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Otra cara del legalismo
Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto
(Apocalipsis 3: 1).


EL LEGALISMO QUE SE INTRODUJO en la religión judia no era tan descarado como el pagano. Estaba atemperado por las revelaciones de Dios en el Antiguo Testamento. Sin embargo, era común en tiempos de Cristo representar la relación del hombre con el Señor con una balanza de dos platillos. En un platillo está el ideal de Dios: Las pesas. En el otro lo que se requiere del hombre: Las buenas obras. Para que se pueda conseguir la decisión favorable del juicio final de Dios, es necesano que el platillo de las obras del ser humano se incline a su favor, revelando que la persona ha cumplido el ideal de Dios. De este modo, solo se salvan los que tengan buenas obras en suficiente cantidad para aprobar el juicio del Señor. Era un legalismo no tan crudo, pero legalismo al fin.

Este principio del legalismo se infiltró también en la religión cristiana. Solo que en ella no puede asumir un aspecto tan descarado como en el caso del paganismo, porque sería rechazado abiertamente. Tiene que ser introducido de una manera más insidiosa y sutil, a fin de que su engaño pueda ser aceptado.


La forma más abierta de legalismo cristiano lo representa la religión popular. Esta es una religión que enfatiza las obras como requisito de salvación. Aunque las masas la practican de una manera abiertamente legalista, sus teólogos lo hacen de un modo más sofisticado. En la teología popular, el Señor no declara al ser humano justo, sino que lo hace justo. Esto quiere decir que para que él te dé el estatus de justo, antes necesitas ser justo; porque Dios no podría decir que eres justo si no lo eres en realidad. Asi, a través de varias acciones, él hace que seas justo. Este es el propósito de los sacramentos, como la eucaristía y el bautismo, los votos y mandas, la realización de sacrificios y penas, asi como las limosnas y las buenas obras. Todo para que llegues a ser justo. Entonces, y no antes. Dios dice que estás justificado. O sea. hay que ser bueno pnmero para que el Señor diga que eres justo. De este modo, la salvación es por obras, y estas son meritorias.


Tomado del Libro de Meditaciones 2010 "El Manto de su Justicia " de Eloy Wade.
Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com

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