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Enero 16
El completrará lo incompleto
Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. FILIPENSES 1 : 6


Esta es una de las promesas más preciosas de la Biblia. Dios terminará a tiempo el trabajo de perfeccionamiento en los suyos. Terminará a tiempo, antes del «día de Jesucristo», es decir, el «día grande de Jehová» del que tanto se habla en el Antiguo Testamento.¿Te has sentido preocupado y hasta temeroso a veces al ver cuan lento es el desarrollo de tu carácter cristiano? Y al notar tus hábitos, tus defectos, tus vicios, tus faltas, ¿no has temido que llegue el día que tanto anhelas y que, a la vez, tanto temes, sin estar listo?Pues no te preocupes hasta el punto de la desesperación. San Pablo estaba «persuadido», convencido, de que Dios, que comenzó la buena obra de la salvación, la terminará «a tiempo», para «el día de Jesucristo». «El Señor es un obrero perfecto. Terminará cada obra en la cual pone su mano, si el material humano le permite hacerlo; además, el producto de una obra tal será perfecto. Y Dios no se cansa de hacer el bien. Había aceptado a los filípenses dentro de la comunión del evangelio, pero esta no es una obra que se concluye con un solo acto, sino que se completa gradualmente, pero con toda seguridad» (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 148).Y sin duda anhela compartir esa misma seguridad contigo, con tu familia y con los miembros de su iglesia. Propaga esta buena noticia en tu congregación como Pablo la propagó en la iglesia de Filipos. Señala que la obra del perfeccionamiento del carácter cristiano no se acaba el día de la conversión, el día del bautismo o a la mitad del camino de la peregrinación cristiana. Es una obra que se completa gradualmente, pero con toda seguridad. Explica que el apóstol Pablo estaba «persuadido» de que Dios va a terminar a tiempo la obra de preparación para entrar al reino de Dios cuando Cristo venga. Indica que el propósito de Dios es que también los miembros de la iglesia a la cual asistes se «persuadan», se convenzan, de que el trabajo intenso del Obrero Perfecto terminará a tiempo la labor de perfeccionamiento del carácter cristiano de todos aquellos que le "permitan" hacerlo.Reflexiona hoy en estas preciosas palabras: «La obra del perfeccionamiento continuará hasta que Cristo venga a recoger a los suyos. Nada inferior a un crecimiento continuo puede prepararnos para dar la bienvenida a Cristo cuando venga por segunda vez» (ibíd., p. 148).


Enero 17
Cuando Dios nos dice: "Eres Maravilloso"
Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado. Joel 2:32


Martín Lutero pasó los primeros años de su vida obsesionado porque no estaba seguro de su salvación. Se encerró en la oscuridad de una celda monástica, donde castigaba su cuerpo y su alma con ayunos y azotes con el propó-) de ganar el favor de Dios. No hubo sacrificio ni práctica ascética que no estuviera puesto a realizar, con tal de obtener la bendita seguridad de su salvación. Él mismo Hjo: «No rehuía sacrificio alguno con tal de llegar a poseer un corazón limpio que P Mereciese la aprobación de Dios» (El conflicto de los siglos, p. 131).Es especialmente significativa su experiencia cuando visitó la ciudad de Roma por primera vez. Grandes esperanzas llenaban su corazón al visitar el centro de la cristiandad. Cuando vislumbró todavía desde muy lejos la ciudad, cayó de rodillas, y exclamó: «Salve, Roma santa!» Poco antes, un decreto papal había prometido indulgencia a todo aquel que subiese de rodillas "la escalera de Pilato". La tradición decía que los ángeles la habían transportado desde Jerusalén hasta Roma. «Mientras subía devotamente aquellas gradas, recordó de pronto estas palabras que como trueno repercutieron en su corazón: "El justo vivirá por la fe" (Rom. 1:17). Púsose de pronto de pie y huyó de aquel lugar sintiendo vergüenza y horror» (ibíd., p. 134).Pero un día, mientras leía la Epístola a los Romanos, Lutero se dio cuenta de que no podía ganar su salvación. La Biblia dice que la salvación se recibe, que no se puede ganar. Esos versículos de la Escritura libertaron a Lutero. Cambiaron totalmente su opinión de que sus obras lo hacían merecedor de la gracia de Dios. Reconoció que Jesucristo ya había hecho todo lo que había que hacer para su salvación. Lo que tenía qué hacer era recibir por fe lo que Jesús había hecho, puesto que el Señor había pagado la deuda de sus pecados en la cruz.Todos nosotros, al igual que Lutero, experimentamos momentos de incertidumbre en cuanto a nuestra salvación. A veces sentimos que estamos perdidos, que Dios se ha cansado de nosotros y que no somos aceptados por él. Cuando nos sentimos hundidos por el peso enorme de nuestros fracasos, o cuando estamos simplemente desanimados, debemos recordar que nuestros fracasos no han terminado con nuestra salvación en Cristo. Recordemos que hoy, como el día en que creímos por primera vez, solamente «aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo». Invoquemos el nombre de Jesús hoy.
(Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla)

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