. Pero recuerda: "Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón"( Jeremías 29:13).
                                      Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

Dios nos ayude a ser sinceros en lo mas íntimo de nuestras almas y a saber decir la verdad sin temor y sin herir innecesariamente la suceptibilidad de los demás. Evitando todo tipo de mentira seremos fieles seguidores de nuestro Dios amado, quien con su verdad nos hace libres de todo engaño y mala  práctica. 
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"
Lima, como toda gran ciudad, estaba congestionada y bulliciosa aquel día de diciembre; indiferente a las personas y a la vida. Sus estrechas ca­lles, desgastadas de tantos pasos, no podían siquiera imaginar el dolor que embargaba las emociones del hombre cabizbajo, cargado de culpabilidad. Aquella figura anónima se deslizaba, inadvertida, por el jirón de la Unión, en dirección a la plaza San Martín.
Aquellas calles indiferentes respiraban un aire de Navidad. Mucho color y calor: color, gracias a los motivos navideños, y calor, terrible, del verano. El misterioso personaje escogió aquel palco, con la intención de protagonizar la última escena de su vida. La tragedia capital: se dio un tiro en la cabeza.
Creo que, cuando una persona decide poner fin a su existencia, es porque se siente ausente y ajena; como si no perteneciese a la vida. Como si, para ella, no hubiese lugar en este mundo.
Ser acepto es una de las necesidades básicas del ser humano; es lo que lo motiva a ser. Sentirse útil lo hace necesario. Por eso, Pablo aconseja: "Recibios los unos a los otros". No dice "Recibid a los que os simpatizan o a quienes simpatizáis", sino a los otros: los otros son el prójimo; y el prójimo no tiene color, ni raza, ni idioma, ni personalidad ni carácter. Tu prójimo es, simplemente, aquel que está próximo a ti. No necesita agradarte; basta que esté a tu lado.Esto no tiene nada que ver con la amistad. Al amigo, tú lo escoges; al pró­jimo, no.
 El consejo de Pablo no es aceptar al amigo, sino aceptar al prójimo.La tendencia humana es escoger a quién aceptar; aislamos a las personas que no nos gustan. Formamos grupos cerrados, donde solo entran quienes saben descifrar el código establecido. Y muchos, como el insignificante ser humano que caminaba, anónimo, por las calles céntricas de Lima, son no solo dejados al olvido, sino rechazados, aislados e ignorados.Haz, de este día, un día especial de aceptación de las personas que no co­noces: saluda, en tu lugar de trabajo o en la escuela donde estudias, a las per­sonas que no saludabas; sonríe a los tristes; comunícate. Extiende la mano al necesitado. En fin... Sigue el consejo de Pablo: "Por tanto, recibios los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios"(Romanos  15:7)
                                   Tomado del Libro de Meditaciones Matinales 2011, del Pr. Alejandro Bullón.
Que siempre recordemos que toda persona es creación de Dios y por lo tanto es valiosa, por lo que nos corresponde como cristianos aceptarlas como son para influir positivamente  en ellas como fruto de nuestra relación con el Espíritu de nuestro amado Señor, sin dejar que se comprometan nuestros principios y hábitos. Que el Señor nos guíe en ese camino.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
DIRECTOR DEL WEB BLOG "REFLEXIONES PARA VIVIR"

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