-Roberto,
tengo un trabajito para ti -le dijo María Goddard a su nieto adolescente un
hermoso día de octubre-. El viejo cerezo necesita ser podado.
-Muy
bien, abue -suspiró Roberto y cerró el libro que había estado leyendo, titulado
La guerra de los mundos, de H. G. Wells.
Era
su libro favorito, y ya lo había leído varias veces. El libro trataba de
marcianos imaginarios que viajaban por todo el sistema solar en enormes naves
de hierro. Se emocionaba cada vez que lo leía. ¿Qué, si fuera cierto?
La
idea de viajar por el espacio acompañaba a Roberto mientras iba por el
serrucho. Seguía pensando en su aventura mientras trepaba a las ramas más bajas
del cerezo. Poco después se recostó en el tronco para descansar un minuto. Los
cálidos rayos del sol otoñal lo relajaron rápidamente. Cerró los ojos unos
segundos. Entonces sucedió algo sumamente extraño.
-Era
como un sueño -dice Roberto (H. Goddard),
al recordar la experiencia-. Imaginé un aparato muy raro que tenía la forma de
una barra larga. Comenzó a girar más y más hasta elevarse desde el suelo.
Siguió ascendiendo cada vez más en dirección a la luna.
Emocionado,
Roberto bajó rápidamente del árbol, corrió a su recámara y dibujó la máquina
que había imaginado en el cerezo.
Muchos
años después, y tras inventar cientos de cohetes, Roberto estaba de pie en un
campo de Massachusetts observando cómo su primer cohete de combustible líquido
se elevaba en el aire, seguido de tremendas llamaradas amarillas y anaranjadas.
Luego de ascender unos 60 metros, se niveló y aterrizó. Antes de morir en 1945,
lanzó un cohete que se elevó más de tres kilómetros. Hoy, los cohetes de
exploración, las estaciones y los viajes espaciales nos parecen temas comunes y
hasta cotidianos.
Todo
empezó aquel día en el cerezo. La imaginación de Roberto Goddard, animada por
los libros que había leído, dio origen a la espectacular era espacial. Realizó
lo que siempre había soñado. Esa pareciera ser una de las leyes de la vida:
llegamos a ser lo que constantemente pensamos.
¿Qué
clase de persona eres, o llegarás a ser? ¿En qué piensas constantemente? ¿Qué
es lo que te mantiene preocupado? ¿Qué tipo de libros lees? ¿Qué películas ves?
¿Qué clase de música escuchas?
Porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él... Proverbios 23:7 (RVR1995).
Tomado de: PERSIGUE TUS SUEÑOS Más allá de los obstáculos, de Dorothy E. Watts.