Federico II el Grande (1712-1786), el tercer rey de Prusia, se
encontró con un anciano que deambulaba por las calles y le preguntó:
-¿Quién eres?
-Soy un rey -contestó el anciano.
-¿Un rey? ¿Y sobre quién ejerces tu señorío? -preguntó con ironía el monarca prusiano.
– Sobre mí mismo. Yo soy mi propio rey -dijo el anciano.
-¿Quién eres?
-Soy un rey -contestó el anciano.
-¿Un rey? ¿Y sobre quién ejerces tu señorío? -preguntó con ironía el monarca prusiano.
– Sobre mí mismo. Yo soy mi propio rey -dijo el anciano.
La respuesta del anciano me hizo recordar el relato de Juan 8:31-46.
Los judíos, que en ese tiempo se hallaban bajo el régimen romano, es
decir, eran siervos de Roma, tuvieron la osadía de decirle a Cristo:
“Nosotros […] nunca hemos sido esclavos de nadie” (vers. 33).
Probablemente, al igual que el anciano de nuestro relato de hoy, y que
los judíos del tiempo de Cristo, tú también te creas que eres dueño de
tu vida, y que no tienes que dar cuentas a nadie. Te sientes libre de
actuar en conformidad con tus deseos y sentimientos; te consideras el
rey de tu vida.
Pero la realidad es bien distinta. Todos, de una u
otra manera, somos siervos de alguien. Cristo declaró: “Les aseguro que
todos los que pecan son esclavos del pecado” (vers. 34). El pecado es
un despiadado monarca que ejerce su dominio sobre todos. A eso se debe
que de vez en cuando haces cosas que no quieres, que van en contra de tu
voluntad, porque estás cumpliendo la orden de tu amo, que es el pecado.
¿Sabes a quién le sucedía algo parecido? Nada más y nada menos que al
gran apóstol Pablo. Desnudando su lucha frente a todos, Pablo confesó:
“Así que ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí”
(Romanos 7:17).
La buena noticia es que gracias a la obra de
Cristo, podemos ser libres del poder del pecado (Juan 8:36; Romanos
7:24-25). Cuando nos entregamos al Señor, le estamos ofreciendo nuestro
“cuerpo como instrumento para hacer lo que es justo ante él” (Romanos
6:13) y entonces llegamos a vivir al “servicio de la justicia, con el
fin de llevar una vida santa” (Romanos 6:19). Si la gente hoy te
pregunta quién eres, con orgullo puedes responder: ¡Soy un siervo de
Cristo!
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“Visita mi Muro, 366 Mensajes que Inspiran”
Por: J. Vladimir Polanco
“Visita mi Muro, 366 Mensajes que Inspiran”
Por: J. Vladimir Polanco
Recordemos hoy lo que nos dice la palabra de nuestro Dios de Amor:
“Ahora, libres de la esclavitud del pecado, han entrado al servicio de Dios” (Romanos 6:22).
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
DIRECTOR DEL WEB BLOG REFLEXIONES PARA VIVIR