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«Puedes fracasar muchas veces —escribió alguien— pero eso no te convierte en un fracasado. El verdadero fracaso se produce cuando dejas de luchar». Esta verdad la ilustra Hyrum W. Smith al relatar la experiencia que vivió su hijo mayor mientras estaba en la escuela secundaria. Este joven había logrado, con mucho esfuerzo, ganarse un puesto en el equipo titular de basquetbol del colegio. Pero tenía un serio problema. Si no lograba encestar en el primer intento, entonces no intentaba más durante el resto del partido. Y cuando un jugador del equipo rival se acercaba, en lugar de marcarlo, se retiraba. Para colmo de males, esa actitud derrotista se había extendido hacia otras áreas de su vida, incluyendo sus estudios.
Preocupado por lo que consideraba una conducta extraña de su hijo, el padre decidió conversar con el joven.
—Creo que sé cuál es tu problema —le dijo el padre—. Le temes al fracaso y piensas que el fracaso siempre es malo.
—Papá —respondió el joven—, tú no sabes lo que es fracasar. 
—¿Qué quieres decir con eso de que no sé lo que es fracasar? 
—Bueno, me refiero a que has triunfado en la vida. Tienes una empresa grande, con muchos empleados que trabajan para ti.
En la conversación que siguió, el padre le contó al hijo muchos de los fracasos que había experimentado en la vida y, lo que es más importante, de qué manera esos fracasos lo habían ayudado a triunfar en su profesión. Eso fue todo lo que el joven necesitó. En los partidos de basquetbol que siguieron, el muchacho mostró un estilo agresivo de buscar el balón y de disparar al cesto sin temor, por más que hubiera fallado en el intento anterior. Mejor aún, también sus calificaciones escolares y hasta su sentido del humor mejoraron de manera notable.
Hyrum W. Smith, quien hoy es un respetado escritor y conferencista, concluye el relato con estas palabras: «El fracaso no es más que una lección que nos prepara para la próxima gran pelea» (What Matters Most. The Power of Living Your Valúes [Lo que más importa: El poder de vivir tus valores], pp. 151-153).
¿Te encuentras en el suelo como producto de algún fracaso sentimental, académico o de cualquier otro tipo? Pues, levántate. En la batalla de la vida, ahora estás mejor preparado para la próxima pelea. Y recuerda que Dios siempre está de tu lado.
Ayúdame, Señor, a perseverar en el logro de mis metas, aunque a veces me equivoque al intentarlo.

                         Tomado de Meditaciones Matutinas para Jóvenes
                                Dímelo de frente - Por Fernando Zabala.
Recordemos el consejo bíblico para hoy, que nos dice: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Josué 1:9, NVI
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
DIRECTOR DEL WEB BLOG - REFLEXIONES PARA VIVIR







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