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Archive for mayo 2011

El crecimiento es la ley de una vida saludable. El día que dejas de crecer es­tás condenado a muerte. Pero, el crecimiento implica dolor. Tal vez por eso, mucha gente se resiste a crecer. Prefiere acomodarse, y vive sin enfrentar desafíos, sin escalar las montañas de la vida.
En el versículo de hoy, el apóstol Pablo habla de crecimiento en la vida espiritual. El primer paso del crecimiento es el aprendizaje: "De la manera como aprendisteis", indica Pablo. A su vez, el primer paso del aprendizaje es la ignorancia, no en el sentido de torpeza, sino en el de reconocer que no sabes.
En la vida cristiana, esto te lleva a la Palabra de Dios. El estudio diario de la Biblia es el camino hacia el crecimiento; no el estudio como un deber, sino como la experiencia maravillosa de estar en comunión con Jesús. La Biblia es la carta de amor que Jesús te escribió. Es la manera de comunicarse contigo, de mostrarte los peligros del camino, de enseñarte las veredas de justicia y conducirte al destino glorioso que te tiene preparado.
Pero, al abrir el Libro Sagrado, tienes que renunciar a tus propios con­ceptos y reconocer que Dios conoce el camino mejor que tú. Este es un pro­ceso que lleva toda la vida; y Pablo llama a este proceso "crecimiento". Dice: "Así, abundéis más y más". La abundancia es el resultado de tomarse los consejos divinos en serio. Dios es un Dios de abundancia. Jesucristo declaró, en cierta ocasión: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia". Pero, en la vida espiritual, la abundancia no es el fruto del esfuerzo, sino de la humildad, de la dependencia de Dios y de la sumisión a las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Hoy tienes delante de ti un nuevo día. Cada día es una nueva oportuni­dad; es una hoja en blanco, que Dios te brinda para que escribas una nueva historia; es la oportunidad de corregir los errores de ayer, de extraer leccio­nes de los fracasos y de seguir andando, y creciendo y abundando más y más.
Empieza el día con la seguridad de que el consejo de Dios se ha hecho realidad en tu experiencia. Recuerda las palabras de Pablo: "Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más"(1 Tesalonicenses 4:1).
                                                 Tomado del Libro de Meditaciones 2011, del Pr. Alejandro Bullón.
Estimados amigos, a continuación les compartimos, gracias al canal de youtube PCJOVENES2, un importante vídeo para consejería juvenil. El tema es : Amor Verdadero o enamoramiento caprichoso?, con el PR. ALEJANDRO BULLON. es sin duda un  buen enfoque del verdadero amor  que incluye la parte física, mental y espiritual, , por lo cual les invitamos a poder compartirlo. También les invitamos a ver nuestra sección de reflexiones en video haciendo clic en el siguiente enlace: 
Aquel 31 de diciembre parecía una feria dominical de los pueblos de in­terior; no obstante, el escenario era el centro de una de las ciudades más grandes del mundo.
Gente, mucha gente. Un grupo interminable de atletas, que partían como si fuese el éxodo judío. Miles, vestidos de todos los colores: rojo, azul, ama­rillo, violeta, en fin. En los ojos, un denominador común: el deseo de llegar a la meta. Se estaba dando inicio a la maratón de San Silvestre, en la Rep. del Brasil.
Entre los miles de atletas, profesionales y aficionados que partían, había un hombre de sesenta años. Cabellos emblanquecidos por el tiempo, arrugas prominentes y mirada de león hambriento. Parecía una fiera vieja, obser­vando a las gacelas que jamás alcanzaría.
Ricardo Fonseca pasará a la historia no como el campeón de resistencia en la carrera de quince kilómetros por las calles del centro de San Pablo, sino como el campeón de insistencia y de perseverancia. Llegó en último lugar, cuatro horas atrás del campeón. Pero llegó. Arrastrando los pies, extenuado, sin importarle el tiempo ni la posición de su llegada. Su única preocupa­ción, dijo al final, era llegar, completar la carrera. "Nunca dejé nada a medio hacer", dijo sonriendo, "Aprendí, de niño, que no existe peor derrota que la carrera que no se acaba".
Daba la impresión de repetir el versículo de hoy, en otra versión. Cientos de años atrás, Pablo había expresado que lo único que le interesaba, aun arriesgando su vida, era "terminar la carrera".
Hay mucha gente fracasada porque empieza un trabajo y no lo termina. Se desanima. Calcula que no llegará primero, y abandona la carrera. Su sen­dero está encarpetado de maravillosas disculpas. De tanto inventarlas, pasa a creer que son verdaderas. Campeones de la explicación. Jamás llegan; ni en último lugar. Simplemente, no llegan.
Haz de este un día de llegada. Termina lo que empezaste. No abandones la carrera; ve hasta el fin. Di, como Pablo: "Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios".
                                      Tomado del Libro de Meditaciones 2011, del Pr. Alejandro Bullón.


Crees que, para ser libre y feliz, debes quebrar todos los tabúes? Depende de lo que llames tabú. Lindomar, por ejemplo, piensa que llegar virgen al matrimonio es un tabú; que eso funcionaba en el siglo pasado, pero que ahora el mundo ha cambiado, y "todos lo hacen". Pero, la pureza está entre los diez principios eternos, establecidos por Dios para la felicidad del ser humano. Y, si el propósito de esos principios es la felicidad, es impo­sible ser feliz quebrándolos o echándolos a un lado, como si fuesen algo sin importancia.
El texto de hoy expresa el clamor del salmista en busca de entendimiento. La Palabra "entendimiento" puede ser traducida también como sabiduría. Sabiduría es diferente de conocimiento: el conocimiento es solo el almace­namiento de conceptos y datos, pero la sabiduría es el empleo adecuado de estos. Existe mucha gente que sabe mucho, pero ignora la manera de usar ese conocimiento provechosamente.
El versículo de hoy enseña que la manera sabia de vivir es respetando y practicando los consejos divinos, expresados en los principios eternos de su Palabra. Seguir esos principios no siempre es fácil, porque vivimos en un tiem­po en que Dios no pasa de ser un simple detalle; un ser despersonalizado, una energía creadora y nada más. El hombre moderno toma los principios divinos y racionaliza en torno de ellos; filosofa, los interpreta a su manera, discute, argumenta... en fin, hace cualquier cosa, menos obedecerlos.
El resultado es el desvarío loco y alucinado de su corazón. Corre de un lado para otro en busca de sosiego, y no lo encuentra; se hunde en las pro­fundidades más oscuras de sus instintos, en busca de un sentido para la vida, y solo encuentra confusión y oquedad. Pero, se resiste a volver los ojos a Dios y a los eternos principios de su Palabra.
Haz de este día un día de sabiduría. Nadie perdió jamás por oír los conse­jos divinos. Nunca alguna persona terminó en caminos de muerte y de locu­ra por andar en la senda mostrada por el Señor. Aunque te parezca ridículo, aunque tus amigos se rían de ti, aunque tus compañeros se burlen o digan que eres anticuado, sigue los principios eternos, y serás sabio y feliz.
No salgas a enfrentar los desafíos de hoy sin recordar la oración del sal­mista: "Dame entendimiento, guardaré tu ley y la cumpliré de todo corazón"(Salmo 119:34).
                                          Tomado del Libro de Meditaciones 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

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Nada está perdido para los que se vuelven a Dios. Aunque las cosas no anden bien en tu vida, como consecuencia de tus errores, si te entregas a Dios con sinceridad de corazón, sus promesas continúan válidas.
Era eso lo que sucedía con el pueblo de Israel, en los tiempos de Zacarías. Habían abandonado al Señor. Habían tomado el control de su vida en las propias manos; creyeron que no necesitaban de Dios, que él les restringía la libertad. Y decidieron vivir solos, como si Dios no existiese.
Lo que me impresiona del amor divino es que los dejó ir. El precio del amor es la libertad. Es lamentable que, para entender esto, muchas veces es necesario llegar a la tierra de la esclavitud. Ahora, Israel sufría las consecuen­cias de sus decisiones equivocadas. Había permanecido mucho tiempo en el exilio babilónico; Jerusalén estaba destruida, sus campos, otrora floridos y productivos, estaban abandonados y sin vida.
Pero, en medio de la humillación y el sufrimiento, los hijos de Israel se acordaron de Dios, se arrepintieron, y clamaron al Dios eterno que los había sacado de la tierra de Egipto y los había conducido, milagrosamente, hacia la tierra de la libertad. Y Dios escuchó su clamor. Un remanente volvió del exilio, y el Señor levantó al profeta Zacarías para decirles que, a pesar de todo lo que habían hecho y a despecho de cómo ellos habían pretendido arruinar el plan de Dios, sus promesas continuaban válidas.
Jerusalén todavía sería la gran capital de la fe, y en sus tierras correrían los hijos de Israel, conforme al plan original de Dios. Imagino cómo debió haberse sentido el enemigo, al comprobar que, pese a todo lo que hiciera con el objetivo de que las promesas divinas jamás se cumplieran, el plan de Dios continuaba en pie.
Pero, lo bueno es que esas promesas son también para ti. Si, por algún motivo, desaprovechaste el pasado o lo usaste para causarte dolor y destruc­ción, vuelve los ojos a Dios, en arrepentimiento, y escucha la voz del Señor: "Clama aún, diciendo: así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sión, y esco­gerá todavía a Jerusalén"(Zacarías 1:17.)
                                    Tomado del Libro de Meditaciones 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

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Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. (Isaías 66:13.)

Todavía es temprano. Del lado de afuera veo un árbol que empieza a florecer, anunciando que el invierno se va. Al fondo, hay unos pinos tiernos, bañados de rocío; parecen llorar. Las gotas depositadas en sus ramas caen, como lágrimas de una naturaleza con nostalgia del sol. De todos modos, nada es perfecto: un sol esplendoroso que brille esta mañana completaría la belleza del paisaje. Pero vivimos en un mundo marcado por el dolor y la tristeza.
Hablando de tristeza, anoche me entregaron una carta. Es la historia de una madre que se enteró de que su hija, de apenas 16 años, estaba embarazada. ¿Qué hacer en esas circunstancias? Ella cerró los ojos, e imaginó el "escándalo" que eso significaría para la familia. Imaginó el futuro de la hija, cuyos sueños parecían desmoronarse; imaginó, también, el futuro de un niño sin padre. Ella jamás había conocido a su padre, y eso le había dejado en el alma un vacío difí­cil de llenar. Asustada, veía repetirse la historia, y no soportó. En un momento de rabia y de desesperación, obligó a la hija a realizar un aborto.
Todo parecía resuelto pero, de repente, el fantasma de la culpa empezó a atormentarla de día y de noche. Verdugos implacables la perseguían en sus noches de pesadilla, mientras ella corría con las manos ensangrentadas, ator­mentada por el grito de un niño sin rostro que le gritaba: "Abuela, no me mates, por favor". Ella escribió, deseando la muerte.
Nada justifica lo que hiciste, llevada por la desesperación. El pecado es pecado justamente por eso: te hace creer que es la solución, pero te hunde en la arena movediza de tus tormentos interiores. Pero, no quiero hablarte hoy de lo que hiciste o no hiciste. No quiero decirte que, cuando una vida surge en el vientre de una mujer, no es por causa del error de los seres humanos sino pol­la voluntad de Dios. Y si él lo permitió es porque, aunque tú no lo entiendas, Dios tenía un plan maravilloso para esa vida.
Lo que quiero decirte es: el Señor Jesús ya pagó el precio de tu culpa. Mereces lo peor por lo que hiciste, pero Jesús asumió tu culpa y pagó el precio con su vida. A ti solo te resta aceptar o rechazar. Aceptar, porque el perdón no puede ser otorgado a nadie por la fuerza, o rechazar porque eres libre, incluso para decir no.
No salgas hoy de tu casa sin meditar en la promesa bíblica: "Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo".
                              Tomado del Libro de Meditaciones 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

La biblia como palabra de Dios, nos enseña que al igual que en la vida muchas veces recibimos consuelo de nuestra Madre, también aunque no tengamos una viva o a nuestro lado, Dios es nuestro consuelo y la Madre de esta historia anterior aunque cometió un grave pecado tiene la esperanza del perdon y consuelo, el cual está disponible para todos si lo aceptamos. Dios bendiga a todas las Madres, cuyo consuelo y amor es comparado con el de Dios. Es nuestro deseo en REFLEXIONES PARA VIVIR.



Esta semana recibí la carta de una joven cristiana que mantiene una rela­ción amorosa con un hombre casado. Es una carta dolorosa; ella siente que lo ama, pero que ese amor la está destruyendo.
¿Qué podría decirle? ¿Que Dios está triste? ¡Claro que lo está! Pero, la tristeza divina no nace únicamente del hecho de que ella esté transgrediendo un Mandamiento, sino de la realidad dolorosa de que ella no es feliz.
¿Sabes? El amor es algo que Dios te confió con la intención de que con­temples las facetas desconocidas y lindas de la vida; para que te sientas viva, para que veas el mundo más lleno de colores y de melodías. Porque el AMOR viene de Dios: "Dios es amor" declara Juan. Pero, cuando el amor es confun­dido con la pasión, se convierte en un motivo de infelicidad y te sumerge en el caos interior.
Pensemos más en la chica de la carta. Ella no se siente bien destruyendo a una familia ni hiriendo el corazón de Dios. Tanto es así que me escribe pidiendo ayuda. Pero, no se da cuenta de que cayó en la red de un hombre casado, y está condenada a sufrir grandes decepciones y a perder el respeto por sí misma. Porque, en esta vida, nadie es valorado si no se valora a sí mis­mo; y nadie puede ser feliz si no está en paz con Dios y consigo mismo.
¿Qué es lo que lleva a esta muchacha a conformarse viviendo un "amor" que no es tal? ¿Puede alguien como aquel "novio" no traicionarla a ella un día, como hoy está traicionando a la esposa? ¿Se puede confiar en un hombre así?
Ella manifiesta que comenzó esa relación porque tenía miedo de quedar­se sola; pero ¿acaso relacionarse sentimentalmente con una persona casada no implica que ella continuará sola, compartiendo apenas los pocos mo­mentos que le sobren a él?
Cuando la soledad te abruma o te entristece, y te hace sentir que hay algo de errado en ti, es inútil que te aferres de alguien que te va a usar como un objeto, haciéndote sentir aún más triste... y más sola.
Podría haber respondido esta carta diciendo a esa joven que ponga pun­to final a esa situación, porque esa no es la voluntad de Dios. Pero sé que Dios no es un Dios egoísta, que solo está preocupado en que sus hijos lo obedezcan, sino que él es un padre amoroso, que desea su bienestar.
No continúes hiriéndote, solo por "miedo de sentirte sola"; a fin de cuen­tas, la soledad no es apenas una condición: es un estado de ánimo. Viviendo sin Jesús, puedes sentirte sola, a pesar de tener la compañía de otra persona.
                                            Tomado del Libro de Meditaciones 2011, del Pr. Alejandro Bullón.

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