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Enero 14
El evangelio perdido
No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. MATEO 7: 21


El Sermón del Monte es el más grande sermón jamás predicado. Sin embargo, pareciera que no habla nada de la salvación por gracia, como si el evangelio no se encontrase allí, como si para entrar al reino de los cielos debiéramos realizar buenas obras.La palabra 'gracia' no aparece ni una sola vez en todo el sermón, y la palabra 'fe' solo se menciona una vez. Es como si Jesús enfatizara la salvación por las obras. Las palabras de Jesús en ese sermón causan la impresión de que la clave para ser salvos está en las obras. Es como si la salvación dependiese de la más rigurosa obediencia. «Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró». «Cualquiera que se enoje con su hermano ya es culpable de juicio».Si Pablo hubiera leído el Sermón del Monte, quizá habría pensado que era una contradicción del evangelio que él presenta en la Epístola a los Romanos: «Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios» (Rom. 3: 21). «Por gracia sois salvos» (Efe. 2: 8), «no por obras, para que nadie se gloríe» (Efe. 2: 9).Las Bienaventuranzas son la clave para entender el Sermón del Monte. Jesús nos dice que somos salvos no por guardar los mandamientos, o por las buenas obras que hagamos, sino por reconocer nuestra condición desvalida, por buscar con todo el corazón una justicia mayor que la de los escribas y fariseos: la justicia que solo se encuentra en Jesús.Dios está en el negocio de transformarnos a la semejanza de Jesús. Misericordiosos con nuestros hermanos, sin importar cuánto, ni cuántas veces, nos hayan ofendido, desearemos perdonarlos de todo corazón, sin rencor ni odio, deseosos de estar en paz con todos. Jesús enseña que la salvación se recibe gratuitamente como un don de Dios, y después viene la obediencia como testimonio de lo que Dios ha hecho en nosotros. No se puede hacer la voluntad de Dios sin haber sido salvos.¿No has podido olvidar la ofensa recibida? ¿Hay amargura en tu corazón contra tu prójimo? ¿Piensas en cómo vengar el daño que te hicieron? ¿Dejaste a alguien con la mano extendida porque no puedes perdonarlo? Recuerda que Dios está en el negocio de transformarnos a la semejanza de Jesús. Búscalo con humildad, y él cambiará tu corazón.
(Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla)

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