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Enero 22
Cómo me ve Dios cuando me equivoco

Os digo que entre los nacidos de mujer, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. LUCAS 7: 28



Me quieres todavía? Esta es una pregunta que los niños dirigen a sus padres, especialmente cuando han cometido un acto de desobediencia. Temen que, a causa de sus faltas, sus padres ya no los amen. A nosotros, como humanos, nos afecta el comportamiento de las personas. Nuestra opinión acerca de ellas cambia cuando se equivocan. La conducta de un hijo, la actitud del cónyuge, la respuesta de un compañero o de un jefe de trabajo nos impulsan a cambiar la opinión que tenemos de ellos.Seguramente, nuestra opinión acerca de Juan el Bautista habría cambiado cuando dudó de la condición mesiánica de Jesús. Después de haberlo considerarlo un gran predicador, un poderoso hombre de Dios, o un profeta, posiblemente lo habríamos considerado como alguien falto de fe, inconstante e, incluso, una vergüenza para la causa de Dios.¡Qué bueno que nuestro Padre celestial actúa diferente cuando sus hijos fracasan! Aunque su corazón es golpeado y se entristece por nuestros errores, continúa considerándonos sus hijos amados. Su opinión acerca de nosotros no cambia; su manera de pensar sigue siendo la misma. Esto se debe a que nuestra aceptación no se basa en nuestro comportamiento, sino en su amor, que es eterno e inalterable. Antes de que Juan el Bautista dudara, Dios lo consideró el más grande que había nacido de mujer; y después de dudar, siguió considerándolo el mayor entre los hombres. Antes de que Abraham mintiera, Dios lo consideraba como su profeta; y después de mentir, siguió considerándolo igual. Siempre es motivo de reflexión recordar que Dios sanó a Abimelec cuando Abraham oró por él (Gen. 20:17). En el Salmo 105:15 se dice algo más: «No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas». Dios lo llamó «ungido» (mesías) y «profeta», sin dejarse perturbar por el error que su siervo había cometido. Antes de que David pecara, lo consideró «varón conforme a su corazón» (1 Sam. 13:14). Y después de su pecado, siguió pensando lo mismo de él.No creas que Dios es "amplio" de criterio y que disculpa e ignora los pecados de sus servidores escogidos. Muy al contrario. Tenemos instrucciones de que los pecados de los dirigentes son diez veces más graves que los pecados de un miembro de la iglesia. No hay gracia barata aquí. Pero Dios es generoso y compasivo. Nos perdona. Perdona a sus siervos, porque sabe que somos polvo.Alaba hoy al Señor porque sus misericordias nos guían al arrepentimiento.
(Tomado del Libro de Meditaciones 2009 "Siempre gozosos , experimentando el amor de Dios" del Pastor Juan O. Perla)

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