Albert
Einstein, sin lugar a dudas el científico más importante del siglo XX, es
también conocido por sus ocurrencias. Una de ellas se produjo cuando se celebró
una cena en su honor.
Einstein
había sido invitado para recibir un galardón por su contribución a la ciencia.
Después de recibir su premio, la concurrencia comenzó a clamar: «¡Que hable!
¡Que hable!».
Aunque
el programa no contemplaba un discurso del famoso científico, el presidente de
la institución lo invitó a hacer uso de la palabra. En contra de su voluntad,
Einstein subió al pódium. El público guardó absoluto silencio. Entonces comenzó
diciendo: «Damas y caballeros, lo siento mucho pero en este momento no tengo
nada importante que decirles». Dicho esto, tomó asiento. A los pocos instantes,
como recordando algo que debió decir, Einstein se levantó de su asiento:
«Cuando tenga algo que decirles, les avisaré».
Cuenta
el relato que entonces se llevó a cabo otra cena en su honor, en la que
Einstein finalmente dio su muy esperado discurso.
En una
época como la nuestra, en la que muchos quieren hablar y pocos escuchar, la
experiencia de Einstein nos enseña una valiosa lección: Cuando no tengamos nada
que decir, es mejor callar. Pero cuando tengamos algo importante que decir,
entonces hablemos. Ya lo dijo el Sabio: «En este mundo todo tiene su hora; hay
un momento para todo cuanto ocurre: [...] un momento para callar y un momento
para hablar» (Ecl. 3:1,7).
Una
lección no menos importante que se deriva de la anterior es que cuando sea
tiempo de hablar, hagámoslo al punto y sin rodeos, pues como bien lo expresó
Salomón, «el que mucho habla, mucho yerra» (Prov. 10:19).
Pidamos
a Dios que nos ayude a cultivar el don del habla porque, como bien lo expresa
el libro Palabras de vida del gran Maestro en la página 270, ningún otro
talento puede ser de mayor bendición que este. Y pidámosle también que nos dé
sabiduría para saber cuándo y cómo usarlo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala.
Recuerda , la palabra de nuestro amado Dios nos dice:
"Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar" (Santiago 1:19).
Que nuestro Dios de amor nos conceda su sabiduría para saber cuando hablar y cuando callar.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
DIRECTOR DEL WEB BLOG - REFLEXIONES PARA VIVIR