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Imagina perder tus documentos académicos cuando estás dirigiéndote a una entrevista de vital importancia. Eso puede ser desalentador; pero probablemente no es peor que perderse en una ciudad desconocida. 

Perder algo importante o perderse nos llena de incertidumbre y nos hace sentir desesperados, hasta que encontramos lo que hablamos perdido o encontramos el camino.
Sin embargo, perderse y permanecer perdidos espiritualmente garantiza incertidumbre y desesperación. 

Muchas personas se pierden en el alboroto de la vida: la falta de significado de ciertos tipos de entretenimiento, el clamor de una multitud de amigos, la novedad pasajera de la moda, el éxtasis de las drogas recreacionales y el placer de los banquetes. También, es fácil perderse en las preocupaciones por el mañana, las necesidades del hoy o las sombras del pasado. 

Todo esto y mucho más nos alejan de aquello que concierne a la eternidad. El hijo pródigo encontró el camino a casa después de mucha introspección. La oveja perdida, posiblemente, baló incesantemente al darse cuenta de que estaba en pastos extraños. Pero nuestro caso puede ser más parecido al de la moneda perdida: como no sabemos que estamos perdidos, tampoco sabemos cómo encontrar el camino de regreso, ni tenemos la voluntad de hacerlo. 

Agradecemos a Dios por Jesús, quien está dispuesto a prender una vela para que encontremos el camino hacia él. Él está dispuesto a barrer el polvo que nos entierra, y a buscarnos diligentemente en todas las esquinas oscuras, hasta que nos encuentre. 

La parábola de la moneda perdida resalta el hecho de que Jesús trabaja en nosotros para que sintamos la necesidad de encontrar nuestro verdadero hogar, y para dar esos primeros pasos hacia ese hogar. SI, Jesús es el mejor conserje que hay. Él barrerá y limpiará hasta que el polvo del pecado desaparezca, dejándonos perfectamente limpios. Él no se dará por vencido hasta que brilles.

No importa los defectos de carácter que tengas, Jesús te hará perfecto. Su linterna no necesita de baterías. Él asegura que verás una luz al final del oscuro túnel espiritual; su lámpara, la Biblia, te guiará hasta él. Estudia a la luz de esa lámpara cada día (Sal. 119:105; Juan 1:1-5). Jesús también es un buscador de antigüedades y de piedras preciosas. Eres una gema que él buscará continuamente hasta que te encuentre, o hasta que tú lo encuentres. Sin importar lo que le cueste, sin importar dónde te encuentres, Jesús te encontrará. No desesperes.

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