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EL EGO VS. LA UNIDAD


¡Que muera el ego y que viva la unidad!
!¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía"
Salmo 133:1

Todos tenemos nuestras propias opiniones. De hecho, todos creemos tener razón. Mi deporte predilecto es el fútbol, y una de mis debilidades es que cuando sucede algo en el partido y empieza la discusión, siempre creo llevar la razón. Sé que la mayoría de las veces me equivoco, pero la cuestión es que todos queremos tener la razón. Cuando sostenemos un punto de vista, queremos que los demás estén de acuerdo con nuestra opinión, porque si no lo están sentimos que lo que entra en juego es nuestro orgullo personal. Así es que siempre vamos a procurar manipular a la otra persona para hacer que esté de acuerdo con nosotros. Sin embargo, el hecho de querer que las personas que nos rodean coincidan siempre con nosotros es algo que no agrada a Dios.

Por eso la unidad del Espíritu es uno de los logros más grandes. La unidad del Espíritu no es natural; es sobrenatural. Por eso no puede ser explicada naturalmente ¿A qué me refiero con esto? Cuando nos encontramos con una persona muy ambiciosa para lograr el éxito, sentimos celos y experimentamos sentimientos negativos en contra de ella por el hecho de que nosotros queremos ser más exitosos que todos los demás. Pero la unidad del Espíritu es algo magnífico, porque implica que somos dominados por un poder más fuerte que el yo. Cuando estamos dominados por el Espíritu hacemos a un lado lo que una vez fue natural, y, cuando queramos imponer nuestra opinión, escucharemos con calma la opinión de los demás, y, si hay que estar de acuerdo con ellos, lo aceptaremos. Esto implica que si Dios les entrega el éxito antes que a nosotros, nos gozaremos con la otra persona y alabaremos a Dios por lo que hasta el momento hemos alcanzado.

Estar dispuestos a deshacernos de nuestro propio orgullo y respetar la opinión de los demás es la base de la unidad. Hay tres razones por las cuales la unidad es indispensable para cada uno de los hijos de Dios.

Siempre hay bendición donde hay unidad (Sal. 133: 3). La unidad es una de las armas más emidas por Satanás. El vendrá como ángel de luz para tratar de causar división entre nosotros, y entre nosotros y Dios.
Cuando estamos en la unidad del Espíritu, ios intentos del enemigo son inútiles.
La unidad en el Espíritu no es un asunto opcional en los hijos de Dios. Dios quiere que cada uno de sus hijos posea un espíritu de humildad y aceptación de los demás. Estar unidos con Dios a través del Espíritu Santo nos transforma y nos ayuda a convivir y a aceptar a los demás aun cuando están equivocados. Todos somos un cuerpo.