Most Recent

Archive for abril 2012


Cuando era niño, imitaba a los superhéroes de las tiras cómicas. Cuando llegué a la adolescencia, comencé a imitar a los deportistas famosos. Y ya de adulto, he tenido que resistir la tentación de ser como algunos pastores y profesionales de éxito.
¿Hay algo malo en desear ser como otros? No hay nada malo en las fantasías infantiles de imitar a los héroes. Y mucho menos en imitar los buenos hábitos y las buenas acciones de los adultos que nos rodean. El problema se presenta cuando nos sentimos inconformes con lo que somos y comenzamos a copiar a la gente que admiramos: vestir como Carlos, caminar como Isabel, hablar como Alejandro; un cuerpo como el de Julia, un físico como el de Roberto; un peinado como el de Cintia.
Al querer parecernos a otros, en el fondo estamos admitiendo que hay algo malo con lo que somos; es decir, estamos perdiendo de vista el hecho de que Dios nos creó de manera única, con características y talentos que no se repiten en ningún otro. Los atributos de Carlos, Julia, Alejandro, Isabel, y de tantos otros, son sus atributos. Pero cada individuo tiene características distintivas, que hacen de él o ella una persona especial, diferente de todas las demás. ¿Porque entonces tratar de ser como los demás?
¿Te imaginas qué triste había sido si Josué, el héroe bíblico, hubiera intentado copiar a Moisés, a quien reemplazó en la posición de líder del pueblo de Dios? La tentación tiene que haber sido muy grande para Josué, por cuanto Moisés había sido un líder respetado y admirado. Pero no era el plan de Dios que Josué fuera otro Moisés. Ni que realizaran la misma obra. La tarea de Moisés fue sacar al pueblo de Egipto; la de Josué, introducirlo en la Tierra Prometida.
No es el plan del Señor que tú seas una réplica de otro. Eres especial, y tu Padre celestial tiene una misión para ti. Cúmplela en el nombre de Dios, con su poder y para su gloria. Él ha prometido que estará contigo.
 Padre celestial, gracias por ser lo que soy, y por los talentos que me diste.
Recuerda, la palabra de Dios nos dice: “Nadie te podrá derrotar en toda tu vida, y yo estaré contigo así como estuve con Moisés” (Josué 1:5).

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala


¿Cómo reaccionas cuando alguien habla mal de ti o cuando te crítica? Todavía ¿no conozco a nadie que celebre cuando la gente habla mal de su persona. ¿Pero qué podemos hacer para no molestarnos?
En su artículo «La dura verdad», james Wallace cuenta que en cierta ocasión, un hombre, muy molesto, visitó la oficina de un abogado. Su malestar se debía a que había leído en el periódico local una nota en la cual alguien lo criticaba duramente.
—¿Piensa usted que tengo que demandar al autor de ese escrito? —preguntó el hombre.
Con mucha calma, el abogado le respondió:
—Yo no le daría tanta importancia al asunto. La mitad de la gente que leyó el periódico, no leyó el artículo. La mitad de los que lo leyeron, no lo entendieron. La mitad de los que lo entendieron, no lo creyeron. Y la mitad de los que lo creyeron, no le dieron importancia (Signs of the Times [Señales de los tiempos], marzo de 2005, p. 29).
Lo primero, entonces, es no darle al asunto tanta importancia. Recuerda que quien habla mal de ti, lo que quiere es que tú caigas en su terreno y te defiendas del ataque. ¿Caerás en la trampa? La situación es muy diferente cuando lo que se dice de ti es verdad. En ese caso, si se trata de una falta, tienes que admitirla y, mejor aún, corregirla. Pero si no es verdad, ¿para qué preocuparse? A fin de cuentas, la gente que mejor te conoce no lo creerá.
Lo segundo que podemos hacer lo ilustra bien algo que le sucedió al dramaturgo irlandés George Bernard Shaw. Se dice que en cierta ocasión, Shaw recibió una carta con una sola palabra: «¡Imbécil!». Después de leerla, Shaw comentó: «En mi vida he recibido muchas cartas sin firma, pero esta es la primera vez que recibo una firma sin carta» (Carlos Pisas, Historias de la historia, 26a ed., p. 219). El ejemplo de Shaw enseña que, en lugar de molestarnos, ¡tenemos que buscar el lado humorístico del asunto!
Por último (y esto es lo más difícil), si alguien está hablando mal de nosotros, ¿te imaginas qué podría ocurrir si hablamos bien de esa persona? La mejor manera de derrotar a un enemigo es ganándolo como amigo.
Recuerda, la Palabra de Dios te dice: “No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala







Carrie era la gran favorita para ganar la corona en el concurso Señorita Estados Unidos 2009. Pero cuando todo parecía apuntar en esa dirección, la pregunta de Pérez Hilton, uno de los jueces, cambio por completo la situación.
—Hace poco —dijo Pérez Hilton— Vermont se constituyo en el cuarto estado en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Crees tú que cada estado debería hacer lo mismo?
Pregunta cargada de dinamita. Carrie sabe que su respuesta le puede costar la corona. ¿Dirá al juez lo que él quiere escuchar, o será fiel a sus convicciones?
—Yo creo que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer —respondió Carrie—. No es mi deseo ofender a nadie, pero así fui criada y así creo que debe ser: entre un hombre y una mujer.
Apenas Carrie concluyo, se escucharon los abucheos. El concurso siguió adelante, pero Carrie Prejean, representante de California, sabía que para ella el evento había terminado. El mismo juez que le hizo la pregunta comento después de finalizada la competencia: «Perdió por esa pregunta. Su respuesta ofendió a millones de homosexuales y lesbianas en los Estados Unidos» (www.abcnews.go.com; 20 de abril de 2009).
Ahora bien, ¿no podría haber dado Carrie una respuesta que no la comprometiera? Por ejemplo: «Este es un tema muy delicado. Creo que cada individuo tiene que decidir qué es lo mejor. A fin de cuentas, lo más importante es el amor».
¿Podría haberlo hecho? Permitamos que ella misma responda: «Mi respuesta me costo la corona [...]. Pero dije lo que pienso. Exprese la opinión que le hace honor a lo que soy y eso es todo lo que puedo hacer. [...]. Aprendí desde pequeña a no negociar jamás mis convicciones ni mis opiniones, por nada del mundo».
Es decir, no podía dar la respuesta complaciente, porque al hacerlo habría negado la esencia de su individualidad: sus convicciones. Y para Carrie esas convicciones no son negociables.
¡Qué bueno es saber que todavía hay jóvenes de este calibre! Cuando lo que está de por medio tiene que ver con los principios, no hay nada en este mundo que los aparte de la senda del deber.
¿Eres tú también capaz de renunciar a la fama, al dinero y al poder para ser fiel a tus principios?
 Recuerda, la palabra de Dios te dice: "No te avergüences, pues, de dar testimonio a favor de nuestro Señor. 2 Timoteo 1: 8
 Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
               Dímelo de frente- Por Fernando Zabala



Una noche conducía mi auto de regreso a casa cuando, de pronto, otro vehículo se atravesó bruscamente en mi carril. Toqué la bocina con toda la intensidad que pude, pero el conductor siguió adelante como si él no tuviera nada que ver con la situación. No sé cómo, pero milagrosamente pude evitar lo que parecía un choque seguro.
Sin embargo, el asunto no terminó allí. Como pude, me las arreglé para darle alcance al otro vehículo.
—¡Usted casi me choca! —le grité de mal humor.
Para mi sorpresa, el hombre simplemente dijo:
—Cometí un error. Por favor, discúlpeme.
Su respuesta me desarmó. Pero en lugar de reconocer mi error, traté de justificarlo: «¡Fue él quien me hizo molestar!».
En realidad, ¿fue ese conductor quien me hizo molestar? ¿O me molesté?  La pura verdad es que fui yo quien se molestó. Cuando se produjo el incidente, la molestia no era mi única opción disponible.
Curiosamente, pocos días después leí un libro en el cual el autor, Sean Covey, hablaba de dos tipos de personas: las reactivas y las proactivas. Decía que las personas  reactivas actúan como producto de sus impulsos. Son como una lata de refresco sin abrir que se agita con fuerza. Cuando la destapas, el contenido sale disparado. Su problema básico, dice Covey, es que permiten que otros tomen «el control remoto» de sus vidas y cambien de canal a su antojo. Las personas proactivas, en cambio, piensan antes de actuar. Sus reacciones por lo regular están basadas en principios. Tienen «el control remoto» en sus manos y son ellas los que deciden qué canal sintonizar (The 7 Habits of Highly Effective Teens [Los siete hábitos de los adolescentes muy efectivos], pp. 49, 51). ¿Eres una persona proactiva o reactiva? Si te ofendes con facilidad; si te echas a morir cuando alguien te critica o habla mal de ti; si sientes que tu mundo se desploma cuando fracasas, eres reactivo. Si, en cambio, no permites que los demás decidan cómo tienes que actuar, si las críticas no te quitan el sueño, si después de un fracaso te levantas y lo intentas de nuevo, eres una persona proactiva.
En tus manos está «el control remoto» de tu vida. ¿Lo manejarás tú o permitirás que otros lo hagan?
Ayúdame, Señor, a actuar, no por impulso sino por principio.
Recordemos, que la palabra de Dios dice: “Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro, así es quien no sabe dominar sus impulsos” (Proverbios 25:28).

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente- Por Fernando Zabala



Hoy están de moda los alimentos integrales: arroz integral, trigo integral, pasta integral, galletas integrales, tortillas integrales, helados… No, todavía no hay helados integrales.
¿Por qué tanto alboroto con lo «integral» ? Porque la gente hoy quiere alimentos que sean completos. Pero no es de alimentos sino de la integridad personal que hablaremos hoy. A diferencia de los alimentos integrales, que son muy populares, la integridad personal hoy no está muy de moda. No sé de ningún joven que gane millones de dólares solo por ser íntegro. En cambio sí sé de atletas y artistas que, sin ser íntegros, ganan en un mes de trabajo lo que ni tú ni yo ganaremos trabajando toda la vida.
¿Vale la pena, entonces, ser íntegro? Definitivamente sí, porque la integridad tiene que ver con un tesoro más valioso que todo el dinero del mundo: el carácter. Y el carácter es lo que somos (no lo que aparentamos ser), como producto de la integración armoniosa de tres importantes componentes: saber lo bueno (conocimiento moral), desear lo bueno (sentimiento moral) y hacer lo bueno (conducta moral).
El profesor Thomas Lickona ilustra la integridad del carácter con el caso de Andy, un joven que ganaba buen dinero trabajando con un señor que afinaba pianos. A pesar de que disfrutaba de su trabajo, Andy enfrentó un serio dilema cuando se dio cuenta de que su jefe engañaba a sus clientes. Les decía que sus pianos debían ser afinados cuatro veces al año, pero en algunas de esas sesiones solo fingía que los afinaba. Cuando Andy se dio cuenta de la estafa, se indignó tanto que renunció al trabajo y luego notificó a los clientes que su ex jefe los estaba robando (Educating for Character [Educación para el carácter], pp. 51, 52).
¿Actuó Andy de manera íntegra? Sí, porque reconoció el fraude (conocimiento moral), se indignó ante la situación (sentimiento moral) y renunció al trabajo (conducta moral). Esto es ser íntegro. Es decir, completo, «sin remiendos ni costuras». Y un carácter íntegro no tiene precio. De hecho, es el único tesoro que podemos llevar con nosotros al cielo.
¿Cómo responderás a las tentaciones y desafíos que enfrentarás hoy? Dios espera, no solo que sepas reconocer lo correcto, sino que lo hagas «aunque se desplomen los cielos».
       Padre celestial, ayúdame a ser íntegro y completo, como tu Hijo Jesucristo.
La biblia dice :“Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para con el hombre íntegro”(2 Samuel 22:26, RVQS).
 Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente- Por Fernando Zabala

Después de la decisión de aceptar o no a Cristo como Salvador personal, ¿cuál piensas que podría ser la decisión más importante de tu vida? En mi opinión, la decisión que le sigue en importancia es la elección del compañero o la compañera de toda la vida. Si te equivocas en la elección de una carrera profesional, siempre tendrás abierta la opción de cambiar de carrera. Es verdad que perderás tiempo y algo de dinero, pero siempre podrás cambiar. Lo mismo podría decirse si te equivocas en la elección de tu lugar de trabajo o el lugar de residencia, o en la selección de tus amistades. En cada caso tendrás la posibilidad de cambiar. Pero no sucede lo mismo cuando te equivocas en la elección de tu cónyuge, porque cuando del matrimonio se trata, la elección es para toda la vida. Una vez que «abordas esa embarcación», no existe la opción de bajarte en cualquier parada. A menos que tu cónyuge cometa adulterio. Pero, ¿quién quiere vivir deseando que su cónyuge sea infiel para que uno pueda casarse de nuevo?
Por todo lo mencionado, cuando un joven me pide que le dé la instrucción prematrimonial, le pregunto: «¿Eres consciente de que tendrás que vivir con esta persona durante el resto de tu vida?».
Si todavía no has decidido con quién te casarás, lee con atención las siguientes «pruebas» que sugiere el escritor Walter Trobisch en su libro I Married You (Me casé contigo, pp. 75-77):
1.      La prueba del respeto. ¿Siento admiración por esta persona? ¿Podría presentarla a mis familiares y amigos sin avergonzarme? ¿Deseo que sea la madre (el padre) de mis hijos?
2.      La prueba de los hábitos. ¿Es aseada esta persona? ¿Tiene mal aliento? ¿Qué come? ¿Qué bebe? ¿Cuáles son sus pasatiempos?
3.     La prueba del trato. ¿Cómo se relaciona con el sexo opuesto? ¿Mantiene las distancias? ¿Cómo trata a sus      padres, a sus hermanos, a los niños?
4.    La prueba del perdón. Después de una pelea, ¿cuán fácil o difícil es para esta persona reconciliarse? ¿Sabe perdonar?
5.    La prueba del tiempo. ¿Puedo decir que conozco bien a esta persona? ¿Conozco su familia, su pasado, sus principios, sus valores morales y espirituales?
Y la pregunta más importante de todas ¿Qué piensa de Cristo?
Señor, por nada del mundo me quiero equivocar al escoger mi pareja. Guíame, por favor, al tomar esta gran decisión.
Meditación centrada en  el siguiente texto biblico De los padres se reciben casa y riquezas; del Señor la esposa inteligente” (Proverbios 19:14)

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente- Por Fernando Zabala



Alabado sea Jehová, que hizo que no te faltara hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel. Rut 4:14, RV95.

Hay momentos en la vida cuando pareciera que todo se desploma a nuestro alrededor. ¿Te ha pasado? Quizás te está ocurriendo ahora mismo. Si este es el caso, estoy seguro de que la siguiente historia te puede resultar de ayuda.
Una familia de cuatro personas (los esposos y dos hijos varones) tenía problemas económicos en su país, de manera que decidieron probar suerte en otras tierras. El plan era estar solo poco tiempo, pero se acostumbraron al lugar y se quedaron. Los hijos conocieron nuevos amigos, ahí se enamoraron y se casaron.
Pero las cosas no salieron como habían pensado. El padre de la familia murió. Tiempo después, los dos hijos también murieron. Es así que la pobre mujer dejó su país buscando mejorar su situación, pero ahora estaba peor que antes. Sola, sin dinero y en un país extranjero. ¿Qué podía esperar de la vida? Muy poco. Pero sin que ella lo supiera, Dios tenía un plan. ¡Y qué plan!
¿Ya sabes de quién estamos hablando? Es la historia bíblica de Noemí y Rut. Después de su trágica pérdida, Noemí decide regresar a su tierra, Belén. Les pide sus dos nueras que la dejen regresar sola. Una de ellas, Orfa, acepta el consejo. La otra, Rut, se resiste a dejarla. Noemí accede y juntas regresan a Belén, justo cuando comenzaba la cosecha de la cebada. Entonces Rut consigue trabajo recogiendo espigas en el campo de un hombre rico (¡y soltero!) llamado Booz.
Y aquí viene lo bueno. Booz y Rut se enamoran y se casan. De su unión nace un lindo bebé al que ponen por nombre Obed. De Obed nace Isaí; y de Isaí, nace David. Y del linaje de David nacería Jesús, el Salvador del mundo. ¡Quién lo podría imaginar! ¡Rut, la moabita, entre los antepasados de Jesucristo!
¿Cuál es la lección? Si ahora mismo estás atravesando por una situación difícil, recuerda que nuestro Dios tiene poder para transformar tus problemas en oportunidades. Recuerda, además, que Dios tiene un plan para ti, ¡y ese plan ahora mismo está en marcha!
Él solo espera que le permitas ayudarte y que confíes en él porque la solución a tu problema ¡ya está en camino!
Gracias Señor, porque nada es difícil para ti. Ayúdame a creer que tienes un plan para mí.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente- 
Por Fernando Zabala
Comments Off

Reflexiones populares

Translate/Traductor web

Seguidores

Archives

Vistas de página en total

© REFLEXIONES PARA VIVIR. 2010 | This wordpress temeplate was designed by Vcars | Converted to Blogger Templates and Blogger Themes for Shoe Shopping | Discount Watch