Su
conducta era intachable. Además, era un joven brillante. Y rico. ¡Mejor,
imposible! Casi se podría decir que era «la envidia» del barrio. Lo que nadie
sabía es que en lo más íntimo de su corazón, había un enorme vacío.
Un
día este joven vio al Señor bendecir a los niños. La escena lo conmovió tanto
que corriendo se acercó y se arrodilló delante de él. Entonces hizo la pregunta
que lo estaba quemando por dentro:
—Maestro
bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? (Mar. 10:17).
La
respuesta del Señor fue contundente:
—Si
quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos (Mat. 19:17).
Sin
embargo, no era de obediencia que el joven quería escuchar. ¡Precisamente ese
era su problema! En su opinión, había obedecido toda su vida y, sin embargo,
sentía un inmenso vacío espiritual.
—Todo
eso lo he cumplido —dijo el joven—. ¿Qué más me falta? (vers. 20).
«¿Qué
más me falta?» Con esta pregunta, el joven reveló que para él, «obedecer» a
Dios significaba «portarse bien». Y no es que nuestras buenas obras no
importen; pero más importa el motivo que las impulsan: el amor a Dios y al
prójimo, no el amor al yo.
Para
mostrar al joven en qué consiste la verdadera obediencia, Jesús fue directo al
grano:
—Si
quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y
tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme (vers. 21).
La
prueba fue demasiado dura: «Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque
tenía muchas riquezas» (vers. 22). Al dar más importancia a sus posesiones que
a Dios, el joven rico demostró que en realidad no había guardado todos los
mandamientos. Peor aún, demostró cuál era su verdadero dios: ¡La riqueza!
¡Qué
final tan triste el de su historia! ¿Podemos imaginar todo el potencial que ese
muchacho podría haber desarrollado? ¿Todo el bien que podría haber hecho a la
humanidad? Sin embargo, hoy día de él solo quedan las cenizas. Sus riquezas las
disfrutaron otros. Y todo porque se equivocó en la decisión más importante:
«¿Quién ocupará el primer lugar en mi vida?
¿Puedes
ahora mismo responder esta pregunta?
Dios mío, ocupa el lugar de honor en mi
corazón, ahora y siempre.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala.
Que, ante la pregunta bíblica ¿Y qué voy a hacer con Jesús, el que
llaman el Mesías? (Mateo 27:22), nos respondamos , haré de el mi Dios y el centro de mi vida.
JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
DIRECTOR DEL WEB BLOG - REFLEXIONES PARA VIVIR