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Ellen no estaba ciega pero, debido a un accidente cerebrovascular, ignoraba completa mente la mitad izquierda de su campo de visión. ¿Qué ocurriría si por medio de un espejo colocado a su derecha Ellen pudiera ver el lado izquierdo que ella ignoraba? ¿Se percataría de que la mitad izquierda de su cabello estaba terriblemente despeinada, que no estaba maquillada y que arrastraba el chal por el suelo?
Cuando el doctor Ramachandran le mostro por medio del espejo su lado izquierdo, pidió a Ellen que describiera lo que ocurría allí. Ella lo hizo sin mayor problema, pero no actuó para remediar la situación. El experimento continuo. Un ayudante del médico sostuvo un bolígrafo en el lado izquierdo, en la zona que Ellen ignoraba, pero plenamente visible por medio del espejo y, además, fácilmente accesible a su mano derecha, su lado sano. El doctor Ramachandran le pregunto:
-¿Ves un bolígrafo?
-Si-respondió Ellen.
-Muy bien -continuo el médico- Por favor tómalo y escribe tu nombre en el cuaderno que he colocado en tu regazo.
Ellen hizo, entonces, algo completamente descabellado. Levanto la mano sin dudar y fue directamente al espejo para tomar el bolígrafo. Literalmente golpeo el vidrio y lo arañó durante unos veinte segundos hasta que se dio por vencida.
-No lo puedo alcanzar -dijo con frustración.
Cuando se repitió el proceso Ellen argumento que el bolígrafo estaba detrás del espejo y se asomó por encima para encontrarlo. Ramachandran decidió dar el nombre de “agnosia especular” a la condición de Ellen, desconocimiento del espejo.
Algunos cristianos sufren también de agnosia especular espiritual. El apóstol Santiago compara “la ley perfecta que da libertad”, los Diez Mandamientos, con un espejo mediante el cual podemos analizar nuestra situación ante Dios (Sant. 1:22-24). Cuando la ley nos revela que somos pecadores, algunos culpan al espejo, la ley, por su situación y lo arrojan a un lado. Otros tratan de utilizar el espejo para resolver su situación. Pero la observancia de la ley no resuelve el problema de los pecados cometidos en el pasado. Para eso necesitas a Jesús. Lo único que la ley puede hacer es revelarnos nuestra situación y llevarnos a Cristo para resolverla. Necesitamos la ley, pero también necesitamos a Cristo.
Y tú, ¿Ya te viste en el espejo esta mañana? Si ya lo hiciste, acércate a Cristo para que purifique tu vida.
                       Tomado de : ¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
    Por Félix H. Cortez.

Recordemos EL PENSAMIENTO BÍBLICO DE HOY , que nos dice: 
 Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla (Santiago 1:25).

JOHN CARLOS SOTIL LUJAN 
DIRECTOR DEL WEB BLOG - REFLEXIONES PARA VIVIR



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