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Archive for abril 2010

La certeza de la vida
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida (1 Juan 5: 12).

OTRA DE LAS CONSECUENCIAS DE HABER sido justificados por la fe es que tenemos la seguridad de la vida eterna Pablo nos dice: «Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna- (Rom. 6: 22). La vida eterna es el proposito Ultimo de la justificación, ya que nos brinda la oportunidad de convivir con Dios Asi que no solo no tenemos miedo a la muerte, sino que tenemos la certeza de la vida eterna. Vida que se mide al lado de Jesucristo.

El hijo de Dios tiene tal certeza de obtener la vida eterna, que en labios del Señor. se empieza a vivir aquí y ahora Notemos sus palabras «Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna- (Juan 6: 47) «Yo soy la resurrección y la vida El que cree en mi vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mi no morirá jamás* (Juan 11: 25, 26). El apóstol Juan tenia ese convencimiento: «Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida» (Juan 20: 31). «Les enseño estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que llenen vida eterna» (l Juan 5; 13).

Por cierto, la vida que Cristo nos da comienza en el momento de aceptarlo, aquí, ahora La resurrección garantizará esta vida por la eternidad. Cuando una persona acepta a Cristo como salvador personal, empieza a gozar por anticipado la vida futura, porque es Dios que le promete, y él no miente Por lo tanto, hay seguridad y confianza El cristiano empieza a saborear la vida eterna desde ahora, mientras vive en este mundo La garantía viene a través de su fe en Cristo.
Otra cara del legalismo
Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto
(Apocalipsis 3: 1).


EL LEGALISMO QUE SE INTRODUJO en la religión judia no era tan descarado como el pagano. Estaba atemperado por las revelaciones de Dios en el Antiguo Testamento. Sin embargo, era común en tiempos de Cristo representar la relación del hombre con el Señor con una balanza de dos platillos. En un platillo está el ideal de Dios: Las pesas. En el otro lo que se requiere del hombre: Las buenas obras. Para que se pueda conseguir la decisión favorable del juicio final de Dios, es necesano que el platillo de las obras del ser humano se incline a su favor, revelando que la persona ha cumplido el ideal de Dios. De este modo, solo se salvan los que tengan buenas obras en suficiente cantidad para aprobar el juicio del Señor. Era un legalismo no tan crudo, pero legalismo al fin.

Este principio del legalismo se infiltró también en la religión cristiana. Solo que en ella no puede asumir un aspecto tan descarado como en el caso del paganismo, porque sería rechazado abiertamente. Tiene que ser introducido de una manera más insidiosa y sutil, a fin de que su engaño pueda ser aceptado.


La forma más abierta de legalismo cristiano lo representa la religión popular. Esta es una religión que enfatiza las obras como requisito de salvación. Aunque las masas la practican de una manera abiertamente legalista, sus teólogos lo hacen de un modo más sofisticado. En la teología popular, el Señor no declara al ser humano justo, sino que lo hace justo. Esto quiere decir que para que él te dé el estatus de justo, antes necesitas ser justo; porque Dios no podría decir que eres justo si no lo eres en realidad. Asi, a través de varias acciones, él hace que seas justo. Este es el propósito de los sacramentos, como la eucaristía y el bautismo, los votos y mandas, la realización de sacrificios y penas, asi como las limosnas y las buenas obras. Todo para que llegues a ser justo. Entonces, y no antes. Dios dice que estás justificado. O sea. hay que ser bueno pnmero para que el Señor diga que eres justo. De este modo, la salvación es por obras, y estas son meritorias.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Libres del temor a la muerte.
Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida (Hebreos 2: 14, 15).

OTRO DE LOS TEMORES QUE EL MENSAJE de la justificación por la fe elimina de la vida del creyente, es el temor a la muerte Los seres humanos instintivamente le tenemos temor a la muerte. Por más que se hayan inventado teorías sobre el estado de los muertos, a nadie le gusta morir Quisiéramos vivir para siempre. Salvo los que se encuentran en tal grado de sufrimiento que prefieren morir, normalmente el ser humano prefiere vivir.

La Biblia enseña que la muerte es el resultado del pecado. San Pablo dice: «Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muene; fue asi como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron» (Rom. 5: 12). Como seres pecadores cosechamos la muerte. El pecado tiene su propio castigo: La separación de Dios, que es la aniquilación. El Señor es la norma del universo, la norma del orden. Lo que está contra Dios introduce desorden y caos Donde reina el pecado, reina la confusión. Estas cosas no pueden existir para siempre delante de él. es decir, no pueden coexistir con Dios, porque es Todopoderoso y tiende a destruir lo que se le opone El pecado, que es oposición a Dios, tiene asegurado su fin. Cuando el pecado termine, acabará la muerte.

Cuando Dios justifica al pecador, soluciona el problema del pecado en la vida humana, y no estamos más en oposición a Dios. Estamos en armonía con él. Por lo tanto, no cosechamos la muerte sino la vida. Por su muete. Cristo ganó el derecho de dar vida a sus seguidores. Al estar con Cristo, no tenemos miedo a morir, porque con Cristo no hay muerte, sino vida.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Temor al juicio
Al iniciarse el juicio, los libros fueron abiertos (Daniel 7: 10).


EL MENSAJE DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE nos ayuda a enfrentar dos conceptos que pueden causar temor y aprensión en la vida del cristiano. El pnmero es el asunto del juicio final. A todos nos conmueve la idea de tener que estar en un juicio donde seremos juzgados por Dios El concepto de un juicio final tiene la posibilidad de llenarnos de temor si no lo entendemos correctamente. El mensaje de la justificación por fe tiene la virtud de ponerlo en la perspectiva correcta.

La idea bíblica es que todos compareceremos ante el tribunal de Dios algún día, para dar cuenta de lo que hicimos, y seremos juzgados de acuerdo a nuestros hechos: «Porque Dios 'pagara a cada uno según lo que merezcan sus obras'» (Rom. 2: 6). También nuestras palabras serán objeto del juicio de Dios. Nuestro Señor dijo «Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenara» (Mateo 12: 36. 37). Pero no solo vamos a enfrentar nuestras acciones y palabras, sino también nuestros motivos secretos: «Asi sucederá el día en que. por medio de Jesucristo. Dios juzgara los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio» (Rom 2: 16). Nadie escapará del juicio de Dios , todos tendremos que comparecer ante el tnbunal de Dios!» (Rom. 14 10) El juicio del Señor, sin embargo, será justo: «El ha fijado un día en que al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado» (Hech. 17: 31).


Sin embargo, esta dcscnpción bíblica del jucio de Dios tiene la capacidad de atemorizar a cualquiera Todos sentimos temor ante el juicio de Dios, porque reconocernos que tenemos faltas y errores, y que hemos pecado contra Dios Todos somos conscientes de nuestras debilidades y nuestros motivos ocultos Todos tenemos temor «Cada cual tiene un alma que salvar o que perder. Todos tienen una causa pendiente ante el tribunal de Dios Cada cual deberá encontrarse cara a cara con el gran Juez» (Cristo en su santuario p. 136).

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Cobertura completa
¿Donde, pues, esta la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál principio? ¿Por el de la observancia de la ley? No, sino por el de la fe. (Romanos 3: 27).


EL MENSAJE DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE nos salva del perfeccionismo, porque nos ensena que debemos confiar en Dios y no colocar nuestra confianza en lo que podemos hacer. Nos dice que nuestra justicia procede de Dios y que no es obra nuestra. Que cuando comenzamos la carrera cristiana. Dios nos declara justos por lo que Cristo hizo, no por ningún logro nuestro. El Señor no nos condena como pecadores, porque condenó a Jesús como pecador en nuestro lugar Que ya no ve nuestro pecado, sino la justicia de Cristo.

La justificaos por la fe nos dice que. ciertamente, para ser salvos debernos estar libres de pecado, debemos ser perfectos para estar en la presencia de Dios, pero esa perfección se alcanza solamente a través de los méritos de Cristo. quien fue perfecto delante de Dios. La justificación por la fe nos dice que, cíertamente, para estar en la presencia de Dios debemos ser santos y limpios de corazón, pero que la Única manera de serlo es a través de Jesús, quien fue santo y limpio.

El mensaje de la justificación por la fe nos dice que no es suficiente haberle entregado la vida a Cristo una vez. Puesto que tenemos una naturaleza corrupta y contaminada por el mal, debemos depender constantemente de Cnsto. pues somos débiles y necesitamos cada día su poder y fuerza. Que lo Único que nos da segundad es estar del lado de Cnsto. y esta es una decisión que tenemos que hacer cada día. Reflexionemos «¿Que es la justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que él no tiene la capacidad de hacer por si mismo» (Testimonios para los ministros, p. 464).



Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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No hay excusa
Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas (Romanos 2 :1).

El PROBLEMA DEL PERFECCIONISMO es que pretende que los seres humanos pueden llegar a ser excelentes en este mundo, y hacen de esa posible perfección el requerimiento para entrar en el reino de Dios. Luego, él perfeccionista se convierte en juez de las personas que luchan y no obtienen la victoria. Dice: «El fracaso es el resultado de ser infiel a Dios». Esto trae frustración y desencanto al corazón de los sinceros cristianos, que luchan sin poder llegar al sentimiento de haberlo alcanzado Les roba la paz en Cristo, la felicidad y el gozo de vivir. A la postre, los convierte a una religión basada en el mérito, que si es bancarrota espiritual.

Por otro lado, rechazar el perfeccionismo no debe ser excusa para vivir en pecado. No es correcto decir: «Hagamos esto, al fin y al cabo, perfecto no hay nadie en el mundo» O decir: «Cometí este pecado, pero, bueno, es que somos pecadores». Esgrimir nuestra condición caída para excusar el pecado, es tan equivocado como el mismo perfeccionismo. Se nos dice: «Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia» (El Deseado de todas las gentes, p. 625). No hay excusa para pecar, porque tenemos un poder infinito que está de nuestro lado.

Pero, mientras vivamos en este mundo de pecado, no podremos decir que ya hemos logrado vencer el mal. El que lo diga está engañado, y es un engañador. Notemos estas palabras: «No podemos decir: "Yo no tengo pecado", hasta que este cuerpo vil sea cambiado y transformado a la semejanza de su cuerpo divino» (A fin de conocerle, p.360). «Cuando termine el conflicto de la vida, cuando la armadura sea colocada a los pies de Jesús, cuando los santos de Dios sean glorificados, entonces, y solo entonces, será seguro afirmar que somos salvos y sin pecado» (Mensajes selectos, X. 3. p. 406).

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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El segundo Adán
Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir (1 Corintios 15: 22).

LA ESCRITURA DICE CON TODA CLARIDAD que Cristo no tenia pecado y que vivió sin pecado. Fue perfecto delante de Dios: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador» (2 Cor 5: 21). «Nos convenia tener un sumo sacerdote asi: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos» (Heb. 7: 26). Se dos dice: «El Señor Jesús asumió la forma del hombre pecador, y revistió su divinidad con humanidad. Pero era santo, tal como Dios es santo. Si no hubiera sido sin mancha de pecado, no podría haber sido el Salvador de la humanidad» (Cada día con Dios, 14 de diciembre).

Por otro lado, cuando Adán fue creado era perfecto e inmaculado. De él se dijo que fue creado a semejanza de Dios (Gen. 1: 26). Pero ya sabemos la triste historia de la humanidad. La raza humana llegó a tener una naturaleza corrompida por causa del pecado. Una inclinación hacia el mal que se transmite por las leyes de la herencia. Cuando Jesús se encarnó, asumió las desventajas físicas de los descendientes de Adán, pero no su conciencia moral pecaminosa. La conciencia moral de Jesús no estaba contaminada por el mal. Eso quiere decir que Jesús no vino a ocupar nuestro lugar en lo que se refiere a naturaleza, sino a ocupar el lugar de Adán.


Por lo tanto, Jesús no es nuestro ejemplo en cuanto a naturaleza moral. Nosotros no podemos ser sin pecado, porque ya tenemos una naturaleza que no podemos cambiar. Jesús es nuestro ideal de fidelidad. Dios nos ha dado su Espíritu para vencer el mal en nuestra vida, pero esto es un proceso lento que no terminará hasta que estemos en el reino de Dios, cuando a través de la resurrección, el Señor desarraigue nuestra inclinación al mal para siempre. Mientras tanto, tenemos que luchar con el mal en nuestra naturaleza, y aprender a depender de él a cada paso del camino.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Frustración o racionalización
Ya no hablaré más con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. El no tiene ningún dominio sobre mí
(Juan 14: 30).

EL PERFECCIONISMO DICE QUE ASI COMO CRISTO vivió una vida sin pecado, también nosotros debemos vivir asi; y si no lo hacemos, no podremos entrar en el reino de los cielos. Al hacer esto, coloca sobre los seres humanos una carga que nadie ha podido llevar. El resultado es la frustración y el desencanto, por un lado, o la tergiversación y el autoengaño. por el otro.
Los que aceptan el perfeccionismo, tratan de ser superiores y luchan a brazo partido para vivir sin tacha, solo para darse cuenta que no pueden Presa de la frustración y el desencanto por no alcanzar la norma que desean y juzgan necesaria, caen en la desesperación, y concluyen que se van a perder, que no podrán ser salvos. La vida cnstiana se toma, entonces, en amargura e infelicidad.
Otros, que son frágiles mentalmente como para soportar tal grado de frustración, se auloengañan y concluyen que ya han alcanzado la perfección y santidad. Creen que viven por encima de otros en este mundo, y aun sus actos, abiertamente pecaminosos, son racionalizados como actos de santidad. Las tragedias producidas por sectas como la de David Koresh. en nuestros tiempos, y otras como los de la «carne santificada», de tiempos de Elena G. de White, nos hablan tristemente de esta actitud.

Hay perfeccionistas que tergiversan la naturaleza humana de Jesús: Piensan que tenia propensión al pecado, lo que implica, teológicamente, que adoptó una naturaleza humana contaminada por el mal Deducen que Jesús es nuestro modelo porque no cometió pecado a pesar de su inclinación. Asi también nosotros, seres caldos y propensos al mal. podemos alcanzar la victoria sobre el pecado y vivir sin pecar. Si Jesús lo hizo, también nosotros podemos, y esto se convierte en una condición para entrar en el reino de Dios. ¿Es bíblica esta idea? La analizaré mañana con mas detenimiento.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Cristo: ¿Nuestro modelo en todo?
Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. (Hebreos 4: 15).


OTRA DE LAS PRETENSIONES DEL PERFECCIONISMO es que a causa de que Cristo vivió una vida perfecta y sin pecado, nos vino a enseñar que podemos y debemos vivir de la misma manera si queremos entrar en el reino de Dios. De hecho, de acuerdo al perfeccionismo, solo los que sean perfectos y se mantengan incontaminados como Cristo. podrán ser salvos en el día final.

La realidad es que. aun cuando viviéramos sin cometer ningún pecado, cosa que nadie ha logrado, por el hecho de tener tendencias hacia el mal y una naturaleza corrupta, ya somos pecadores, y estamos necesitados de la gracia de Dios. No hay nadie que no sea pecador. El que pretenda lo contrario, se engaña a si mismo y declara que Dios es mentiroso, ya que él ha dicho que todos somos pecadores (I Juan 1: 8. 10). También estaríamos fuera de la gracia de Dios, porque Dios vino a buscar a los pecadores (Luc. 19: 10). y es a los pecadores a quienes se les atribuye justicia (Rom. 4: 5).

Es verdad que Cristo es nuestro ejemplo a seguir, como dice Pedro: «Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos» (1 Ped 2: 21). pero el texto se refiere a soportar el sufrimiento con paciencia. También Cristo nos dejó un ejemplo a seguir en lo que se refiere a la humildad: «Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes» (Juan 13: 15). En genera), podríamos decir que Jesús fue un ejemplo a seguir en el carácter y la vida. Pero, ciertamente, no fue nuestro ejemplo, ni pretendió serlo, en lo que se refiere a su naturaleza Él tenía una naturaleza humana no contaminada por el mal. nosotros tenemos una naturaleza humana con tendencias hacia el mal. El Señor no vino a decirnos que debemos ser sin pecado como él lo fue. porque no podemos serlo. Vino a rescatarnos del mal en el que caímos.
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Justicia y perfeccionismo
No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí (Filipenses 3: 12).

OTRA IMPLICACIÓN QUE TIENE EL MENSAJE de la justificación por ta fe es que nos protege del perfeccionismo. ¿Qué es el perfeccionismo? Es la doctrina que enseña que el ser humano tiene que ser perfecto si quiere entrar en el reino de Dios.
El perfeccionismo ha sido un problema para la fe cristiana a través de los siglos. Durante los primeros siglos del cristianismo hubo grupos de cristianos que se retiraban a lugares desérticos y apartados, con el propósito de evitar la contaminación del mundo. Allí construyeron conventos donde practicaban ayunos rigurosos para mortificar las inclinaciones del cuerpo. Tenían la reputación de ser santos, y buscaban la perfección para ser dignos de entrar en el cielo.


También en las filas adventistas se ha asomado el perfeccionismo, han surgido grupos que ensenan que es necesario vivir sin pecado en este mundo para poder aspirar al cielo Pretenden apoyarse en las Escrituras y en el ejemplo personal de Jesús. Nos recuerdan que sin «la santidad (...) nadie verá al Señor» (Heb 12: 14). Citan las palabras del Señor «Por tanto, sean perfectos, asi como su Padre celestial es perfecto» (Mat. 5: 48). Y también las palabras de Elena G While: «Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos» (Palabras de vida aVfgran Maestro, p. 47). Se olvidan que la santidad bíblica y la perfección no significa perfección absoluta, sino madurez cristiana; y que el carácter de Cristo que se requiere, es su bondad hacia el necesitado y doliente.

El perfeccionismo no está acreditado en la experiencia cristiana ni aprobado en las Escrituras. Ningún cristiano, apóstol o discípulo pretendió alguna vez ser perfecto, excepto Jesús de Nazarei. Si el perfeccionismo fuera correcto, nadie entraría en el reino de Dios, históricamente hablando. El perfeccionismo es un engaño de Satanás. El mensaje de la justicia de Cristo nos protege de caer en ese engaño, porque es la justicia de Cristo la que tenemos y recibimos, no la justicia que nosotros podamos lograr por nuestro esfuerzo personal

La facultad de decidir
Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir {...]. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor (Josué 24: 15).

MUCHOS SE PREGUNTAN. SI DIOS es Todopoderoso e infinitamente sabio, ¿por que hay personas que se apartan de él? ¿Por qué Dios pierde en la lucha por el corazón de tanta gente que le da la espalda? ¿Por qué hay tantas personas que no quieren saber nada de Dios? ¿Por qué Dios no usa su poder y sabiduría para ganarlas? Si nadie puede arrebatarle las ovejas a Cristo, ¿por qué Judas se perdió?

Una cosa debemos recordar con claridad: Todo el poder del universo se vuelve impotente ante la negativa de seguir a Dios El Creador le dio a los seres humanos un don precioso: El libre albedrio, que nos hace ser semejantes a él. Dios se comprometió a no violar esa libertad de elegir y escoger. Por eso no fuerza la voluntad ni obliga a las personas a seguirle. El Señor invita, llama, suplica, pero hasta allí. Cuando el ser humano rehusa aceptar el llamado de Dios, cae bajo el poder del reino de las tinieblas, y él no se opone a la voluntad de las personas. Es increíble, pero el poder mas grande del universo se vuelve impotente ante el don de la libertad. Eso no significa que Dios pierda su poder o hegemonía, sino que acepta la decisión personal y no manipula la conciencia humana. Después de todo, en su reino entraran solo los que quieran.

En este mundo tenemos la opción de elegir entre el bien y el mal. entre seguir a Dios o seguir a Satanás. Lo más maravilloso es que una vez que optamos por seguir al Creador, todo el poder del universo está de nuestro lado, y nadie nos puede arrebatar de las manos de Dios. Nuestra preocupación debiera ser una sola: Procurar estar del lado del Señor. Si eso lo resolvemos cada día. no tenemos que tener dudas ni incerdumbre acerca de nuestro futuro. Estaremos seguros en las manos de Dios.
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En manos seguras
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús Romanos 8: 1).


LA SEGURIDAD DEL CRISTIANO ESTÁ ANCLADA en la idea de que si estamos con Dios, nada nos puede arrebatar de su presencia. Nuestro Señor tenia esta seguridad, y la expresó en las siguientes palabras «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar» (Juan 10: 27-29).

Jesús estaba convencido de que nadie podía arrebatarle sus ovejas. La razón de su convencimiento descansaba en la confianza en el poder de Dios, que es el más grande del universo. Si nosotros pensáramos de la misma manera, tendríamos la misma seguridad que Cristo. A Dios nadie puede quitarle sus ovejas, porque es el Todopoderoso. A veces pensamos en el gran poder de Satanás, que no deja que le arrebaten a sus seguidores. Lucha a muerte para retener a los suyos. Nos maravillamos del poder de las tinieblas para cautivar la mente de los seres humanos, y retenerlos a la fuerza. ¡Imagínense ustedes cómo luchará Dios por sus hijos! ¡Y nadie es más sabio y poderoso que él! ¿No debiéramos sentimos seguros y confiados, ya que nuestro Padre es el Rey del universo?

Esta misma confianza y seguridad, la tenia el apóstol Pablo: «Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida l... ] podrá apartamos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor» (Rom 8: 38. 39).

Reflexionemos en esta declaración: «No debemos hacer de nuestro yo el centro de nuestros pensamientos, ni alimentar ansiedad ni temor acerca de si seremos salvos o no. Todo esto es lo que desvía el alma de la Fuente de nuestra fortaleza. Encomendad vuestra alma al cuidado de Dios y confiad en él ...). Desterrad toda duda; disipad vuestros temores. Reposad en Dios. Él puede guardar lo que le habéis confiado. Si os ponéis en sus manos, él os hará más que vencedores por aquel que nos amó» (Ei camino a Cristo, pp. 71, 72).
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La salvación no es fácil.
Si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y del pecador? (1 Pedro 4: 18).


LA SEGURIDAD CRISTIANA es uno de los resultados de la justifica­ción. Cuando hemos entrado en una relación de fe con Cristo, nos imparte segundad y confianza. Esta seguridad no depende de nosotros, sino de nuestra relación con él. No solo tenemos paz, sino también la seguridad de que él nos guardara hasta el fin.

Pero por alguna razón perdemos esa confianza, y recurrimos a excusas y razones para justificar esa actitud Una de ellas es buscar apoyo en ciertos pasajes bíblicos. De este modo crece nuestra inseguridad, y nuestra vida cristiana no es tan feliz como debiera ser.

Un pasaje, que algunos usan para alimentar esa insegundad, es la declaración de Pedro que leyó anteriormente. Algunos ven en este texto, como en otros, que la salvación es muy difícil; que si nos salvamos, va a ser con mucho trabajo. Hay quienes se desalientan, al pensar que si llegan a salvarse es por un verdadero milagro. Lo que el apóstol hace, es contrastar la vida del implo y la del justo. Su intención es enfatizar que los impíos serán ciertamente juzgados y castigados.
De ninguna manera nuestra salvación es un asunto fácil. No solo ha requerido un gran sacrificio del cielo, sino que se alcanza por el poder del Espíritu de Dios, que actúa en la vida de las personas. Pero eso tampoco deberla alimentar la inseguridad en nuestra salvación presente o futura. Al contrario, debe damos seguridad; porque si las fuerzas celestiales están comprometidas en el conflicto, y nosotros estamos de su lado, no hay nada que temer.

Meditemos en estas palabras: «Necesitamos cultivar diariamente la fe en un Salvador actual. Al confiar en un poder exterior y que está por encima de nosotros mismos, al ejercer fe en un apoyo y un poder invisibles, que aguarda las demandas del necesitado y dependiente, podemos confiar tanto en medio de las nubes como a plena luz del sol. mientras cantamos por la liberación y el gozo de su amor que podemos experimentar ahora mismo» {Cada día con Dios. p. 62).
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Con Dios estamos seguros

Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes (1 Corintios 16: 13).


EL APÓSTOL PABLO ESCRIBIÓ UN PASAJE que algunos no han entendido, y en consecuencia, los ha llevado a vivir en un estado de insegundad espiritual. Dice asi: «Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer» (1 Cor. 10:12). Algunos han deducido de este pasaje que nuestra vida espiritual es tan insegura que podemos caer en cualquier momento, y por lo tanto, debemos vivir en constante estado de alerta Aunque la vigilancia espiritual tiene su validez en la vida cristiana, no debemos caer en esos extremos. El apóstol hablaba de los murmuradores del tiempo del éxodo, que por no tener fe en Dios quedaron tendidos en el desierto. Confiaron en ellos mismos, y Satanás los engañó. Pablo decía que, a fin de estar seguros, no debemos poner la confianza en la fuerza humana, sino en Dios, quien nos puede ayudar a estar firmes. Debiéramos leer el siguiente versículo donde el apóstol dice: «Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir» (vers. 13). Con Dios hay seguridad.

Cuando ponemos la confianza en el brazo humano somos débiles, y podemos caer. Como hemos dicho anteriormente, la naturaleza humana es débil y frágil; estamos demasiado afectados por el mal y las inclinaciones pecaminosas. Nunca es seguro tener confianza propia en lo que se refiere a la lucha contra el mal. Por eso decía el apóstol: «Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Cor. 12: 10). La confianza y fe en Dios nos da fortaleza. Por eso Pablo anadia: «Todo lo puedo en Cristo que me fonalece» (Fil. 4: 13).

Meditemos en estas palabras: «En nuestra propia fortaleza somos completamente débiles, pero cuando ponemos toda nuestra confianza en Jesús somos guardados por su poder, porque es plenamente capaz de guardar a toda alma en él» (Alza tus ojos, p. 17).


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Confianza en la tormenta
En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: '¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?- (Mateo 14: 31).



LA PALABRA DE DIOS NO DEBE AUMENTAR nuestra inseguridad. Algunos se sienten inseguros cuando leen las declaraciones que se refieren a los peligros de los últimos días; en forma particular, la declaración del Señor en su sermón profético: «Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos (Mat. 24: 24). Algunas personas se concentran tanto en los problemas de los últimos días, que se olvidan del poder protector de Dios. Piensan que habrá engaños tan poderosos y sutiles que difícilmente podrán resistir. Pasan por alto el hecho de que Jesús dijo: «De ser posible». Esto quiere decir que es imposible que los hijos de Dios sean engañados Debemos descansar seguros en el brazo poderoso de Dios, y no vivir en la insegundad.


En las filas adventistas "hablamos" de un complejo de persecución. Nos fascina el estudio de los eventos finales, y constantemente se habla de la crisis de los últimos días. Nos detenemos particularmente en el asunto de cuan terribles van a ser esos últimos días, y la persecución contra el pueblo de Dios ocupa nuestro foco de interés. Por supuesto, debemos estudiar las profecías bíblicas que hablan del fin, debemos prepararnos espiritualmente para esos eventos. Tampoco es malo reflexionar en el hecho de que al pueblo de Dios le esperan días difíciles. Sabemos, como dijo el apóstol, que «es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios» (Hech. 14: 22). Pero no debemos permitir que el temor o el miedo nos traigan inseguridad y desconfianza.

Hay algunos que opinan que esas persecuciones y tribulaciones que vendrán sobre el pueblo de Dios van a ser tan severas que corremos el nesgo de no poder resistirlas. No debemos olvidar ni por un momento que el Seftor estará al lado de cada uno de sus seguidores, y que debemos tener confianza y seguridad en sus promesas.
Confianza en Dios
Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran (Mateo 7: 14).



LA SEGURIDAD que tienen todos los cristianos de la salvación es fruto de la justificación. Se supone que el que ha sido justificado es una persona que tiene confianza en Dios, es decir, en lo que el Señor puede hacer por él. Sin embargo, a veces reina la inseguridad entre los hijos de Dios, especialmente en las filas adventistas. Eso puede ser el resultado de abandonar nuestra confianza en Dios y colocarla en nosotros mismos. Como no tenemos plena seguridad de que podamos salvamos por nuestros esfuerzos personales, nos invade la inseguridad en cuanto a si seremos salvos o no al fin de cuentas Esta puede ser una señal de que nos hemos apartado del camino correcto, nos hemos desviado a la senda de la justificación propia, lo cual encierra muchos peligros.



Pero la inseguridad de la salvación se puede producir por otras razones: una interpretación equivocada de las enseñanzas bíblicas y ciertas declaraciones de Elena G. de Whiie. Por ejemplo, nuestro Señor dijo en conexión con la salvación: «Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos» (Mat. 22: 14). Algunos razonan, si los que se van a salvar son pocos, tal vez ellos no tengan la oportunidad de salvarse. Pero el Señor hablaba del mundo en general, no de los que ya han sido escogidos. Se piensa que no son muchos los que se van a salvar, sino pocos. Algunos, al darse cuenta de sus imperfecciones y errores, concluyen que tienen pocas probabilidades de salvarse. De este modo, muchos viven una vida de inseguridad, siempre piensan en los márgenes escasos que hay para alcanzar la salvación.



Por supuesto, la salvación no es un asunto de poco valor. Ha requerido el sacnficio inmenso de Dios para lograrla. Los discípulos le preguntaron al Señor, cierta vez: «¿Quien podra salvarse? Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible» (Mat. 19: 25.26). Por eso debemos descansar en el poder de Dios, no en el esfuerzo humano.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Seguridad y confianza
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios (Efesios 2: 8).


OTRA DE LAS IMPLICACIONES que tiene la justificación por la fe en la vida del creyente, es que le imparte confianza y seguridad en su experiencia cristiana. Hay muchos cristianos que se debaten en la inseguridad cuando se trata de la salvación personal. Cuando preguntamos a algunos de ellos si creen que van a ser salvos, sus respuestas reflejan inseguridad e incertidumbre. Unos dicen que no saben si lo serán, porque no quieren aparecer presuntuosos. Otros responden con vacilaciones, porque quieren mostrar humildad. Y hay otros que de plano no están seguros.

Como la salvación se considera normalmente un asunto del futuro, es obvio que algunos no quieran anticipar nada. Lo que se nos olvida es que la salvación se puede expresar en tres tiempos: Fuimos salvados, somos salvos y seremos salvos. Para cada uno de ellos tenemos declaraciones bíblicas contundentes. Pablo dice: «Porque en esa esperanza fuimos salvados» (Rom. 8: 24). «Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia» (2 Tim. 1: 9). Es evidente que para el apóstol Pablo la salvación era un asunto del pasado. Cuando Cristo murió en la cruz nos redimió del mal y del pecado. Él pagó nuestra deuda. Dio el rescate de nuestra salvación. Fuimos salvados por la gracia de Dios. Estaba plenamente convencido de ese acto salvador que se vinculaba con la muerte de Cristo.

Es muy importante que nosotros estemos convencidos también de ese hecho. El apóstol Pedro lo estaba: «Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto» (1 Ped. 1: 18, 19). Ese hecho del pasado es extremadamente importante para darnos la seguridad que debemos tener en el presente.

Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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Paz interior
En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. Pero ahora Dios, a fín de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte. (Colosenses 1:21, 22).


OTRA DE LAS IMPLICACIONES QUE LA JUSTIFICACIÓN tiene en la vida del creyeme. es que este tienee conciencia intima de estar reconciliado con Dios. Antes vivíamos una vida de enemistad con el Señor; era nuestro enemigo Ahora estamos en paz con el. Dios es nuestro amigo, y más que eso. es nuestro Padre que nos ama y cuida. La paz con él es uno de los resultados de la justificación: «En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe. tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom. 5: 1). Esta paz significa reconciliación: «Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo» (2 Cor. 5: 18). «En Cristo. Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo» (vers. 19).

Como resultado de esta reconciliación con el Señor, no solo estamos en paz con él. sino que estamos en paz con nosotros mismos. Los sentimientos de culpabilidad ya no nos aquejan Los complejos de diversa naturaleza quedan atrás Ya no nos sentimos ni el centro del universo ni gusanos miserables Sin embargo, sabemos que tenemos gran valor para Dios, porque dio a su Hijo para redimimos. Somos hijos del Rey del universo, los hijos de los reyes de este mundo no nos inquietan ni son nuestro ejemplo. La Estrella de la mañana ha amanecido en nuestro corazón, las asi llamadas estrellas de este mundo no nos deslumhran. No nos sentimos grandes delante de los pequeños, ni pequeños delante de los grandes. No envidiamos a los ricos, porque somos herederos y coherederos con Cristo. Tenemos paz interior.

Esto hace que la vida del cristiano sea una vida de contentamiento personal. El cristiano no envidia la suene de otros, ni pretende tener lo que otros poseen Conocer a Cristo es gran ganancia: «Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero solo si uno está satisfecho con lo que tiene» (1 Tim. 6: 6).
Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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La vida del Espíritu
Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán
(Romanos 8: 12, 13).

EL CREYENTE es una persona nueva, liberada por Cristo para vivir una vida diferente, es legítimo que se pregunte ¿Cómo debe ser la vida de la persona redimida? ¿Cómo debe vivir el que es un hijo de Dios? ¿Como, una persona que ha sido controlada por el mal. puede vivir una vida nueva, en total oposición a la vida antigua que llevaba? ¿Cómo es eso posible? De acuerdo al apóstol Pablo, el creyente vive la vida del Espíritu. ¿Que es la vida del Espíritu? Es una vida caracterizada por la presencia del Esplntu Santo y controlada por el Notemos «Asi condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las Justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu» (Rom. 8: 3. 4). «Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza: en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu» (vers 5) «Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios» (vers 8) «Ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Esplntu. si es que el Esplntu de Dios vive en ustedes» (vers 9) «Porque todos los que son guiados por el Esplntu de Dios son hijos de Dios» (vers 14).

Dios envia su Espíritu no solo para iniciar proceso de la salvación en las personas, sino también con el propósito de capacitarlas para vivir una vida en armonía con el carácter de Cristo Fijémonos en estas interesantes palabras «Por el Espíritu llega a ser el creyente participe de la naturaleza divina Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas bs tendencias hacia el mal. hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia» (El Deseado de todas las gentes, p 625)


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
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