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Archive for agosto 2009


La resurrección, una esperanza viviente
Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Hechos 2:24

La tumba está vacía. Era completamente imposible que la muerte retuviera a Jesús como prisionero. «No está aquí, pues ha resucitado» (Mat. 28: 6), díjeron los ángeles. No importa que grupos organizados trabajen día y noche para desacreditar las contundentes e irrefutables evidencias de la resurrección de Jesús. No importa que eruditos, filósofos y escritores de ficción racionalicen y digan que Jesús no resucitó; el hecho es innegable.

«El concepto de un Salvador y Señor viviente coloca la resurrección en el mismo corazón del mensaje cristiano, haciéndola objeto de los más violentos ataques de parte de los enemigos y detractores del cristianismo. Ya en sus días Pablo sintió la necesidad de contender con aquellos que querían abandonar esta creencia central de la fe cristiana. Y en 1 Corintios 15, su más largo alegato sobre el tema en todos sus escritos, presenta todos los argumentos en defensa de la doctrina de la resurrección. "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí", dijo, "que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (vers. 3, 4)» (Roy Adams, He Stiü Touches the Heart [Él aún toca el corazón], cap. 3).

Somos conscientes de que si Jesús realmente nunca se levantó de la muerte, entonces toda la fe cristiana es un engaño. ¿Dónde está, entonces, la certeza de la resurrección? ¿Qué pruebas convincentes existen para afirmar que hace dos mil años un hombre fue crucificado y sepultado y que resucitó al tercer día? Los profetas predijeron la resurrección del Mesías. Los autores de los Evangelios, escribiendo por separado, coincidieron en el hecho de la resurrección de Jesús.

La experiencia en la vida del cristiano es otra prueba más de la resurrección de Jesús. La resurrección es más que un acontecimiento futuro. Es una esperanza viviente que se hace real mediante la presencia de Jesús. Esa esperanza viva cambia la muerte actual en algo que no tiene consecuencias definitivas. Por eso Jesús pudo decir que el que vive y cree en él, no morirá eternamente (Juan 11: 26). La seguridad del cristiano de que, aunque muera, volverá a vivir otra vez solo se produce porque Cristo ha resucitado: «Así también Dios traerá con Jesús a los que durmieron en él» (1 Tes. 4: 14).

Es imposible que la muerte retenga para siempre a los que duermen en el Señor. Tiene que devolverlos, porque Jesús ha resucitado. ¿Crees esto?
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Agosto 30 : "El milagro de la resurrección "
Habiendo Jesús resucitado por la mañana el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. Yendo ella lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. Marcos 16:9,10

Al leer en la Biblia el relato de la muerte y la resurrección de Jesús, surge la pregunta: ¿Por qué apareció a sus discípulos después de la resurrección? Ellos ya habían escuchado la noticia de los labios de las sorprendidas mujeres que visitaron el sepulcro muy de mañana el primer día de la semana. Sabían que la piedra había sido retirada y que su cuerpo ya no estaba en el sepulcro. Él les había prometido, además, que resucitaría al tercer día.

¿Qué propósito tenía Jesús en mente con las múltiples apariciones efectuadas después de la resurrección? ¿Por qué no ascendió al cielo? La creencia más aceptada es que no ascendió al cielo y apareció muchas veces a sus discípulos porque deseaba responder a ciertas preguntas que se habían suscitado entre ellos y para eliminar toda incredulidad. Si la resurrección es la doctrina clave, por la cual el cristianismo o cae o permanece en pie, era necesario que se disipase toda duda de la mente de los apóstoles.

Apareció a María Magdalena para evitar que el rumor promovido por sus enemigos de que su cuerpo había sido robado fuera aceptado por ella como verdad, y para mostrarle que la profecía se había cumplido. Apareció a Tomás para mostrarle que su cuerpo lacerado y quebrantado se había levantado de la tumba. Apareció a Pedro para restaurar su amor después de que este le hubiese negado.
Estas apariciones fueron muy importantes. Tenían por objetivo equipar a los nuevos heraldos del evangelio con más evidencia de la verdadera identidad de Jesús como Hijo de Dios. Si alguno de ellos abrigaba alguna sombra de duda en su corazón, ahora su presencia visible y palpable la disipaba completamente. Nadie podía dudar. Aunque había muerto como un criminal, ahora se levantaba como Rey. Demostró que los poderes de la muerte ya no se enseñorearían más sobre los que creen en él. Él es la «resurrección y la vida». Su amor es suficientemente grande como para conquistar toda duda.

Piensa hoy en el milagro de la resurrección. Tu esperanza surgirá como la luz del mediodía. Tus oraciones cobrarán un nuevo significado. Pide al Señor que, así como se apareció a sus discípulos el día de su resurrección, ayude a tu mente finita a comprender la maravilla de su muerte y el milagro de su resurrección.
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El vive
Entonces Jesús les dijo: «No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos para que vayan a Galilea y allí me verán». Mateo 28:10


Es fácil imaginar lo que los discípulos sintieron cuando Jesús murió. Se habían hecho muchas ilusiones de lo que llegarían a ser cuando él fuera coronado rey. Estaban tan emocionados que con frecuencia discutían acerca de las posiciones que ocuparían en su reino. Habían escuchado de sus labios las cosas más maravillosas e increíbles. Con sus propios oídos lo habían escuchado ordenar a los muertos salir de sus tumbas. Lo habían visto sanar leprosos, dar vista a los ciegos y calmar la tempestad. Se consideraban los mortales más afortunados. Estar relacionados con Jesús era un honor. Sus esperanzas eran muy grandes.

De repente, todo se vino abajo. Ahora estaba muerto, colgado de una cruz. ¿Cómo ha­bía podido ocurrir aquello? Estaban confundidos, llenos de temor, con un dolor incom­prensible oprimiéndoles el corazón. Lo único que hacían era llorar. Los días que Jesús estuvo en la tumba fueron días de horrores. Habían perdido su fe y todas sus esperanzas. Su estado de ánimo fue perfectamente descrito por los dos discípulos de Emaús: «Noso­tros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel» (Luc. 24:21).

Sin embargo, una vez más los acontecimientos cambiaron de repente. De nuevo tomaron aliento y el gozo se instaló de nuevo en sus corazones. Todo se debió a un mensaje que recibieron. Alguien llegó proclamando a gritos un mensaje: «Él vive. Vive. ¡Gloria a Dios! Jesús ha vencido a la muerte».
¿Qué produce ese mensaje en nuestro corazón? ¿Qué sucede en nosotros cuando comprendemos que él vive? Para la humanidad la muerte es el punto final ineludible. Pero todo cambia cuando llega la gran noticia, la mejor noticia que jamás se ha dado en el universo: Jesús vive.
Porque él vive, ese hijo que descansa en la tumba se levantará. Porque él vive, ese esposo que duerme el sueño de los justos volverá al hogar. Porque él vive, la muerte no tiene por qué atemorizar. Porque él vive, el cáncer ya no es el final, y pronto desapare­cerá. Porque él vive, nos volveremos a reunir con todos los seres amados que descansan en los sepulcros. Porque él vive, el dolor, las lagrimas y todo aquello que nos aflige, muy pronto se terminará y pronto estaremos disfrutando de la dicha eterna.

Salta de gozo, deja a tu corazón latir emocionado porque ahora el futuro es brillante, y di: «Jesús resucitado está en el mundo hoy. Los hombres no lo creen, mas yo seguro estoy. Jesús, Jesús mi Cristo vive hoy amándome, mirándome. Conmigo va el Señor».
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"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece"
Jesús los miró, y les dijo: «Eso es imposible para los hombres, pero para Dios todo es posible». Mateo 19:26

Hay proezas que nos parecen sobrehumanas, cosas que solo Dios puede hacer. Sabemos que para Dios todo es posible. Por otra parte, nosotros nos debatimos diariamente con las imposibilidades de la humanidad. Quizá si atendiéramos más a Dios y a su Palabra haríamos más cosas que son imposibles para la humanidad.

Por ejemplo. En los Juegos Olímpicos realizados en Roma en 1960, una señorita negra de veinte años fue la primera mujer norteamericana que logró ganar tres meda­llas de oro. Bajó a once segundos el récord para la carrera de cien metros para damas. Luego venció a la notable estrella alemana Jutta Heine en los doscientos metros li­sos. Finalmente, salió vencedora en la carrera de relevos de cuatrocientos metros. Los europeos la aclamaron como la mejor deportista del año. En los Estados Unidos fue laureada como la mejor deportista del año.

Lo que pocas personas supieron era que Wilma Rudolph se había convertido en campeona a pesar de grandes desventajas. Nació pesando apenas dos kilos y estuvo tan enferma que no pudo caminar sino hasta los cuatro años. Estuvo al borde de la muerte durante semanas a causa de la escarlatina y la neumonía. La enfermedad la dejó con una pierna paralizada. Los médicos de Nashville dijeron que posiblemente los masajes administrados durante años podrían devolverle el uso de la pierna.

La madre de Wilma le administró los masajes, decidida a lograr que su hija cami­nara. Al cabo de un año los médicos encontraron solo una leve mejoría.
Cuando la niña tenía seis años ya podía dar saltitos. Dos años después ya podía caminar con la ayuda de un bastón; y después de eso caminó valiéndose de un calzado especial. Pero Wilma siguió esforzándose. Y su madre continuó animándola. El resultado es un hecho his­tórico. No solo caminó, sino que también corrió. Llegó a ser la mejor corredora del mundo.
No todos los resultados son milagrosos. Pero todos podemos alcanzar lo que parece imposible, porque, como dice Pablo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Todo, incluso ganar medallas olímpicas. Probemos a Dios con prudencia, sin presun­ción. Intentemos lo imposible, y Dios nos permitirá alcanzar siempre lo posible; pero muchas veces también lo imposible.
Lo malo es que a veces nosotros no nos portamos como quienes somos: hijos e hijas de Dios, con más posibilidades de las que nos imaginamos. Pide a Dios hoy que te ayude a confiar en Cristo. Pide que te dé la fe para intentarlo todo creyendo en Cristo, que te dará la victoria.
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No dispares tus esfuerzos ni tu vida
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13,14

El filósofo escocés Thomas Carlyle afirmó: «La mayor prudencia de la vida es la concentración, y la mayor locura de la vida es la disipación». Cuan verdaderas son estas palabras en la lucha por cumplir el propósito de nuestra existencia. Son vitales si queremos alcanzar el éxito en la vida.

Es un hecho que la persona que da un golpe aquí y otro allá nunca forjará su destino. En cambio, la persona que concentra sus esfuerzos puede lograr maravillas. Como decía el mismo Carlyle, «los débiles rayos del sol invernal pueden encender fácilmente una fogata si se concentran adecuadamente». Del mismo modo, la persona más débil puede llevar a cabo una empresa si concentra en ella todos sus esfuerzos.

Mucha gente realiza poco en su vida porque dispersa sus esfuerzos. En vez de concentrarse en un gran propósito, malgasta sus energías especulando con esto y con aquello. Nunca se destaca en nada. Cuando llega al final del camino de la vida, no deja ningún monumento tras sí: solo una lápida funeraria.

¡Cuan diferente fue la vida del apóstol Pablo! «Una cosa hago», declaró. No tuvo sino una gran ambición: predicar a Cristo en todo lugar, desarrollar un carácter semejante al de Cristo y, finalmente, oír del Maestro las palabras: «Bien hecho, siervo bueno y fiel». ¡Cuan plenamente lo consiguió!Charles E. Stillings era obrero ferroviario, pero tenía un propósito dominante: dejar instituida una beca de estudios en memoria de su padre. Al comienzo aportaba poco. Ahorraba cada centavo que realmente no necesitaba. Cuando aumentaron sus ingresos ahorraba más. Cuando contaba con 81 años, declaró instituida la beca. La Universidad de Nuevo Hampshire anunció que había recibido 288,000 dólares, la mayor cantidad jamás recibida de un ex alumno. Al mismo tiempo se divulgó que, al jubilarse, había cobrado medio millón de dólares, la totalidad de los cuales fue destinada a la universidad. Como Pablo, Charles E. Stillings había dicho: «Una cosa hago», y la realizó con éxito. ¿Cuál es tu blanco? ¿Ser semejante a Jesús?
Toma decisiones definidas hoy. Decide centrar todos tus esfuerzos en una gran obra aquí en la tierra, y una gran obra allá en los cielos: aquí, cumplir el propósito de tu existencia; allá, estar con Cristo por toda la eternidad.

Agosto 26: "Propósitos y esfuerzos constantes"
Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente, y esforzaos.
1 Corintios 16:13

¡Qué consejo tan apropiado para este día! Lo necesitamos para hoy y para todos nuestros días. La obra de hoy y la obra de toda la vida dependen de seguir este consejo. La Biblia dice que Daniel fue el primer ministro de 'Babilonia. En realidad, fue primer ministro de dos grandes imperios. Y sirvió en ese puesto más de sesenta años. En todo lo que hizo sobresalió. De hecho, es el único personaje intachable del Antiguo Testamento. Al menos, no se registra ninguna falta de él. Sus enemigos lo escrutaron con todos los recursos del odio y la maledicencia, y no hallaron en él ninguna falta porque «él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él» (Dan. 6: 4). Dios nos dé la gracia para que, al final, nuestro historial sea idéntico al de Daniel. ¿Cuál fue la causa de su éxito en los negocios, en la política y en el espíritu? Creo que este: «Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía» (Dan. 1: 8).

Propósitos firmes y esfuerzos perseverantes: he ahí la clave del éxito en todos los esfuerzos de la vida, incluyendo la vida espiritual. Si bien Dios nos da su gracia para servirlo, no ayuda al que no se esfuerza denodadamente en su servicio (Jos. 1: 5-8). Benjamín Disraeli, que fue primer ministro del Reino Unido, y uno de los más insignes ocupantes de ese cargo en el siglo XIX, dijo una vez: «El secreto del éxito es la constancia en el propósito». Y con su vida dio un buen ejemplo de su teoría. Al comenzar su carrera política, cuando se convirtió en diputado, su primer discurso fue un fracaso. Se rieron y se mofaron de él. Sin embargo, levantándose de nuevo, señaló a sus opositores, y, sacudiendo el índice ante ellos, dijo: «¡Vendrá el día cuando me oirán!» Y llegó el día cuando escucharon cada una de sus palabras. Llegó a ser íntimo amigo y consejero de la reina Victoria, y uno de los hombres más notables de sus días. En 1876 se le confirió el título de Conde de Beaconsfield. Logró el éxito en el mundo político debido a la constancia en sus propósitos.

Lo mismo ocurrirá con nosotros. Y no solo en la vida natural, pues en el ámbito espiritual sucede exactamente lo mismo. Para el apóstol Pablo ese era el secreto del éxito en la carrera cristiana. Aunque el consejo parece solo para los varones, también las mujeres cristianas deben ser esforzadas en la lucha por la corona de la vida.
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Agosto 25; " Dios es nuestro Maestro"
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: «Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: "¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?", dice Jehová». Jeremías 35:13

Una maestra visitó a la madre de un alumno y la informó de que Juanito no estaba colaborando todo lo que podía en su educación. Cuando la profesora se fue, la madre le pidió a Juanito una explicación. «Bueno, verás», dijo Juanito, «ella sencillamente no enseña nada que yo quiera aprender».

Nuestro texto de hoy dice que Dios hizo una pregunta incisiva al pueblo de Judá y a sus dirigentes: «¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?» El problema no era que se les dificultara aprender, sino que no querían aprender. Pablo recordó a los creyentes de Roma (Rom. 10:6-8) las palabras que Dios dirigió al pueblo antes de entrar en la tierra prometida: «Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír para que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas» (Deut. 30:11-4).

No hay nada misterioso, ni difícil, en los mandamientos y en la voluntad de Dios para su pueblo. Es tan sencillo que solo quiere disposición del corazón para comprenderlos y cumplirlos. Es cierto que la teología bíblica es profunda, y tiene misterios insondables. Hay maravillas y tesoros de conocimientos ocultos en la mina inconmensurable de la Palabra de Dios. Pero el cristiano no necesita saber todos esos misterios para servir a Dios. El mandamiento que Dios ordenó «no es demasiado difícil para ti». El que quiera obedecerlo, puede hacerlo, con todos los medios de la gracia que Dios nos ha dado.

Lo malo es que algunos «siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad» (2 Tim. 3: 7). La Biblia dice: «Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento» (Ose. 4: 6). Pero la falta no es de Dios ni de sus mandamientos. Su pueblo nunca terminó su aprendizaje. Desde antes de entrar en la tierra prometida, Moisés se dirigió así a sus integrantes: «¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante?» (Deut. 32: 6). Eran ignorantes voluntarios.
Dios ha dicho: «Te enseñaré el camino en que debes andar» (Sal. 32: 8). Aprendamos de nuestro Maestro.


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La mayor batalla
Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí.
Salmo 131:1

El Salmo 131 es un cántico que expresa una confianza infantil y una humilde resignación. El salmista había cultivado la autodisciplina hasta el extremo de no luchar ya por el puesto más elevado. Una victoria en verdad maravillosa, pues en los problemas que dice que ya había vencido encontramos nosotros los mayores conflictos:
No se ha envanecido mi corazón. En la escuela de la experiencia el salmista tuvo que renunciar al orgullo y al egoísmo, y ello lo volvió humilde y manso. Los individuos grandes a la vista de Dios son profundamente humildes. Cristo afirmó que entre los nacidos de mujer no había otro mayor que Juan el Bautista (Mat. 11:11). Sin embargo, fue uno de los hombres más humildes. Juan alcanzó la cima de la abnegación (Juan 3: 30). Solo es verdaderamente grande el que es de veras humilde (Jer. 45: 5). Lo que está más cerca del trono es el estrado de la humildad.

¡Qué difícil es para nosotros luchar contra los deseos de un corazón que busca su propia gloria! Por eso dice Elena G. de White: «La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande que jamás se haya reñido. Rendir el yo, entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha. Ahora bien, para que el alma sea renovada en santidad, ha de someterse antes a Dios» (El camino a Cristo, p. 66). Gracias a Dios, el mismo poder que hizo que David pudiera decir «no se ha envanecido mi corazón», puede ayudarnos a nosotros a hacer lo mismo.

Ni mis ojos se enaltecieron. Otra victoria de David, obtenida en la lucha que tuvo que librar para salvar su vida. Una de las señales más notables del orgullo del corazón es esta característica de los impíos: «Los ojos se les saltan de gordura» (Sal. 73: 7). Los «ojos enaltecidos» (Prov. 6:17) son una de las siete cosas que el alma de Jehová abomina. Librarse de un corazón altivo es imposible humanamente. Pero el mismo que hizo que David pudiera decir «ni mis ojos se enaltecieron» puede ayudarnos para que podamos decir lo mismo.
Ni anduve en grandezas. Otra de las grandes luchas de la vida. Muchos de nosotros no andamos en grandezas porque no podemos. Si pudiéramos, me temo mucho que sí lo haríamos. El que rehusa voluntariamente andar en grandezas ha alcanzado un alto nivel de discernimiento y victoria espiritual.
Por eso mismo es notable nuestro texto de hoy. Busquemos nosotros también esa victoria.


Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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Agosto 23: "La levadura"
Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado».
Mateo 13:33


Cambiar es la orden del cielo. Por supuesto, ese cambio no se produce de repente en el momento maravilloso e incomparable en el que experimentamos la conversión. La parábola pronunciada por nuestro Señor acerca de la levadura nos enseña que la vida cristiana consiste en cambiar constantemente, durante toda la vida. La santificación, que es obra de toda la vida, es un proceso de cambio. Desde su inicio hasta el final, la experiencia del creyente es de constante transformación. Cada semana, cada mes, cada año, debe producirse algo nuevo en la vida del cristiano.
Dios cambia todo lo que toca. El ciego ve; el cojo salta; el corazón que odia, ama; la carne descompuesta por la lepra se vuelve suave como la de un niño; el mudo habla; el corazón de piedra se vuelve de carne. La levadura de la verdad llena por completo la vida del creyente para cambiarlo, para transformarlo, para hacerlo nuevo cada día. Si tu corazón y tu vida de adoración no cambian, no estás viviendo la vida del Espíritu.

No encierres a Dios en una pequeña Biblia cerrada con una cremallera. El Señor es grande y quiere morar en tu corazón. Permítele que haga crecer tu vida a la estatura que él tiene señalada. Todos los atributos que Dios nos dio están concebidos para que sean desarrollados, para darles crecimiento hasta que alcancen la estatura del varón perfecto, Cristo Jesús. El statu quo no forma parte del plan de Dios. Él nos llama a ir más allá cada día. El estancamiento no le agrada. Detenerse es retroceder y encaminarse a la morada de los muertos. "La vida tiene una ley inexorable: Ser hoy mejor que ayer, y mañana mejor que hoy. Esa es la ley de la vida en su forma natural".

Aborda nuevas ideas. Camina por rutas nuevas. Contempla formas nuevas de ver las cosas. Explora todas las posibilidades de la vida que Dios te dio. Fuimos creados para ser más de lo que somos, para hacer más de lo que hacemos, para tener más de lo que tenernos.
Deja que la levadura de la verdad que el Espíritu Santo ha puesto dentro de ti engrandezcan tu alma «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efe. 4: 13).



Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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Agosto 22 : " Examina tu crecimiento espiritual"
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar en moradas de maldad.
Salmo 84:10




Hace muchos años que descubrí que mi crecimiento físico se detuvo. Llegué a 1.72 m de altura, y dejé de crecer. Pero ni mi médico ni yo estamos preocupados. Es natural llegar a un punto en el que no se crece ni un milímetro más. No ocurre lo mismo con el crecimiento espiritual. La Palabra de Dios nos ordena crecer cada día espiritualmente. Si esto no sucede, deberíamos alarmarnos. La Biblia nos amonesta de la siguiente manera: «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Ped. 2: 2). ¿Cómo podemos saber que estamos creciendo en todos los aspectos de la vida cristiana? Puedes saberlo si:

• Prefieres pasar tiempo con Dios por encima de todas las cosas. Cuanto más tiempo permanezcas con el Señor, más semejante a él serás.
• Procuras celosamente encontrar momentos de quietud para orar y estudiar la Biblia.
• Reconoces la presencia de Dios en todo momento y lugar, no solamente el sábado y en el templo.
• Aprovechas toda ocasión para decirles a otras personas todo lo que Cristo ha hecho y está haciendo en tu vida.
• Tu deseo de obedecer a Dios llega a ser más intenso y el deseo de pecar se vuelve menos atractivo.
• Demuestras tu profundo amor por el Señor dedicando tiempo para adorarlo y alabarlo.
• Sientes que tu fe crece y se fortalece.
• Consideras que cuanto sucede en tu vida viene de Dios o ha sido permitido por él.
• Estimas un privilegio devolver tus diezmos y entregar ofrendas, y nunca consideras que servir en la causa de Dios sea una carga.
• Procuras descubrir la voluntad de Dios en cada prueba, y consideras que las pruebas son oportunidades para creer.
• Sientes dolor profundo y gran desesperación cuando pecas, pero te arrepientes e inmediatamente pides perdón.
• Eres consciente de todas tus debilidades.
¿Estás creciendo en la búsqueda de la madurez de tu carácter cristiano? Sigue el consejo del texto de hoy. Busca a Dios cada día y alaba su santo nombre.



Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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Tu mayor competidor
Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
1 Corintios 9:27


Todos nos encontramos en una carrera. La sociedad nos obliga a vivir en un ambiente de lucha y competición por ser el mejor. Ganar en todo a los demás parece ser el objetivo de todos. Pero en la vida cristiana nunca debemos compararnos con los demás o competir con ellos. La vida eterna es un don para todos, pero nuestro Padre celestial ha preparado premios personalizados para cada uno de nosotros cuando finalmente lleguemos al cielo.
¿Contra quién, entonces, debemos competir en nuestra vida cristiana, según el texto de hoy? ¿Contra quién competimos para que estemos dispuestos a herir nuestros cuerpos para ganar el premio y también para evitar la eliminación? Pablo indica en el versículo para nuestra meditación de hoy que el mayor competidor que tenemos es nuestro propio cuerpo. Por eso dice: «Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre». De ninguna manera dice que debemos golpear nuestro cuerpo, hacer penitencia, hasta quedar morados por una autoflagelación. Lo que dice es que hay una relación entre el cuerpo y el premio. El cuerpo debe ser siervo del Espíritu para ganar la carrera cristiana. No se debe poner en riesgo la carrera porque el cuerpo tenga pereza, o deseos intemperantes o perversos que, sí se satisfacen, nos incapaciten para la carrera y nos priven del premio.
Una de las razones por las cuales Pablo se esforzaba tanto y estaba dispuesto a poner su cuerpo en servidumbre, negándole la satisfacción de ciertos apetitos y deseos, era porque sentía su responsabilidad. Era apóstol, había predicado a mucha gente; muchos tenían la vista puesta en él. ¡Qué tragedia ser reprobado y perder la carrera cristiana después de tanto esfuerzo!
Pablo entendía que sus mayores competidores no eran sus hermanos cristianos, sino sus propios deseos y su propio cuerpo, igual que Pablo, debemos entender que nuestra mayor conquista debe ser nuestro propio cuerpo. A veces usamos expresiones como: «Señor, te amo con todo mi corazón». Dios anhela que eso sea una realidad en la vida de cada uno de sus hijos. Pero para que sea una realidad tenemos que ser disciplinados para llevar a nuestro cuerpo a ser un esclavo dominado por la voz del Espíritu Santo.

No debemos olvidar nunca que existe el riesgo de ser eliminados en la carrera cristiana. Los cristianos deberían poner en servidumbre su cuerpo, su tiempo, su vida, para mantenerse en la carrera cristiana y, al final, ganarla.


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La importancia de los buenos propósitos
Por eso oramos siempre por vosotros que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamado, y mediante su poder cumpla todo buen propósito vuestro y todo acto impulsado por vuestra fe.
2 Tesalonicenses 1:1


Este texto tiene una lección para nosotros hoy. Primero, el apóstol ora para que los tesalonicenses sean dignos del llamado de Dios. Dios nos llama a una vida santa, a salir del mundo y a estar separados de él. Nosotros debiéramos ser dignos de ese llamamiento. Pero también pide a Dios que se cumpla el buen propósito del corazón de los tesalonicenses. Aquí se refiere a todo buen deseo de los hijos de Dios. Pablo ora para que Dios «cumpla», es decir, lleve a término completamente, toda aspiración hacia el bien que experimenten sus conversos. Uno de los deseos más arraigados de los cristianos, por el cual oran fervientemente, es ser hallados «sinceros e irreprensibles para el día de Cristo» (Fil. 1:10). Ese buen propósito lo cumplirá Dios con su poder cada día de nuestra vida.


También existen los buenos propósitos y objetivos de la vida. Los cristianos tienen objetivos dignos en su trabajo, en su carrera, en su negocio, en su familia, en su matrimonio. Y Dios también quiere ayudarnos a alcanzarlos. ¿Cuáles son los objetivos de tu vida, además de tus importantes objetivos espirituales? Ponlos ante Dios en oración. Dios quiere ayudarnos a superarnos en este mundo, también en lo que respecta a los importantes asuntos de la vida humana.

Al respecto, dice Leigh Steimberg en su libro Winning With Integrity ¡Ganar con integridad!: «Sea que usted represente a una empresa o que sea un empleado, un padre que está tratando con sus hijos, o un esposo o una esposa tratando con su cónyuge, antes de comenzar cualquier discusión que pueda llevar a una decisión efectiva, es sumamente importante sentarse y pensar cuidadosa y exactamente en lo que usted quiere. No en términos vagos. No en términos generales medio cocinados, sino tan precisa y específicamente como sea posible».
¿Ya has definido con toda precisión lo que quieres en la vida espiritual? ¿Qué tan claros son tus objetivos espirituales? ¿Ya sabes lo que quieres lograr en tu vida cristiana? ¿O son vagos y difusos tus objetivos en la lucha a muerte contra el pecado? Pablo tenía objetivos espirituales claros cuando dijo: «Trato severamente a mi cuerpo, y lo someto a disciplina, no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado» (1 Cor. 9: 27).


¿Y tus objetivos en la vida? Tu familia, tu carrera, tu negocio, tu oficio, ¿tienen objetivos bien definidos? Recuerda que Dios cumplirá con su poder «todo buen propósito vuestro».

Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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Agosto 19
¿De qué tamaño es tu Dios?
Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.
Salmo 128:1

Según las Sagradas Escrituras, las personas felices son las que reverencian al Señor, las que experimentan en su presencia un sagrado temor. La Biblia da por sentado que todos creemos en Dios, y hace hincapié, sobre todo, en la forma en que respondemos a esa creencia en la existencia del Creador de todas las cosas. ¿Permitimos que Dios sea como realmente es: digno de adoración, soberano y dueño del universo, majestuoso y santo, vasto y maravilloso? ¿O intentamos frecuentemente reducirlo al tamaño de nuestra propia mente? ¿Insistimos en confinarlo a los límites de nuestra propia comodidad y rehusamos pensar en él de otra manera que no sea compatible con nuestro estilo de vida?

Conversaba con el autor de una de las columnas periodísticas más leídas en El Salvador, y me decía un tanto incómodo, hablando de un predicador famoso en ese país: «Use pastor ha hecho un Dios a su medida, un Dios del tamaño de sus razonamientos, de sus ambiciones, metas, deseos, gustos, e intereses; un Dios sujeto a sus caprichos personales».

¿De qué tamaño es tu Dios? Muchos tienen un Dios diferente del que se revela en las Escrituras. No es el Dios de lía creación, el Dios que, aunque todo lo trasciende, condesciende a tratar de manera personal a cada una de sus criaturas. Es, más bien, una reproducción barata creada a su imagen, generalmente con fines comerciales. ¿Qué puede protegernos de ese concepto blasfemo del Dios todopoderoso? La Biblia enfatiza la necesidad de temer a Dios no para atemorizarnos, sino para atraer nuestra atención a su grandeza y poder.

Si andas en los caminos del Señor, estarás dispuesto a obedecer sus órdenes y ejecutar todas sus obras. Serás obediente a su mandato: «Este es el camino, andad por él» (Isa. 30:21). Irás a donde él te ordene acudir, y no irás a aquellos lugares que él prohibe visitar. Seguirás sus indicaciones, obedecerás sus normas, actuarás de acuerdo a los valores del cielo y no según las circunstancias. Tendrás una disciplina espiritual que practicarás cada día, y una relación personal con él que desarrollarás constantemente.
Transita hoy por los caminos del Señor. Se supone que debes ser perfecto y no cometer errores, pero hay provisiones divinas si no alcanzas ese ideal (1 Juan 2: 1).
Guarda sus mandamientos y serás dichoso. Reverencia al Señor y tendrás un final feliz. El camino es sencillo; transita por él.

Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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Otra marca de identidad
Y perfeccionado, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen.
Hebreos 5:9


La marca distintiva de los cristianos es el amor. Pero una marca identificadora muy importante y vital es la obediencia. Quizá esta ilustración del pastor William L. Barclay nos ayude a comprenderla mejor:

Cuando el hermano Willis y su esposa comenzaron nuestra obra en los cerros de Lushaí, en la India, se preguntaban qué nombre les daría la gente. Los lushai siempre tenían un nombre descriptivo para aquellos que venían a vivir entre ellos. Al principio a los Lowry los llamaron Seventb-day Whites (blancos del séptimo día) para distinguirlos de los Welsh Mission Whites (blancos de la misión galesa), los Salvation Army Wbites (blancos del Ejército de Salvación) y los Román Whites (blancos católicos romanos). Estaban un poco chasqueados porque aquella designación, aquel mote, solo los identificaba simplemente como otra denominación más. Después de unos meses, se enteraron complacidos de que los lusbai les habían cambiado el nombre por el de Obeying God's Word Whites (blancos que obedecen la Palabra de Dios).

«"Blancos que obedecen la Palabra de Dios"... ¡Qué nombre gozoso! Cuatro palabras [inglesas] que relatan la historia de hombres y mujeres llenos del Espíritu que están decididos, cueste lo que cueste, a temer a Jehová y andar en sus caminos. ¡Cuan fácil es identificar a los hijos de Dios! No importa quiénes sean, estén en las selvas de la India o en las islas del mar, en las grandes ciudades del mundo o en las aldeas más remotas, ellos andan en los caminos de Dios, obedecen su voluntad. Guardan sus mandamientos. Aman a Dios y comparten ese amor con los demás».

¡Qué bien los identifica el reflector profetice del Apocalipsis! En los últimos días los que temen a Dios quedan bien identificados, porque ese temor se traduce en obediencia fiel a sus mandamientos: «Aquí está la paciencia de ios santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Apoc. 14:12). No existe la menor forma de equivocarse. No es posible dejar de identificarlos. Los cristianos pacientes, sufridos y fieles de los últimos días se conocerán porque «guardan los mandamientos de Dios».

Conviene ejercitar la obediencia hoy, hacer una minuciosa y honesta revisión de la conducta, ver con cuidado y dedicación los más íntimos motivos de la vida. Porque la obediencia a Dios que ofrecen los cristianos no se basa en la estricta obediencia a la letra, sino en la humilde sujeción a su espíritu, tal como indicó nuestro Señor en el Sermón del Monte.

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En peligro de perderse
Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea, y Samaría; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.
Hechos 9: 31


En este versículo se hace una descripción extraordinaria de la iglesia del Señor. Dios fue glorificado, exaltado y honrado por su pueblo. Su testimonio trastornaba las ciudades. Su presencia se sentía y causaba conmoción en todos los lugares. Generaban gran preocupación entre los líderes religiosos. Hacían perder el sueño a los sacerdotes, al jefe de la guardia del templo y a los saduceos y los fariseos. Sus rostros eran conocidos en los tribunales, adonde eran llevados frecuentemente para testificar de su fe en el Cristo resucitado.

Lucas dice que todas las iglesias tenían paz, que eran edificados en la palabra y que permanecían unánimes, andando en el temor del Señor, creciendo fortalecidas por el poder del Espíritu Santo. ¿Qué tenían aquellos creyentes del siglo primero que parece haberse perdido en la iglesia del siglo XXI?
Es obvio que en muchas cosas los aventajamos. Académicamente, somos mejores. Tenemos a nuestra disposición más tecnología que aquella con la que ellos contaron: televisión, radio, viajes aéreos, correos electrónicos, computadoras, Internet y nuestra página web personal. Sin embargo, hemos perdido muchas virtudes que ellos poseían. Una de las más importantes es el concepto del temor de Jehová. La iglesia apostólica caminaba en el temor de Dios. En aquellos días no tenía suficiente influencia para sacar de la cárcel a Pedro, pero tenía suficiente poder para orar que Dios lo sacara de allí. Aunque es importante, tener influencia social no debe ser motivo de satisfacción que induzca a olvidar el temor del Señor. Es mejor poseer poder espiritual que influencia social.
Los primeros cristianos andaban en el temor de Dios. La cultura no los invadía; ellos penetraban la cultura. Se apoderaron de su cultura y la transformaron.
Hoy la influencia humana amenaza a la iglesia. Muchas veces el control está centrado en el hombre y no en Dios. El temor de Jehová, mencionado en más de trescientos pasajes bíblicos, parece olvidado. Hoy hablamos mucho del amor de Dios, como debe ser, pero con frecuencia olvidamos su juicio, ¿Cómo está el temor de Jehová en tu vida? Decide hoy caminar en el temor de Jehová. Todo lo que tengas que hacer hoy, hazlo en el temor del Señor.
Como dijo el profeta: «A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo» (Isa. 8:13).
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Seguro de sí mismo
Entonces dijo David al filisteo: «Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado».1 Samuel 17: 45


Los niños se apasionan con el relato del enfrentamiento entre el joven David y el gigante Goliat. También los adultos nos maravillamos con el extraordinario relato, y somos proclives a extraer de la historia lecciones edificantes para nuestra vida espiritual. David se enfrentó a un temible enemigo prácticamente desarmado, sin espada ni armadura y sin experiencia de combate. Decidió pelear de manera ordinaria para ganar una victoria extraordinaria. Se cree que Goliat medía entre tres y cuatro metros de altura y que pesaba varios cientos de kilos. Tenía armas pesadas y su aterrador aspecto llenaba de terror los corazones de todo el ejército de Saúl. Según la lógica humana, David no estaba a la altura de semejante reto. El propio David comprendió de inmediato que, más allá de ia evidencia física, aquella batalla era de naturaleza espiritual. Era una batalla entre Dios y Satanás, el enemigo de nuestras almas. Era una de las batallas del conflicto de los siglos.


En nuestra vida se presentan constantemente problemas y desafíos que, cual poderosos gigantes, parecen invencibles. Quizá el Goliat en tu vida venga en forma de un endeudamiento, la muerte de un ser querido, la salida del hogar de un hijo adolescente, la noticia de alguna enfermedad grave, una relación rota o la traición de un amigo. Saber cómo responder a estos problemas gigantescos es de importancia crítica para nuestro crecimiento espiritual. Dios no quiere que nos hundamos en la duda y la preocupación.


El Señor tiene un plan para desarrollar nuestra fe. Por eso a menudo nos permite afrontar la adversidad y desafíos de todo tipo. Dios "estira" nuestra fe y profundiza nuestra dependencia de él. Satanás, en cambio, procura hacernos sentir derrotados y desalentados. Trabaja en nuestras emociones tratando de hacernos creer que no somos dignos del amor y el afecto de Dios. Sin embargo, Satanás no puede derrotar el amor de Dios. El Señor no nos ama por lo que hacemos, sino por lo que su Hijo hizo por nosotros en la cruz del Calvario. No hay nada que podamos hacer para ser dignos del amor incondicional de Dios. Simplemente está ahí para que lo tomemos.
¿Enfrentas un inmenso problema hoy? Cualquiera que sea, haz lo que hizo David: Echa mano de la gran verdad de que Dios te ama con amor constante, te salgan las cosas bien o menos bien. Él no permitirá que experimentes la derrota. Pueda ser que pases momentos de fracaso y que la vida no siempre sea como la planeaste, pero al final Dios será glorificado y tú serás bendecido.




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Agosto 15
Para andar en el temor del Señor

El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: «Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos».
Deuteronomio 4:10


Cómo podemos andar en el temor del Señor, como decíamos ayer, si nuestra cultura perdió el sentido de su santidad? Esa idea se ha infiltrado también, por desgracia, en algunas iglesias.
Nadie puede temer a Dios sí no tiene un claro concepto de la seriedad del pecado. La tolerancia y el respeto por la libertad de los demás, que es uno de los valores morales de nuestro tiempo, se ha convertido en una debilidad, porque es tolerancia con el mal, no con las personas, y lo mismo puede llegar a ocurrir en muchas de nuestras iglesias. Muchas personas simplemente ignoran la seriedad del pecado. Se ríen de él, como si se tratara de un simple pasatiempo. Otros parecen usar el argumento de que todos lo hacen y que eso es, simplemente, parte de la vida en el mundo del siglo XXI. Otros se justifican diciendo que su pecado no es tan malo comparado con lo que otros hacen.

Para Adán, su pecado era responsabilidad de Dios. Para Eva su pecado no era su problema, sino de la serpiente. Para Abraham su pecado fue una estrategia para resolver un problema. Para Caín su pecado de asesinar a su hermano Abel era un asunto sin importancia. Dios dice que destruirá al hombre por causa de su pecado y que espera con mucha misericordia y paciencia que los hombres se arrepientan. Si no hay arrepentimiento, Dios destruirá al pecador junto con el pecado. Dios se toma muy en serio su trato con el pecado. Tan en serio que envió a su Hijo a morir en una cruz romana. Satanás está trabajando para destruirnos. Cuando no vivimos en el temor de Dios, vamos derechos a caer en las garras de Satanás.

¿Dónde recuperamos el concepto de andar en el temor del Señor? En la Palabra de Dios, escuchándola con reverencia y dándole una alta prioridad en nuestra vida. El temor de Dios será grabado en nosotros solo si la Palabra es plantada en nuestros corazones. Caminar en el temor del Señor es una elección: «Por cuanto aborrecieron la sabiduría y no escogieron el temor de Jehová» (Prov. 1: 29). Debemos adoptar la decisión de temerlo a él. La Palabra de Dios siempre nos llevará a una crisis de decisión entre lo bueno y lo malo, entre la verdad y la mentira.
¿Cuál será tu decisión este día? Hoy tendrás que decidir entre muchas cosas. Decídete por el temor de Dios.

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Recuerda que tu Dios es santo
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Eclesiastés 12:13

Una de las mayores tragedias de nuestra civilización es la mentalidad de vivir sin temor de Dios, Como si se tratase de un tatuaje indeleble, encontramos por doquier el lema: «Temor no». Se procura eliminar toda norma, todo límite, todo lo que restrinja la "libertad" de hacer lo que se desea. En otras palabras, lo que se promueve es pecar sin temor. ¿Cuál es la causa de esa mentalidad? ¿Por qué se procura eliminar el temor de Dios?


La respuesta a las anteriores preguntas es bien sencilla. Es esta: Porque tenemos ideas erróneas acerca de la naturaleza de Dios. Hemos perdido el sentido de su santidad. La grandeza del Todopoderoso y su carácter santo, que inspira reverencia, han sido sustituidos por la imagen de un "buen amigo", con quien podemos bromear y a quien podemos chocar la mano. Hoy se menciona muy poco la santidad de Dios, que es uno de los principales atributos de su carácter. Muchos consideran a Dios como un amigo contemporáneo, a quien podemos dar y de quien podemos recibir palmaditas en la espalda.


El patriarca Job no consideraba a Dios de esta manera. Él dijo: «Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42: 6). Y el vidente de Patmos, el apóstol Juan, al recibir una visión del Hijo de Dios, exclamó: «Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último» (Ápoc. 1: 17).


Los cristianos, y la iglesia en general, perciben cada vez menos la santidad de Dios. Por lo tanto, se está perdiendo el conocimiento de lo que significa caminar en el temor del Señor. Se necesita temor de Dios para estar presente puntualmente en los cultos de la casa del Señor. Se requiere temor de Jehová para no retener los diezmos y entregarle ofrendas de gratitud. Es necesario temer a Jehová para no profanar el santo sábado. Solo quien teme a Dios puede ser fiel a la mujer de su juventud. Únicamente quienes temen a Dios pueden cumplir la gran comisión de predicar el evangelio de la salvación. Hace falta temor de Jehová para dejar la mentira en todas sus formas. Solo quienes temen a Jehová obedecen fielmente lo que el Señor ordena en su Palabra.


¿Hace falta temor de Jehová en tu vida? ¿En tu lugar de trabajo? ¿En tus momentos de soledad? ¿En tus pensamientos? Teme a Dios, porque la hora de su juicio ha llegado.


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El temor del Señor
Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado;
y adorad a Aquel que hizo el cielo y la tierra, eí mar y las fuentes de las aguas. Apocalipsis 14:7


Qué es el temor de Dios? ¿Significa vivir con miedo constante? ¿Significa vivir aterrorizado, como cuando alguien te persigue? ¿Es vivir con la idea de que Dios tiene un martillo listo para hacernos pedazos por el más mínimo pecado que cometamos?

Las personas cuyos padres han abusado de ellas física o emocionalmente pueden confundir el temor de Dios con el malsano temor de un padre o una madre abusivos. Tristemente, es posible que algunos de nosotros no sepamos lo que significa caminar en el temor de Dios.
La palabra 'temor' describe a una persona que reconoce la superioridad, el poder, la pureza y la posición de otra persona, y le ofrece respeto. Podía pensarse que algunos de nosotros estamos perdiendo nuestro sentido de reverencia y asombro en nuestra relación con el Señor. Isaías contempló la gloria del Señor y dejó constancia asombrado de la alabanza celestial: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos».

El temor de Dios es una asombrada reverencia hacia el Señor que ejerce un papel de motivo controlador de la vida en los asuntos espirituales y morales. No es un terror por su asombroso poder y justa retribución, sino un saludable temor a desagradarle. Cuando leemos sobre el temor del Señor en las Escrituras, ello no nos hace acobardarnos ante su presencia por temor a ser golpeados o avergonzados. Es el pensamiento de someternos al Dios Creador, quien está en total control de su creación y es merecedor de todo respeto, amor, alabanza y reconocimiento de su señorío. Es el apasionado anhelo de vivir en obediencia a su voluntad.

El temor del Señor es un concepto saludable para el creyente. Es un asombro reverente, es temor de ofender de alguna manera a un Dios santo. No es asentimiento intelectual, sino un estado de consciencia con la que el cristiano vive continuamente. Es el resultado de rendirse diariamente a Cristo.
«Los ojos de Jehová están en todo lugar. Mirando a los malos y a los buenos» (Prov. 15: 3). Si somos conscientes de esto se producirá en nuestra alma un saludable temor, que nos librará de mucho dolor y muchas desgracias.
Son muchas las promesas para los que temen al Señor. Los ángeles de Dios los acompañan para protegerlos. Teme a Dios, y encontrarás más fácil el camino de la vida. El corazón del Señor se complace en los que le temen.


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Agosto 12
Seguro de sí mismo
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
1 Juan 4:18

El temor nos hace realizar actos verdaderamente asombrosos. El más "alérgico" al agua, que nunca ha entrado a una piscina y que, por supuesto, no sabe nadar, puede cruzar un río desbordado, como si fuera un tritón olímpico, si lo vienen persiguiendo para matarlo. El temor está relacionado con la inseguridad. Es probable que a ti te haya ocurrido algo similar. Un amigo mío saltó una zanja de tres metros de ancho, como si fuera lo más simple del mundo, porque una serpiente de cascabel lo atacó de repente.

El apóstol se refiere aquí al temor que es fruto de la cobardía, no al deseable «temor de Jehová», que poseen todos los creyentes. Como dice el apóstol: «Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Cor. 5:11). El temor de que habla San Juan es lo opuesto a la confianza; por eso no debe tener lugar en la mente del cristiano.

¿Cómo puede echar fuera el perfecto amor al temor? Lo hace porque el perfecto amor se centra en Dios. El cristiano que ama a Dios con todo su corazón no tiene por qué temer, pues, como dijo el apóstol Pablo: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» El que ama verdaderamente no tiene miedo de Dios, ni tiene por qué temer las artimañas de los hombres. Es lo que ocurría con nuestro Señor cuando dormía en la barca mientras la tempestad llenaba de terror a los discípulos. ¿Te has preguntado alguna vez por qué Jesús no tenía miedo de nada? Ahora conoces la respuesta: Porque tenía verdadero amor y estaba perfeccionado en el amor, como dice nuestro texto. Siempre admiramos su valor cuando se dirigía a Jerusalén por última vez. Dice la Biblia que «cuando se cumplió su tiempo en que había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusaién» (Luc. 9: 51). No tuvo miedo, sino un «temor reverente», completamente diferente del miedo servil (Heb. 5: 7).

En la Palabra de Dios hay constantes exhortaciones a tener valor y vivir con valor. Parece que el valor es una de las virtudes destacadas del cristiano: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Jos. 1: 9).

Procura que Dios te libere de la tiranía del temor. Es una de las bendiciones que más necesitamos en el duro y difícil camino de la vida.

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¿Conoces a Dios?
Amados, armémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. El que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. (1 Juan 4:7,8 )


Es la señal del verdadero cristiano. El que ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente es cristiano, aunque no comprenda bien muchas cosas profundas de Dios. Quien ama a su prójimo como a sí mismo es cristiano, aunque todavía no conozca todos los principios de la vida y de la piedad. El que no ama a su prójimo no es cristiano, aunque diga que ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente, y aunque conozca muchas cosas profundas de Dios. El amor es la señal del verdadero cristiano.


Garrie F. Williams cuenta la historia de Elizabeth Pilenko. Hija de una familia rusa aristocrática, era miembro de la Iglesia Ortodoxa Rusa. A los dieciocho años, estudiando en la Universidad de San Petersburgo, se enteró con ilusión de los planes de la revolución comunista. Sin embargo, cuando triunfó aquella revolución, se decepcionó y huyó a Francia. En medio de la pobreza y la infelicidad de su vida en París, Elizabeth buscó a Dios y el Espíritu Santo transformó su corazón. Regresó a la religión de su niñez y se convirtió en monja dentro de la Iglesia Ortodoxa Rusa, en la que adoptó el nombre de Sor María.


Después de que los nazis invadieran Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, Elizabeth comenzó a ocultar judíos en su hospital. Un día la Gestapo la descubrió y la envió al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück y allí tuvo muchas oportunidades para ayudar a muchas mujeres. Pocas sobrevivieron a las condiciones terribles de Ravensbrück, donde se calcula que murieron 95,000 mujeres, incluyendo a Betsie, la hermana de Corrie ten Boom.
Un día, en 1945, cuando formaban una fila de mujeres ante la cámara de gas, para sufrir el destino que todas conocían, una muchacha comenzó a gritar despavorida. Cuando dos guardias se acercaron amenazantes a ella, Elizabeth le puso sus brazos sobre los hombros, y le dijo: «No temas. Mira, yo ocuparé tu lugar».


Es el amor que nace espontáneo en el momento de necesidad, porque mora en el corazón. Es la marca distintiva del cristiano. Es el amor que actúa como Cristo, porque es Dios morando en el corazón. El cristiano debe pedir con fervor a Dios que haga nacer en su corazón la planta celestial del amor. No pidas poder, pide amor. No busques sabiduría ni ciencia, busca el amor. Haz de hoy un día de búsqueda del amor de Cristo.



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La fe de los mártires
Y aunque sea derramado en libación por el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.
Filipenses 2:17

Dicen que una vez, después de que D. L. Moody predicase un impresionante sermón sobre la fe de los mártires, un individuo se le acercó y le preguntó: —Sr. Moody, ¿tiene usted suficiente fe para ser mártir?
—No —fue la respuesta del famoso evangelista.
—Sr. Moody —exclamó sorprendido su interlocutor—, ¿cómo ha podido usted predicar semejante sermón sobre la fe si no tiene usted suficiente fe para ser mártir?
—Si Dios quiere que yo lo sea, me dará la fe de un mártir —repuso Moody.
Y así es. A veces, cuando pensamos en el valor intrépido y en la fe de los héroes cristianos, desde los días de Esteban hasta los misioneros actuales que han arriesgado y arriesgan su vida —perdiéndola en ocasiones— por el evangelio, miramos a nuestro interior y temblamos. Comprendemos que no tenemos la resistencia espiritual o moral para hacer frente a lo que ellos afrontaron.
Por ejemplo, no podemos leer sin temblor la historia del bachiller Antonio Herrezuelo y su esposa, Doña Leonor de Cisneros. Fueron condenados por la Inquisición por sus creencias evangélicas. Habían sido apresados y presionados para que denunciaran a sus hermanos en la fe. Dijo de él un contemporáneo: «En todas las audiencias que tuvo con sus jueces... se manifestó desde luego protestante, y no solo protestante, sino dogmatizador de su secta en la ciudad de Toro [...]. Exigiéronle los jueces [...] que declarase [...j los nombres de aquellas personas llevadas por él a las nuevas doctrinas; pero ni las promesas, ni los ruegos [...] bastaron a alterar el propósito de Herrezuelo en no descubrir a sus amigos y parciales. ¿Y qué más? Ni aun los tormentos lograron quebrantar su constancia, más firme que envejecido roble o que soberbia peña nacida en el seno de los mares» (El conflicto de los siglos, p. 275).
Su esposa, joven de 24 años, flaqueó y se arrepintió. Pero cuando vio a su esposo morir con aquella fe y aquel valor que asombraron incluso a sus enemigos, «interrumpió resueltamente el curso de penitencia a que había dado principio». En al acto fue arrojada a la cárcel, y, después de ocho años de horrores en las cárceles de la Inquisición, «murió ella también en la hoguera como había muerto su esposo».
Nuestros tiempos no nos exigen ese tipo de testimonio. Pero todos los fieles que «combaten hasta la sangre contra el pecado», son héroes y mártires de Cristo. Decidamos hoy dar nuestro testimonio doquiera nos encontremos.

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La importancia de las cosas pequeñas
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Mateo 10:42

Para grandes predicadores como Moody, Spurgeon o Billy Graham, su ministerio consistió en predicar el evangelio a las grandes multitudes que se reunían para escuchar su presentación de la Palabra de Dios. Sin embargo, gran parte de la obra de Dios ha sido hecho en otros ámbitos. Fíjate en las palabras de Jesús en nuestro texto de hoy: «Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa».



Un día, mientras un agricultor inglés apellidado Fleming trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente, soltó sus herramientas y corrió hacia el lugar. Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo, había un niño aterrorizado, que luchaba por librarse. Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor. Un noble, elegantemente vestido, se bajó del coche y se presentó a sí mismo como el padre del niño al que Fleming había salvado.
—Yo quiero recompensarlo —dijo el noble británico—. Usted salvó la vida de mi hijo.
—No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice —respondió el agricultor, rechazando la oferta.
En ese momento, el hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
—¿Es ese su hijo? —preguntó el noble.
—Sí—repuso el agricultor lleno de orgullo.
—Le voy a proponer un trato. Déjame llevarme a tu hijo y ofrecerle una buena educación. Si se parece a su padre, crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted se sentirá muy orgulloso—. El agricultor aceptó.

Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming, el agricultor, se graduó en la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital, en Londres, y se convirtió en un personaje de fama mundial: Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina.

Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Sabes qué lo salvó? La penicilina. El noble inglés se llamaba Randolph Churchill. Su hijo, Sir Winston Churchill.
Cumple hoy los pequeños deberes de hijo, padre o madre, amigo y ciudadano. Haz de hoy el festival de las cosas pequeñas; así sembrará grandes cosas para el futuro ahora y en la eternidad.


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Agosto 8
Has tu trabajo como para el Señor
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
Eclesiastés 9:10


Aquí Salomón nos comunica el secreto para cumplir bien el propósito de la existencia, el secreto de cómo hacer bien las cosas. Fíjate en la progresión que hay en este versículo: actividad, planificación y sabiduría. Sabiduría es la habilidad para ver con comprensión. Planificación es la habilidad para organizar. Actividad es la habilidad para iniciar, perseverar y alcanzar objetivos. Las personas han sido creadas por Dios para imaginar, para planear y hacer cosas. Dios creó a Adán para que gozara de la vida y cultivara el jardín del Edén. Le dio trabajo para que lo desarrollase. Salomón dice que el trabajo es una de las actividades más benditas de las que podemos disfrutar.

El apóstol Pablo resalta lo expresado por Salomón de la siguiente manera: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres» (Col. 3: 23). Independientemente del lugar donde trabajes, de la clase de trabajo que realices, la cantidad de salario que recibas o para quién trabajes, piensa que Dios te ha asignado el empleo que tienes. Por lo tanto, no prestes una atención desmedida a los hombres. Préstasela toda a Dios. Él ve no solo la forma en que empleas el tiempo, sino la actitud con la que trabajas, que es más importante.

No hay persona más despreciable que la que trabaja solo cuando el amo, el patrón, el mayordomo o el supervisor la ve. El cristiano trabaja como sí Dios estuviera vigilando su tiempo. Por eso el cristiano se siente comprometido a trabajar con todas sus fuerzas, a ser leal en el uso del tiempo, pues se siente responsable ante Dios y no ante los hombres. A una persona que trabaja así, la empresa, la escuela, la oficina o el taller la reclaman. Será bienvenida en cualquier parte la persona que trabaja «como para el Señor y no para los hombres».

De paso, ¿sabes cuál es el secreto divino del éxito? ¿Sabes cuál es el secreto de los ascensos? ¿Sabes cómo llegar a ser lo que quieres ser? Haz todo lo que se te encomiende «con todas sus fuerzas», «como para el Señor y no para los hombres». Sí así lo haces, serás como el hombre justo del Salmo 1: 3: «Todo lo que hace prosperará». Serás como José: «Todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano» (Gen. 39: 3).

Pregúntate hoy: «¿Cómo podría yo ser el mejor empleado, para la gloria de Dios?» Ya sabes el secreto.

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Hasta un gusano puede servir a Dios
Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera y se secó.
Jonás 4:7


Como muchos otros, quizá también tú te has sentido turbado al considerar la conducta del profeta Joñas. La actitud y la personalidad del profeta no concuerdan con la imagen que tenemos de lo que debe ser un mensajero de Dios. Ni siquiera concuerda con la imagen que tenemos de un cristiano. Jonás se negó a pregonar el mensaje y huyó del Señor, quien lo había enviado a Nínive. Cuando Dios lo obligó a dar el mensaje y vio la extraordinaria conversión de todos los ninivitas, el recalcitrante profeta se enojó muchísimo «hasta la muerte». Es más, los milagros obrados en su favor y la paciencia que Dios le manifestó no lo afectaron, al parecer, en lo más mínimo. El libro homónimo termina sin ninguna evidencia de que haya reconocido sus faltas y se haya arrepentido de ellas. De hecho, el libro termina con una pregunta de Dios que Jonás no contestó.

Como poco, sabemos con toda claridad que Jonás necesitaba aprender mucho acerca de la pasión de Dios por salvar las almas perdidas. También necesitaba aprender sobre el juicio de Dios. Necesitaba aprender sobre la paciencia divina y sobre el poder de Dios. Dios trataba de enseñarle una lección más al profeta, y en esto se centra nuestra reflexión de hoy. ¡Qué usó Dios para alcanzar dicho objetivo? Pudo haber usado a uno de los ángeles más gloriosos del cielo, o a la persona más importante de la tierra. Sin embargo, empleó algo bien distinto: «Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera y se secó».

La historia de Jonás es la historia del poder de Dios, quien puede tomar cualquier instrumento en sus manos, sea grande o pequeño, para cumplir sus propósitos. La historia ilustra que Dios es capaz de hacer cualquier cosa con cualquier instrumento que elija. En el libro de Jonás encontramos muchas cosas que Dios usó para cumplir sus propósitos. Primero, usó una gran tormenta; luego, usó un gran animal marino; más tarde, hizo crecer una calabacera en una noche, con el único propósito de dar una lección a su siervo. Por último, usó un diminuto gusano para deshacerse de la calabacera. La historia de Jonás es más que la historia de una gran ciudad que se arrepintió milagrosamente. Es un relato que enseña que Dios puede usar cualquier cosa para su gloria, desde un profeta que se niega a cumplir sus instrucciones hasta un pequeño gusano. Sus recursos para cumplir sus propósitos son infinitos. Sirve tú también a ese gran Dios.

Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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¿Puede una ciudad ser transformada?
Y le vieron todos lo que habitaban en Lidia y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.
Hechos 9:35

Puede toda una ciudad ser transformada por el poder del evangelio? El libro de los Hechos de los Apóstoles dice que sí. Según nuestro texto de hoy, al menos una ciudad fue transformada: Lidia. Mejor todavía, ¿te gustaría saber qué se debe hacer para ver una ciudad transformada?
Hay cuatro principios que los líderes cristianos deben tener en cuenta si quieren ver toda una ciudad transformada: una ciudad sin cantinas, porque ya no haya alcohólicos; sin pobres, porque no haya delincuentes; donde no se vendan cigarrillos, porque no haya fumadores; sin cárceles, porque ya no haya malhechores. Parece un sueño, ¿verdad? Según la Biblia, eso ya ocurrió. ¿Qué podemos hacer para que se repita?

En primer lugar, en Lidia, la ciudad que fue transformada, los creyentes se unieron en oración. En muchos lugares de nuestra época se han abierto centros —iglesias, escuelas, negocios, talleres y otros— de influencia y de oración intercesora. Conocí hace años un taller mecánico donde, al mediodía, el dueño del taller, quien era cristiano, se reunía con todos sus empleados y otros creyentes para orar por los inconversos.

En segundo lugar, humildad. Dios bendice y usa con poder a los hombres y las mujeres que reconocen que necesitan de los demás. Saben que no son suficientes y procuran trabajar en equipo, sin buscar gloria y honor para sí. El salmista declaró que Dios quiere encaminar a los humildes por el juicio y enseñar a los mansos su carrera (Sal. 25: 9). Dios bendice a los líderes y a los miembros que no procuran ser el centro de atención.

En tercer lugar, unidad. Dios llama a su pueblo a vivir en unidad. El espíritu de independencia, orgullo y egoísmo impide que se cumpla el propósito de Cristo. Nuestro Señor oró así antes de volver a su Padre: «Que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste» ¡Juan 17: 23).

En cuarto lugar, conocimiento de los métodos de Dios. Siempre existe el peligro de realizar la obra con la sabiduría humana y no con la divina. Un ejemplo típico es el método de David para trasladar el arca del pacto a la ciudad de Jerusalén. Usó un carro en lugar de los hombros de los sacerdotes. Todos conocemos los resultados.

¿Deseas ver tu ciudad convertida? Ora esta mañana por tu ciudad. Haz de tu residencia o de tu lugar de trabajo un centro de intercesión por la salvación de los perdidos.

Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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El camino más excelente
Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino más excelente.
1 Corintios 12:31



Uno de los temas abordados en la primera de las epístolas de Pablo a los cristianos de Corinto es el debido empleo de los dones espirituales. Son objeto de análisis, sobre todo, en el capítulo 12. Los dones espirituales son impartidos por el Espíritu Santo para la edificación de la iglesia, con el propósito de que llegue a un estado de perfección y unidad en Cristo. «Los que sirven directamente al propósito principal de la iglesia, la predicación del evangelio, y que contribuyen más a la edificación general, sin duda son considerados como los más importantes» (Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 771, 772). Aquí van, sin duda, los dones de profecía, de pastorado, de enseñanza, de administración y de operación de milagros.



Sin embargo, para ios fines anunciados —edificar a la iglesia y predicar el evangelio—, el apóstol afirma que hay «un camino más excelente». Ese camino más excelente es el camino del amor, que es el tema del capítulo 13, donde se presenta una exposición magistral e inspirada del amor cristiano.



Como dice al principio de ese capítulo deí amor, ¿de qué sirve predicar con una lengua angelical, sin tener el amor de Cristo? De nada. Es como el sonido molesto del címbalo, que no tiene modulaciones ni puede producir melodía. ¿De qué sirve ser profeta y conocer todos los misterios y abarcar todo el conocimiento, sin amor? De nada. En otra parte dice que es como «el crepitar de los espinos debajo de la olla». ¿De qué sirve ser filántropo y muy generoso, sin el amor de Cristo? De nada. Un cristiano que no tenga ninguno de esos dones, pero que tenga el amor de Cristo en su corazón, será una bendición para todas las personas con las que se encuentre, y puede ser poderoso en la predicación del evangelio.



Ese es el camino más excelente que Pablo recomendaba a los corintios y a nosotros. Debemos procurar los mejores dones espirituales. Debemos prepararnos en toda forma posible para ser útiles en las manos de Dios. Debemos llegar a ser lumbreras por nuestra elocuencia, por nuestro poder para sanar enfermos y por nuestro dominio de las lenguas antiguas y modernas. Eso debemos ser, si podemos. Debemos procurar obtener esos dones, en la medida de lo posible. Pero siempre debemos tener ciaro en nuestra mente que el camino más excelente para llevar a cabo la obra de Dios fuera y dentro de nosotros es el amor.
Procura andar hoy por el camino más excelente del amor de Cristo.



Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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¿Tienes un buen testimonio?
Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuera traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Hebreos 11:5


Se suele afirmar que una imagen dice más que mil palabras. También sucede que nuestra conducta, nuestro comportamiento, pregona con más claridad lo que somos que nuestras palabras o nuestra profesión de fe. Lo advirtamos o no, cada cristiano tiene un testimonio. Somos testigos aunque no abramos nuestros labios y hablemos de nuestra fe. No cabe ninguna duda de que las personas dirán algo acerca de ti y de tu fe después de observarte.

Como cristianos, nuestro testimonio es para bien o para mal. No puede ser de otra manera. Nuestro Señor dijo: «Este evangelio del reino será predicado por testimonio [...], y entonces vendrá el fin». ¿Tienes tú un buen testimonio? ¿Estás dando un testimonio efectivo?
Mi hermano y yo, que somos pastores, nos encontrábamos en la cafetería de una librería tomando un refresco. De repente se nos acercó una joven que estaba en la mesa de al lado y nos dijo:
—¿Verdad que ustedes son pastores?

Estoy seguro de que también a ti te habrá ocurrido la misma experiencia con tu compañero de asiento en el autobús, o con la cajera de un negocio, o quizá con la peluquera que re corta el cabello. Cuando andas con Dios y Jesús se revela en ti, hay alguien que te preguntará: «¿Qué lo hace a usted tan diferente? ¿Por qué siempre se lo ve a usted gozoso? ¿Cómo puedo tener el mismo gozo y la misma felicidad que usted manifiesta siempre?» Tú podrías decirle: «Permíteme que te hable de un amigo que me impulsa a ser así. A lo mejor, has oído hablar de él. Se llama Jesucristo».

Muchas veces no damos un buen testimonio porque no caminamos con Dios, porque no gozamos de un compañerismo íntimo con él, porque no vivimos en comunión con él. ¿Caminas con Dios? ¿Hablas con él? ¿Lo complaces? ¿Testificas en su favor?

Dios desea que vivas en armonía con él. Desea revelarte sus planes y los propósitos que tiene para ti. Desea que camines a su lado. Dale a Dios la oportunidad que anhela: Andar contigo para que puedas dar un buen testimonio acerca de él, de su verdad y de su amor.

Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios"del Pastor Juan O. Perla, Más meditaciones en REFLEXIONES PARA VIVIR: http://www.johnsotilonline.blogspot.com/
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