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Marzo 13
Si mi pueblo orara
Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. GÉNESIS 25: 21
Rebeca, la esposa de Isaac, era estéril, mal que en aquel tiempo era una afrenta y se consideraba una maldición. En la cultura en que vivían, no tener hijos se consideraba una desgracia muy grande. Para las mujeres no había prueba más grande que esa. Ante los ojos de los demás, era como si Dios hubiera abandonado a la pareja y pronunciado una maldición sobre la mujer.
Pero Dios transforma todos los dolores y fracasos en victorias. Dios escuchó la oración de Isaac y Rebeca. Esa fue la señal de las bendiciones sin fin que Dios les tenía preparadas. Tal vez también tú tienes un dolor en su corazón. Quizá estás pasando por el valle de lágrimas. Y hasta es posible que estés pasando el valle de sombra de muerte. ¿Cuál es el motivo de tu oración? ¿Has orado mucho tiempo sin una sola respuesta? Acuérdate de Isaac. No sabemos cuánto tiempo oró sin recibir ninguna respuesta. Lo más probable es que haya ocurrido en tu vida lo que siempre produce la oración en la vida del cristiano: una serena confianza y una entrega total de todo su ser al que tenía la soberanía en su vida. Aunque la respuesta a la oración de Isaac no llegaba, Dios disfrutaba del compañerismo de su siervo. Cada oración de Isaac era un encuentro con Dios. Hasta que su vida misma se convirtió en una oración.
Aunque el Todopoderoso no está obligado a contestar nuestras oraciones, las contesta. Él no le rinde cuentas a nadie, pero nos atiende por el amor que nos tiene. Curiosamente, tal vez la oración no contestada sea la única forma en que Dios puede satisfacer su anhelo de compañerismo con sus hijos. Si les diera todo lo que quieren o piden, ya no vendrían a encontrarse con él. ¿Cuándo fue la última vez que oraste fervientemente? ¿Con cuánta frecuencia oras? ¿Qué está haciendo Dios en tu vida para invitarte a orar?
Cuando no conseguimos todo lo que queremos nos convertimos en personas más humildes. Cuando recibimos todo lo que queremos, desarrollamos una actitud que convierte a Dios en parte adicional y no esencial de nuestra vida. Seguramente Isaac llegó a confiar en que Dios haría lo mejor para él y para su esposa. Dios quiere que sus hijos tengan hoy esa misma actitud.
Que tu oración hoy sea: «Señor, ayúdame a reconocer que tú estás guiando mi vida».

Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/

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