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Marzo 15
Si lo pides, asegúrate de que lo quieres

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. ROMANOS 8: 26

Ten cuidado al orar si no estás dispuesto a aceptar la manera en que Dios responderá a tu petición. Puede ser que la respuesta de Dios a nuestras oraciones nos meta en tremendos conflictos y cause dificultades a nuestra vida cristiana. Oramos para que Dios nos ayude a amar a otros y el Señor nos envía personas que nos hacen sufrir, difíciles de amar, que irritan los nervios y hieren y rompen nuestro corazón. Puede ser que él haga eso para ayudarnos a comprender que «el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso [...]. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Cor. 13:4,5,7, NVI).Pedimos amabilidad, e inmediatamente viene una tormenta de problemas que a veces nos hace perder el control emocional. Oramos, pidiendo tranquilidad, y de pronto alguien nos grita y nos insulta; quizá para que aprendamos que la paz de Dios nadie la puede perturbar.Oramos pidiendo ayuda para vivir como vivió Jesús, y se nos pide desempeñar una tarea humillante, o se nos acusa injustamente, sin darnos la oportunidad de defendernos. Puede ser que esa sea la respuesta de Dios, porque Jesús «como cordero fue llevado al matadero [...]. Enmudeció, y no abrió su boca» (Isa. 53: 7).Pedimos a Dios que nos dé mucha fe. Entonces nuestro dinero pareciera tener alas y vuela, nuestros hijos se enferman, los empleados son lentos y malgastan el tiempo; y luego vienen más pruebas, que requieren más fe que las pruebas anteriores.Pedimos paciencia, y Dios envía personas a nuestro encuentro que nos prueban hasta el límite. Oramos para que Dios nos limpie de la fea mancha del egoísmo, que es la esencia de todo pecado, y el Señor nos presenta la oportunidad de sacrificarnos poniendo personas necesitadas en nuestro camino.Puede ser que esa sea la manera extraña en que Dios responde, para sanar nuestro egoísmo, quitar nuestro orgullo y limpiarnos de sentimientos de odio y venganza. Es la manera en que su brazo nos hace fuertes. Es su disciplina para que lleguemos a ser como Jesús. ¿Aceptas la respuesta de Dios a tus oraciones? Entonces continúa orando al Señor, pidiendo que aumente tu amor, tu fe y tu paciencia. «Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación» (2 Cor. 1:5).
Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/

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